viernes, 23 de agosto de 2013

Santiago y los deportes en el 45


Por: José Ma. Narváez Ramírez


Quienes vivimos en aquellos días felices de 1945 en Santiago, aún recordamos al equipo de béisbol donde el “Zurdo” Sánchez, jugador de “El Rebaje”, espectacular primera base que dejaba el corazón en cada jugada que se escenificaba en el viejo, enzacatado y “aguado” terreno llamado de “Cantarranas” –allá por detrás del Cerro Grande- y hacía unas atrapadas de antología con su guante “derecho” y terminaban por regla general los tremendos agarres entre las novenas de Ixcuintla y la de los “Coqueros” de Tuxpan, con una apasionada “pasada de gorra” entre la tropa que la llenaba de monedas y billetes (para el “Zurdo”) y con el obsequio de varias cajas de cerveza (de aquellas de a cincuenta cuartitos) que se repartían al destape democrático de “cada quien que agarre la suya como pueda”… Y todos a decir salud por lo vivido…
         Había otros buenos jugadores que integraban el tremendo trabuco santiagoixcuintlense, pero el consentido era el “Zurdo” Sánchez, que hacía el compás a la hora de la revirada del pitcher hacia la primera base –si usted quiere exagerado- pero siempre le daba ese toque de sorpresa y elegancia que electrizaba a los cientos de aficionados que nos arremolinábamos alrededor del campo de beis, antes de que mi señor padre inaugurara el Estadio “Revolución” donde vimos jugar a Sánchez y hacer sus singulares atrapadas y batazos oportunos sin dejar en el tintero su destreza para correr las bases. Esto fue en 1945.
          En aquellos años, el enorme terreno donado por “El Gato” Virgen” podía albergar a los jugadores de todos los deportes porque había canchas delineadas para practicar los juegos conocidos en aquellos tiempos. Abría puerta el campo de futbol y le seguía el de béisbol, alrededor del primero se podía correr en bicicleta o a pie (como incipiente velódromo o pista de atletismo, respectivamente). Aún quedan los vestigios de las bien cimentadas gradas.
 Ahí veíamos a José Lucas “Cachi” Vallarta Robles, en los tiempos de vacaciones cuando venían de Guadalajara, colocarse los tacos de fútbol con el pie vendado, portando su uniforme del Atlas y acompañado de los hermanos “Canarios” Sánchez –jalisciences-, el “Tabernero”, el “Mónchi Katónchi”, el tremebundo portero Efrén “El Chachalaco” Rodríguez y una buena carretada de futbolistas que nos dejaban a los chávalos de aquella época boquiabiertos, cuando nos tocó por vez primera ver patear el balón como mandan los cánones y entrenar con ritmo y destreza. Los juegos que tuvimos oportunidad de presenciar ya no eran una bola de “pateadores” que se arremolinaban hacia donde iba el balón sino que se empezaba a practicar el fútbol de escuela. Podemos decir que los Vallarta Robles fueron los primeros introductores de éstas técnicas en mi pueblo.
Al fondo del enorme estadio cerraba un campo de tiro denominado “Los Gavilanes”, en el que figuraban los pescadores y cazadores más destacados de aquella inolvidable época, como lo fueron don Alfredo y Florencio Román (precursores del actual Torneo de Pesca del Estado), don Ignacio Peña Zamudio, don José María Narváez Madrigal, don Fidel Rivera, don Federico Meléndez, don Julio César Ramos Hernández –“el benjamín”-, don Miguel García de la Cadena, don Miguel Pintado y Ortiz, y muchos más que consiguieron varias preseas en los tornos de tiro que se celebraban en los demás clubes de esta clase.
    Por otro lado en la cancha de la escuela primaria “Juana de Asbaje” tuvimos la satisfacción de admirar a los tremendos “Diablos Rojos” de Santiago, campeones estatales de basquetbol por cinco veces consecutivas, dirigidos por el profesor Fermín Álvarez Soltero y auspiciados por el más entusiasta promotor de béis y fút, don Manuel Robles Sánchez.
Bien dicen que recordar es vivir, y ya se han muerto gran parte de las estrellas de aquél equipo de campeones, en el que todos merecen el homenaje que se pretende hacer a los deportistas de aquellos tiempos, que dejaron en la cancha toda su entrega y amor por los colores representativos de Santiago Ixcuintla, sin que hubiera una retribución económica determinada, solamente su entusiasmo y su espíritu deportivo como bandera de honor.
         “El Muralla” Moreno, “El Mudo” Aréchiga, “El Tepiqueño” Valentín Gómez, “El Cartucho” Castro, “El Profe Trini” Alcántar, “Yel” Gómez, “El Jojol” Parra, “El Cuamecate” y “El Becerro” Meléndez, “El Chachalaco” Rodríguez y otros más que se me escapan de la mente pero que ahí está su ejemplo para los jóvenes de mi tierra que hoy ponderan las hazañas en los parques del mundo de grandes beisbolistas que también dejaron su huella imperecedera en los anales de la historia de la Gran Carpa, pero que todos merecen ser recordados y digamos “eternizados” cuando menos en un Salón de la Fama -provinciano- en el que se exhiban sus fotografías y sus trofeos.
         Y ahí está don Raymundo “El Cabezón” Betancourt para afianzar esos recuerdos con sus calientes y verídicos relatos que hoy se convierten en un auténtico tesoro deportivo, sin olvidar al “Miope” don Roberto Arce Burgueño, un acaponetense que adoptó a Santiago como “su tierra natal” y que nos dejó un legado de escritos y fotografías en los periódicos de Ixcuintla y de la entidad.
         Control… Señores… Control… Tal vez se debe de hacer una encuesta popular para saber a quien prefiere el pueblo de Santiago para rendirle un verdadero homenaje, pero los de ahora no vivieron las hazañas de aquellos que las escenificaron y se incurriría en errores u omisiones o de apreciación, lo mejor es hacer el Salón recomendado, salvo su mejor opinión.
     “Honor a quien honor merece”

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