Por: José Ma.
Narváez Ramírez
Por un lado las
lamentaciones no se dejan esperar de parte de los agricultores de la zona norte
con las incesantes lluvias y las tremendas inundaciones, que hacen recordar
aquellos tiempos en que los pueblos se quedaban incomunicados por las
crecientes de los ríos –con las severas secuelas que esto acarreaba,
especialmente al cruzarlos por medio de vados, chalanes, canoas y batangas- y luego el peregrinar de los que
trabajan la tierra (o la rentan) para lograr ser incluídos en la lista de
indemnizaciones que el gobierno estima, y que llegan a los meses de duración,
mientras se le saca a los más fregados las ayudas para los damnificados, y en
la de los recursos del Fondem para los destrozos causados y que también tardan
un buen rato, mientras las provisiones son repartidas (si algo bueno les dejan)
entre los civiles afectados.
Y por el otro, las quejas también abundan en los ciudadanos
que transitan por entre los innumerables baches (que por cierto se le ocurrió a
don Roberto que les tomaran una foto para que tuvieran un recuerdo de sus
agujeros callejeros más cercanos, y de fondo un paisaje lluvioso para hacer de
cuenta que estamos en Londres, Inglaterra –en tiempos de la Segunda Guerra
Mundial-)... Aunque entre los escombros que se forman con los amontonamientos
desperdigados de basura en largo proceso de recolección, y el smog que van soltando los camiones
urbanos “chatarrones”... Pues ya ni se oyen los lamentos de los ciudadanos por
las constantes alzas desmedidas en los precios de los alimentos, el gas, la
gasolina, los impuestos, las reformas –que tanto los perjudican-, la tremenda
escasez de medicinas y los altísimos y exagerados cobros de los doctores
“especialistas” en bajarles, no concretamente las fiebres ocasionadas por el
dengue u otras enfermedades -especialmente las de índole respiratorio- sino la
poca lana que les queda para tratar de curar sus males.
El rosario de penurias que se suceden unas a otras por causa
de los adeudos a los bancos, a las casas comerciales que de siempre están
“ayudando a la economía familiar”... Y una sarta de inconformidades contra
aquellos que consideran que hacer obras millonarias es señal de modernidad
invitando a su inauguración a un ya muy aplaudido homosexual contrastando con
la reciedumbre y la virilidad de los Charros Mexicanos, pues pone en entredicho
la suntuosidad con la jodidez imperante... Es como vestirse de “gran gala” para
hacer las labores de faena en el campo...
Por otra parte viene Peña Nieto a poner en marcha un
programa de apoyo a los agricultores en los que se van a invertir cerca de los
diez mil millones de pesos, mientras se
pierden las cosechas y se anegan las tierras por exceso de humedad... El Presidente
no pudo pronunciar bien: Nayarit.
Los burócratas
siguen en pie de lucha exigiendo sus salarios y las firmas de acuerdos
laborales entre su “patroncito” –que es Don Gobierno- y ellos (a los que ahora
que reclaman los llaman abusivos, gorrones y otros calificativos nada honrosos,
y todo en un ambiente –para el gobernador- de progreso y lucha “que hace
historia”... Y no se duda, porque también la escriben los apátridas, los
ladrones y los traidores... Acuérdense de Judas Iscariote...
Control...
Señores... Control... Pónganse de acuerdo y luego me explican en donde cabe la
razón: si en un pueblo “agorzomado” o en un gobierno montado en el macho de la
falsedad y la desvirtualización de la verdad... Por favor, de pasabola que
alguien le explique a la gente cúal es el país de las maravillas en las que
Alicia se quedó ... Porque yo, como decía el Chavo: “no sepo”...
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