domingo, 28 de octubre de 2018

Relato sobre Willa y otros.



Por Florentino Cordero

Al principio parecía una ocurrencia, ir a visitar desde Tepic la  zona de desastre propiciada por el huracán Willa. Nos habíamos reunido alumnos de la carrera, futuros abogados de la Escuela Comercial las Américas; algunos elementos de Asociación Mexicana de Periodistas  Leona Vicario y el director de la fundación RAADEN. Algunos de nosotros no nos conocíamos entre sí pero nos unía el destino ,llegar a la zona siniestrada Y tratar de aportar un granito de arena.

La mañana del sábado cuando nos trepamos todos al camión, unas palas, un recogedor, algunas despensas hechas por los alumnos. Aunque en el ambiente había cierto optimismo, en el fondo sabíamos que era una ardua tarea la que nos esperaba. Intentaríamos algunos de los que íbamos, de llevar un poco de esperanza a las personas que lo habían perdido todo en la zona baja de Tuxpan, pero regresamos a Tepic con el corazón henchido de buenos propósitos y alegría. El ver esa gente, nos enseñó la solidaridad y conocí grandes seres humanos, sin titulo, ni puesto. Alimentos para todos donde todos éramos desconocidos. Unidos por una sola meta. Nosotros íbamos ayudarlos pero ellos no lo saben, ellos nos ayudaron a nosotros.

Era el momento de decidir si acudimos como futuros abogados, reporteros, médicos o alguna profesión que trajéramos empapelada por ahí; eso ya no importaba porque lo único que se necesitaba eran las manos para sacar el lodo, la pestilencia y la podredumbre de las casas. Era el momento de decidir si vamos a hacer reporteros, hoy vamos a meter las manos,  en esta ocasión traemos pocas gráficas, pocos videos pero muchas historias, como la de Señora jazmín quién me dijo que un vecino abrazo a sus hijos en un poste del interior de la casa pero la corriente y la anegación fue tal que ellos murieron abrazados en el interior de su hogar. Aquí se acaba el mito del saldo blanco.


Me llevo en la memoria gráfica de mi corazón y no la de mi Micro SD las botas negras recien boleadas del Soldado que supuestamente atendía el lugar del comedor, mientras nosotros nos adentramos en una de las colonias que había sido devastada por el huracán, metro y medio de agua, 60 cm de lodo, contrastando con una señora que se me acercó y me dijo el “Gobernador nadamás reparte agua", y siguió,  nosotros no hemos podido contar con el apoyo del presidente municipal. Denunció que el kilo de huevo está a 80 y el kilo de pollo a 140 pesos. Los vecinos se enojaron con el dueño de la tienda y mejor se la clausuraron. De la PROFECO nadie sabe.

“¿Quieren camarones a la diabla?" la pregunta más extraña como citadino que pudiera pasar por mi mente pues toda la mañana nos habían ofrecido tortas, sándwiches, pero entonces me di cuenta que estamos en una zona costera y que el producto de camarón, tal vez sea uno de los ingredientes mas a la mano. Lo curioso de todo esto es que no te preguntaban a que habías ido, ni qué estabas haciendo, solamente te entregaban el vaso de agua, las botellas con agua, para que pudieras hacer tu trabajo, para que pudieras continuar. Un mensaje entró de de pronto en mi teléfono y me avisaron que el Gobernador había despedido a alguien porque había ido hacerse pendejo. Muy bien señor gobernador, pero ese tipo no es el único.

Todas estas historias que les estoy contando, sobre todo las de asistencia son de personas que están fuera del país y mandaron dinero para que las familias que no habían padecido este problema hicieran tortas, tamales y los entregarán. Me enteré que en la ciudad de Acaponeta unos jóvenes, jóvenes que viven en Estados Unidos, mandaron para comprar dos grandes puercos y hacerlos al estilo de puerquito echado. Ahí donde estábamos en la zona de Tuxpan en lo que ellos llaman Barrio La Fortuna, los parientes que vivían en alguna zona de Illinois habían mandado dinero para que los padres hicieran tortas y tacos, la señora que reparte los tacos me dijo “de aquí nos vamos a  Pericos, allá nadie está apoyando todo lo quiere repartir aquí en el centro".


Las historias se iban sumando. Otra Doña se me acercó con un joven con síndrome de down y nos pidió una despensa, el que capitaneaba este encuentro Alejandro Márquez, un periodista muy prestigiado que tiene un periódico que se llama El Orión, le entregó eso y además agua. Otra lección,  la señora se fue a su casa, pero el chavo  se quedó y se trepó a una de las camionetas y acompañó a los que estaban entregando comida porque él también quería ayudar.


No sé si todo el estado pero en la zona donde estuvimos, la autoridad solamente estaba en la entrada del pueblo, ojo, tratando de impedir la entrega a las personas. Un hombre que llevaba despensas me contó que una autoridad Federal le había pedido dinero para poder pasar si no, no lo iba a dejar pasar con el producto. Al convoy  que íbamos nosotros encabezando intentaron pararlo, pero nos bajamos a decirle que traíamos despensas, traíamos palas y que nos íbamos a alejar de donde ellos estaban entregando de esta manera podríamos llevar algo de ayuda en una zona donde ellos no estaban atendiendo.  Mientras escribo estas notas me informan que un regidor de la zona de Tecuala del PRI estuvo acaparando las despensas.


Cuántas cosas eh aprendido hoy, la más importante es que solamente el pueblo le tiende la mano al pueblo, sin importar los nombres, los rangos, ni a que te dediques. La zona siniestrada necesita nuestro apoyo no solamente ahora porque probablemente no podrán levantarse en algunos meses, el gobierno del Estado les está entregando colchonetas lo que ellos necesitan son colchones, el Gobierno Federal dicen ha declarado la zona como desastre pero hay que estar muy atentos porque podrían terminar con una cubetita, una escoba y un cuartito de arroz como el apoyo, mientras ellos dicen que mandan miles de millones de pesos para levantar a Nayarit.

 Por mientras el pueblo no les cree nada. Hay muchísima desconfianza en esa zona siniestrada. Como le dije a una señora, ustedes se van a levantar porque son un pueblo grande  no tienen por qué estar esperando que el gobierno venga. A todos lo que pudieran leer lo escrito, esto apenas comienza, la zona siniestrada tal vez se levante en tres o cuatro años. Así que ¿quién se apunta?

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