sábado, 28 de septiembre de 2013

Jefes de la tercera edad son beneficiados por el Gobierno


Dos jefes de familia, trabajadores que día a día recorren las calles de Ixtlán del Río con la esperanza de lograr vender  su mercancía, no imaginaron que algún día tendrían como cliente al Gobernador Roberto Sandoval Castañeda, y mucho menos que les compraría todo su producto para compartirlo con la gente.

Aurelio Aguayo —mejor conocido como Don Güeyo— es un jefe de la tercera edad, que a sus 73 años de edad diariamente sale de su casa para vender algodones de azúcar que él mismo elabora; como todos los días, salió a las 3 de la tarde a iniciar su recorrido, sin pensar que se toparía con el Gobernador, quien en esos momentos  llegaba a inaugurar la obra de rehabilitación de una escuela secundaria del lugar.



Visiblemente cansado y caminando con dificultad sosteniendo un palo alto, donde coloca esta tradicional golosina, Don Güeyo llamó la atención del mandatario, quien le pidió que le vendiera toda su mercancía para él mismo repartir los algodones entre los pequeños que lo rodeaban.

Sin ocultar su felicidad por este gesto del Gobernador, Don Güeyo expresó su agradecimiento con lágrimas en los ojos: “que Dios se lo pague, gracias por ayudarme”. Luego de esas palabras dichas con gran emoción, don Aurelio regresó a su casa con su compañera de vida, con quien ha compartido los últimos 55 años.

De igual forma, Inocencio Romero Ortiz —dedicado a vender raspados desde su llegada a Ixtlán, en 1984, procedente de la isla de Mexcaltitán, municipio de Santiago Ixcuintla—  fue sorprendido por el Gobernador Roberto Sandoval al acercarse y pedirle un raspado de vainilla con doble ración de endulzante.

Para Chencho —como lo conocen todos— fue uno de los mejores días, debido a que mientras platicaba y bromeaba con él, le preguntó que cuánto traía de venta y le dijo que se lo compraba todo, que repartiera raspados entre la gente.

Chencho sale a vender diariamente sus raspados con pulpa de tamarindo, ciruela, fresa, piña y leche, además del clásico tejuino, a partir de las diez de la mañana, y termina aproximadamente a las siete de la tarde el gran bloque de hielo que trae en su carrito de raspados.

Es un padre de familia con cuatro hijos, de 21, 19, 16 y 8 años de edad, y hace todo lo posible por sacar adelante a su familia.

Ese día, para el señor Inocencio resultó ser muy bueno, ya que últimamente las ventas no dan mucho; por ello, agradeció al Gobernador por mostrarle su sencillez y comprarle todos sus raspados: “Gracias, este apoyo  es muy bueno, estamos necesitados de dinero y ahora nos fue muy bien; ahora sí va a chillar la cazuela;  no nomás puros frijoles, también carnita”, dijo con una gran sonrisa, mientras servía los raspados, que finalmente se terminaron.

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