Por: Aarón Quintanilla Escobedo.
La joven gritaba pidiendo auxilio
terrenal, se había defendido fieramente pero ahora estaba inmovilizada de
brazos y piernas; luego pidió la ayuda divina cuando el primer depravado la
violó, enseguida siguió otro y otro; cuando creyó que aquel suplicio terminaba,
escucho decir: “Mátenla”. El remordimiento por la muerte de la chica hizo mella
en uno de los pervertidos y delató a sus compañeros.
Aquel que fuera un hombre robusto y
fuerte, ahora era sólo un jirón de carne flácida. Había sido esposado y atado a
un árbol con una gruesa cadena por sus secuestradores y éstos, al no recibir el
rescate convenido lo habían abandonado a su suerte y así, después de una larga
agonía de más de una semana lo encontraron; fue inútil, murió, pero antes pudo
revelar el nombre de los malhechores.
Ni tarda ni perezosa la Comisión de los Derechos
Humanos se hace presente en aquella penitenciaría sumamente indignada por la
denuncia presentada por aquellos sátiros sin escrúpulos que días antes habían
sido capturados y ahora en calidad de reos, pedían la conmiseración de dicho
organismo puesto que aquellas “bestias” que se decían representantes de la
justicia, los habían vapuleado salvajemente con el cordón de una bota y a uno
de ellos le habían enterrado la punta de un lápiz en un brazo y eso era un
soberano abuso, eso solamente había acontecido en la época del esclavo Tracio
llamado Espartaco, pero no en un país libre y soberano como el nuestro en donde
la autoridad máxima radica en el pueblo, esto es, en la democracia; así, pues,
tanto los asesinos violadores como los secuestradores, pedían a grito abierto y
con cartas dirigida a su Santidad y a los medios de comunicación, en la que
exigían el total respeto a sus garantías individuales, puesto que como
mexicanos que eran, la
Carta Magna los cobijaba en su sagrado seno; por su parte, el
cuarto poder, sobre todo la TV,
divulgaban la noticia de los ignominiosos actos cometidos en contra de aquellos
ciudadanos culpables y confesos y pedían, exigían, que se aplicara con implacable
derecho, la inequívoca ley, que se respetara la integridad física de aquellos
asesinos bastardos, derecho que los asistía y que tenían que acatar las
autoridades o de lo contrarios ardería Troya de nuevo en cuanto intervinieran
los Derechos Humanos a nivel mundial.
¿Y el derecho de aquellos inocentes
inmolados por los esbirros salidos del averno? Ah, ellos ya están frente a San
Pedro dándole los pormenores del porqué y a qué se debe su presencia en el
portón divino; allá abajo ellos ya no sienten nada, están bien muertos, se les
dio santa sepultura y punto; el problema es con los vivos, con los inmoladores,
con los sátrapas, con los homicidas, y éstos no tienen por qué sufrir la
sanguinaria venganza que ahora quieren cobrarse los dolientes o por algunos
uniformados indignados por los hechos inhumanos cometidos por estos parias, y
es ahí donde está el error de los Derechos Humanos con éstos taimados
malandrines al aplicar el famoso adagio latino de Derecho: SUMMUN IUS, SUMMA
INJURIA, esto es: “Exceso de justicia, exceso de injusticia”.
¿Y se podría saber a donde lleva este
soliloquio que no tiene pies ni cabeza?
—Ah, es que ahora los medios televisivos
con tal de sacar algo novedoso, ponen en sus pantallas casos ridículos como ese
donde presentan a unos niños cuyos padres los reprendieron y los escarmentaron
a la usanza mexicana, esto es con el cinturón, y eso es ahora una aberración,
pues los padres de hoy no pueden seguir reconviniendo a sus retoños tal como lo
hacía Turok, allá en la época de los dinosaurios; estoy de acuerdo con los
Derechos Humanos cuando atrapan cavernarios salvajes que castigan a sus hijos
quemándoles las manos en las llamas de una estufa o con cigarros encendidos o
matándoles los zancudos con un bat, pero eso de no escarmentarlos con el cinto,
¡puf!, ¡falsos!, todos necesitamos más de una vez la mano dura de un padre o de
lo contrario, ahí están los ejemplos de una juventud pervertida y viciosa de
los países llamados del primer mundo (U.S.A., Dinamarca, Holanda, etc.) y para
no atravesar el océano aquí tenemos los ejemplos de los “llunior” de Quintana
Roo, de Nayarit, o de los Salinas o de los Zedillo Ponce de león (me niego a
poner una L mayúscula en ese apelativo, no se lo merece), y de P … bueno de
muchos casos más que usted conoce mejor que yo.
La máxima que dice: DURA LEX, SED LEX
(dura es la Ley,
pero es la Ley),
podrá ser aplicable al reo común, un ladrón de gallinas por ejemplo, pero ese
axioma no será jamás el castigo justo para aquellos que violando leyes,
garantías individuales y atentando con la vida de inocentes víctimas como la de
los casos que al principio comenté, ahí la ley no es la adecuada, lo legal es
la máxima que dice: OJO POR OJO, por lo tanto, los Derechos inhu… digo Humanos,
estarán equivocados IN SAECULA SAECULORUM (por los siglos de los siglos). Acta
est fabula (la comedia ha concluido).