Con sumo respeto –y
esperando no causar el más mínimo enojo entre las bellas damas incondicionales
de la liberación y la emancipación femenina- publicamos un trabajo escrito por
una periodista –guapa- y famosa en el medio, como lo es Adela Micha, y al mismo
tiempo aceptamos que estamos de acuerdo en algunas observaciones que ella pone
descarnadamente a su consideración –que en ningún momento pensamos que cambiará
(Dios nos libre) su forma de enfocar esta inquietud:
“Monólogo de… una mujer moderna
Son las 6:00 a. m., el despertador no para de sonar y no
tengo fuerzas ni para tirarlo contra la pared, estoy acabada, quiero quedarme
en casa, cocinando, escuchando música, cantando, etc., si tuviera un perro lo
pasearía por los alrededores, todo, menos salir de casa, meter primera y tener
que poner el cerebro a funcionar.
Me gustaría saber quién fue la bruja imbécil, la matriz de
las feministas, que tuvo la grandiosa idea de reivindicar los derechos de la
mujer, y por qué hizo eso con nosotras, que nacimos después de ello.
Estaba todo tan bien en el tiempo de nuestras abuelas: ellas
se pasaban la mayor parte del día bordando, intercambiando recetas con sus
amigas, decorando la casa, podando árboles, plantando flores, recogiendo
legumbres de las huertas y pariendo y educando a sus hijos… la vida era un gran
curso de artesanos, medicina alternativa y cocina. Y después se puso mejor,
teníamos servidumbre, llegó el teléfono, las telenovelas, la píldora, la tarjeta
de crédito, ¡Ahora el Internet! ¡Cuántas horas de paz!
Hasta que vino una pendejita, a la que por lo visto no le
gustaba el corpiño, ni dedicarse al hogar; vino a contaminar a varias otras
rebeldes inconsecuentes con ideas raras sobre “vamos a conquistar nuestro
espacio”… ¡Qué espacio ni qué la chingada!. ¡Si ya teníamos la casa entera!
Todo el barrio era nuestro, el mundo a nuestros pies! Teníamos el dominio
completo sobre los hombres; ellos dependían de nosotras para comer, vestirse… y
ahora… ¿Dónde carajos están? ¿Dóndeeee?
Acabamos muertas, ni hacer el amor queremos, nos duele la
cabeza, argumentamos mil tarugadas por cansancio…
“Nuestro espacio”… ahora ellos están confundidos, no saben
qué papel desempeñan en la sociedad, huyen de nosotras como el diablo de la
cruz, les damos miedo… tanta pinche independencia acabó por ahuyentarlos, ¡Pues
claro! Ese chistecito terminó llenándonos de deberes, y lo peor de todo: ¡Acabó
lanzándonos dentro de la soltería crónica aguda!
Antiguamente los casamientos duraban para siempre y ahora si
te divorcias ¡Hasta hay que mantenerlos a los &%%**&&!... ¿Por qué,
díganme por qué… la liberación femenina? -Que solo necesitaba ser frágil y
dejarse guiar por la vida- comenzó a competir con los machos… Miren el tamaño
de los bíceps de ellos y miren el tamaño del nuestro… estaba muy claro, cada
quien en su sitio desde Adán y Eva… ¡Liberación femenina… esto no iba a
terminar biennn, claro que noooo!
No aguanto más ser obligada al ritual diario de estar flaca
como escoba, pero con bubis y trasero duritos y bien parados, para lo cual
tengo que matarme en el gimnasio, además de morirme de hambre, ponerme
hidratantes, antiarrugas, padecer complejo de radiador viejo tomando agua a
todas horas y demás armas para no caer vencida por la vejez; maquillarme
impecablemente cada mañana desde la frente al escote, tener el pelo bien
cepillado, hermoso y no atrasarme con las mechas, que las canas son peor que la
lepra; elegir bien la ropa, los zapatos, los accesorios, no sea que no esté
presentable para esa reunión de trabajo, tener que resolver la mitad de las
cosas por el celular, instalarme todo el día frente al PC trabajando como una
esclava (moderna, claro está) con un teléfono en el oído y resolviendo
problemas uno detrás de otro ¡Que además ni son mis pinches problemas!
Todo para salir con los ojos rojos (por el monitor, claro,
porque para llorar de amor ni tiempo hay)… y mira que teníamos todo resuelto…
Estamos pagando el precio por estar siempre en forma, sin
estrías, depiladas, sonrientes, perfumadas, uñas perfectas, pagando una fortuna
por las cirugías faciales y de las otras, sin hablar del currículum impecable,
lleno de diplomas, doctorados y especialidades… Nos volvimos “súper mujeres”…
pero seguimos ganando menos que ellos ¡Y de todos modos nos dan órdenes estos
cabrones!
¿¡Qué pasaaaaaa!?... ¡Ya
bastaaaa!
Quiero que alguien me abra la puerta para que pueda pasar,
que corra la silla cuando me voy a sentar, que me mande flores, que me de
serenatas en la ventana… Si nosotras ya sabíamos que teníamos un cerebro y lo
podíamos usar ¿Para qué había que demostrárselos a ellos, a ver para quéééé?´
Ay Dios mío, son las 6:30 a. m. y tengo que levantarme… ¡Qué
fría está esta solitaria y grandísima cama! ¡Carajos! Quiero que un maridito
llegue del trabajo, que se siente en el sofá, que disfrutemos de una cena
juntos, que me haga el amor muy rico… que me haga sentir mujer… Porque descubrí
que es mucho mejor servirle una cena casera que atragantarme con un sándwich y
una Coca-cola Light mientras termino el trabajo que me traje a casa… para
variar.
No, mis queridas colegas, inteligentes, realizadas,
liberadas… ¡Y abandonadas! Estoy hablando muy seriamente: renuncio a mi puesto
de mujer moderna ¿Alguien más se suma?
Adela Micha.
PD.- Reenvíalo a todas las
mujeres bellas y femeninas que conoces y a los hombres que creen que no
necesitamos de ellos, porque somos muy independientes… a ver si les cae el
veinte y nos apapachan aunque sea con una llamadita al celular… ¿Noooo?”.
Control… Señores… Control… Que conste, esto lo dice una
mujer muy abusada… Yo nada más lo pongo a su consideración porque desde la
emancipación de la mujer nos está llevando la puritita… Lo principal es la
desatención a los hijos… ¿No sería mejor hacerle caso a nuestros viejos, que
aseguraban: “La mujer, como las escopetas: cargada y detrás de la puerta…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario