domingo, 1 de febrero de 2015

La explotación es atávica, a nadie debe extrañar

Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez


Desde los primeros tiempos del hombre en esta ex maravillosa Tierra; recuerden a Caín y Abel cuando aquel le sorrajó el quijadazo de burro al hermano bueno, asesinándolo arteramente por –según cuentan las sagradas escrituras- envidia y celos-…
Ya empezaban a aflorar los malos sentimientos en esta vida matraca, por eso ahora a nadie extraña que siga la explotación, el canibalismo humano, el saqueo, la ambición y todo lo que usted le agregue, a esto de la sociedad que supuestamente se integra para proteger al hombre en forma organizada, a través del mando politiquero.
         Allá en la parva mocedad que vivimos en la cabecera de Santiago Ixcuintla, ya empezábamos a darnos cuenta de que había unos cabrones mal intencionados que vivían de la explotación del prójimo, disfrazados de “buenas gentes” que se aprovechaban de La Palabra, que era lo de más valor del ser humano porque representaba respeto, responsabilidad, integridad y honestidad (entre otros valores) y el campesino –principalmente- la empeñaba como responsiva para obtener crédito y poder sembrar sus tierras o lograr cualquier otro beneficio propio, que era el de su familia. Había quien la empeñaba con el ser amado, y aún así había también quien lo defraudaba. Después se encomendaba a Dios para que los sembrados fructificaran y tuviera buena cosecha, para darle de comer a sus seres queridos y pagar la deuda contraída. Solamente que muchas de las veces, el cielo no le correspondía como era lo esperado, y le mandaba lluvias torrenciales o sequías o inundaciones… y lo hacían quedar mal, teniendo que pedir una ampliación al crédito, con los intereses consabidos. A esto hay que agregarle otra gran calamidad: que los “alivianadores” también eran los dueños de las cantinas y prostíbulos del poblado, y era lógico que le proporcionaran “de fiado” tragos y diversión, provocando más problemas al dueño de lo único que tenía precio y valía oro: La Palabra. Esto era igual en La Presa, Villa Hidalgo, Patroneño, La Panocha, y en todos los ranchos aledaños… Y sigue…
         A algunos  -muy pocos- campesinos les iba muy bien y lograban guardar su dinero para capear otros temporales sin necesidad de endeudarse, pero luego trajeron las ruletas y demás juegos de azar, amenizados por las meseras y cantadoras… así como los químicos que habrían que agregarse a la tierra para “mejorar” los productos… y se acabaron los pudientes trabajadores del campo, destacando los méndigos explotadores de éste, que convirtieron el agiotismo en las bases firmes de los negocios llamados Bancos, que despojaron a los clientes de sus bienes por medio del papeleo llamado “legal” y nacieron igualmente los Banamexes y Banjidales… entre los usureros prestamistas que hasta la fecha siguen ocupando cargos públicos, gracias a las raterías de sus progenitores, de padrinos o de los espaldarazos de las influencias … y nadie les puede hacer nada, porque el gobierno los protege, ya que él forma parte del negocio. Habiendo que agregar la droga que ahora se expende en forma controlada (con marca) a la vuelta de la esquina de cualquier hogar nayarita…
         Recordamos aquellas tiendas de raya, en las que aprovechándose de la ignorancia y “buena fe” de los campesinos, les apuntaban en cualquier papel las “cosas” que necesitaban y les cargaban la mano impunemente –como ahora- y, a apuntillarlo… hasta que después de despojado, lo meten a la cárcel o lo asesinan. Así se estila hoy en las cantinuchas, bares, teiboldancers, y karaokes del barrio… y para acabar con el cuadro, ahora les compran al precio que quieren sus tierras y propiedades pagándoles en efectivo para luego asaltarlos y despojarlos… Existe un cabrón que les paga con vales y “cheques de hule” con la promesa eterna de que en “cuanto robe otro poquito” les palmará… Nunca llega la fecha.
         Vemos con tristeza que los ricos llamados “de abolengo” y los que se suman a la lista bajo su sombra, siguen siendo los mandamases en los comisariados, en las presidencias, y en los demás puestos de mando, que continúan “agorzomando” –no nada más a los campesinos- sino a todo aquel ser humano que tiene la desgracia de ser pobre y de tener que sobrevivir con el producto de su trabajo honrado, en el que percibe salarios de hambre… Y nadie hace nada por sacarlo de ese torbellino implacable de explotación… porque él también está atado de manos ante el monstruo de la ambición y la soberbia humana.

         Control… Señores… Control… A nadie extrañe la situación, y ya no tardan en aparecer las consecuencias de estos “renglones torcidos de Dios”, empezando con Gringolandia, a la que se le aparecerá Judas disfrazado de chino a cobrarle los intereses de los trillones de dólares que le adeudan, llevándonos entre las patas con todo y los inteligentudos estrategos de la mal llamada política mexicana –al servicio, de rodillas, de Obama- y se vendrá la ola amarilla chinaca a pegarnos en todititita la torre… pero tranquilos… a pesar de todo la venganza no dejará de ser dulce, cuando los veamos caer –con todos sus tesoros- al abismo del infierno terrenal… Le cuelga pero no está muy lejano el día…

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