Novena
parte (1)
Por: Emeria Navarro Narváez.
En la primera mitad de los años setenta
muchas fueron las actividades que desarrolló el cuerpo de docentes de la Escuela de Enfermería
dirigida por Andrea Cibrián Pérez, entre otros hechos, se actualizó el Plan de
estudios y se diseñó un curso para Profesoras de Enfermería en el que
estuvieron como alumnas enfermeras, y desde luego participamos como maestras
las docentes que contábamos con preparatoria, cursos post básicos y otros
estudios especiales. Desde luego, apoyaron enfermeras de otras universidades.
En febrero de 1977 se realizó el curso
taller “El proceso de atención de enfermería”. En junio de 1978 asistieron
algunas docentes a un seminario sobre formación y desarrollo de recursos
humanos en escuelas y servicios de enfermería, en el Instituto Politécnico
Nacional. En enero de 1979 se realizaron las primeras Jornadas de Enfermería en
el Estado de Nayarit para celebrar el XXXIX aniversario de la fundación de la
escuela; en este acto recibieron Medalla de Oro por cumplir más de 30 años de
servicio como catedráticos: el Dr. Ignacio Cuesta Barrios, la enfermera
Margarita González Parra, el Dr. Raymundo Solís Acosta, el Lic. Jesús López
García, la Profa. Petra
Barajas Pacheco y la
Profa. María Luisa Ibarra Meza.
La presencia del rector de la Universidad Autónoma
de Nayarit, Lic. Javier Germán Rodríguez Jiménez dio sólido apoyo a la Escuela de Enfermería. En
abril de 1980, el Consejo Técnico aprobó por unanimidad la reelección de la directora
Andrea Cibrián Pérez. El 14 de enero de 1981 se inauguró el Departamento de
Servicios Comunitarios de Enfermería previo adiestramiento en la ciudad de
Durango, Durango, de las enfermeras Emerita García Castañeda y Gloria Corona.
Gran reconocimiento merecen: la dirección, el personal docente y administrativo
y enfermeras representantes del sector salud, por haber realizado el curso
“Educación para profesoras de Enfermería” de 10 meses de duración y culminó con
un seminario en el que se presentaron trabajos elaborados por 22 maestras
becadas de tiempo completo para dedicarse a esta valiosa tarea cuyas
conclusiones y sugerencias fueron aprobadas y puestas en marcha.
Con base en estos trabajos, el Consejo
Técnico aprobó las siguientes metas:
-Implantar
a la brevedad posible los semestres continuos que permitieron ampliar la
inscripción de alumnos de nuevo ingreso y evitar el rezago de un año a quienes
reprobaban las materias seriadas.
-Implementar
un curso intensivo de estudios de Preparatoria para enfermeras docentes que
carecieran de certificado de estudios medios superiores.
-Lograr
la implementación de un Curso Complementario de Licenciatura en Enfermería.
-Implementar
el Plan de Estudios de Enfermería Básica simultánea al Bachillerato con salidas
laterales.
-Implementar
el Plan de estudios de la carrera de Licenciado en Enfermería.
-Elevar
el nivel académico de la escuela de medio superior a superior.
-Implementar
cursos post-básicos sobre: Enfermería Comunitaria, Enfermería Materno Infantil,
Administración de Servicios de Enfermería y los que resultaren convenientes de
acuerdo a las necesidades de enfermería en el Estado.
Relevante es el hecho de que se abrió la
inscripción de alumnos del sexo masculino.
Al
concluir el segundo periodo administrativo de la enfermera Andrea Cibrián Pérez
el mismo 13 de mayo de 1983, la enfermera Paula García Ramos recibió el
nombramiento de directora de la Escuela Superior de Enfermería “Dr. J. J.
Herrera”. Ella por cierto, es mi paisana y comadre. Admiro de ella su afición
desde adolescente, a la buena lectura. Con la autoridad de García Ramos se
realizaron con excelentes resultados algunas de las metas señaladas en el
periodo administrativo anterior, como el Curso Intensivo de Preparatoria para
enfermeras docentes, en el que participé con gusto como instructora. Se llevó a
cabo el Primer Curso Complementario de Licenciatura en Enfermería en el que
impartí clases de Epidemiología y de Atención Primaria a la Salud. Concluido
el periodo administrativo de García Ramos, asumió la dirección de la escuela la
enfermera Arcelia María Santos Padilla. En 1987, se organizaron 4 equipos de
trabajo integrados por maestras, alumnos y representantes de enfermería del
sector salud, para la elaboración del nuevo diseño curricular de la escuela que
implicó todo un análisis del contexto económico y social y necesidades de salud
a nivel nacional y estatal, una evaluación del proceso de enfermería en el aula
y en el campo clínico. También se ventilaron planes de estudios de las escuelas
de enfermería de Colima, de la
UNAM, de Monterrey y de León Guanajuato, desde luego con la asesoría de profesoras de
enfermería procedentes de los planteles mencionados.
En septiembre de ese mismo año se inician
los grupos de primer ingreso de la carrera de Enfermería Básica Simultánea al
Bachillerato y la carrera de Licenciatura en Enfermería.
De la década de los ochenta, quedó
grabado en mi mente el asesinato de John Lennon del grupo musical de los
Beatles, y los triunfos de Fernando Valenzuela el sonorense que estuvo en
Nayarit, pitcher famoso en el béisbol de los Estados Unidos de América. Mi
cuñado Juan admiraba a la actriz y cantante Lucía Méndez y la chaparrita
Verónica Castro lucía sus ojos verdes en las telenovelas.
Los recursos federales para las
instituciones del sector salud disminuyeron a tal grado de que ya no
derrochábamos papel como antes y tuvimos que aprovechar el reverso de cada hoja
usada para escribir en ese espacio en blanco, nuevas anotaciones.
Precisamente estuve en México, Distrito
Federal, de paso rumbo a Tabasco, cuando la tragedia de las explosiones de gas
en San Juanico y la muerte accidental de la bella Viridiana, hija de Silvia
Pinal. Qué decir del gran terremoto que sacudió la urbe el 19 de Septiembre de
1985. El presidente de la república Miguel de la Madrid y sus colaboradores
se quedaron impactados. Yo me quedé paralizada frente a la televisión
escuchando la narración de Jacobo Zabludowsky sobre la gran catástrofe… Ante
esta situación surgió la solidaridad de los mexicanos, quienes, espontáneamente
improvisaban brigadas de voluntarios; de tablas surgían camillas, sabe de dónde
salían sogas, sábanas y cobijas. Hombres topos y perros entrenados buscaban
sobrevivientes entre montañas de escombros. El milagro de la vida se presentó
cuando 50 recién nacidos fueron rescatados vivos, después de haber permanecido
48 horas bajo los escombros del Centro Médico Nacional, -ahora seguramente son
adultos que le deben la vida a esos héroes anónimos que con picos y palas,
hasta con sus propias uñas removieron los peligrosos escombros-. Lo que
sentimos al ver la televisión no fue nada en comparación al sufrimiento de los
que presenciaron en vivo escenas escalofriantes, percibieron el hedor a muerte,
gritos de dolor, el silencio ominoso de
la tragedia… mi familia sufrió la incertidumbre de no saber nada de mis
parientes residentes en México, durante ocho días; nos preocupó más la suerte
de mi cuñada Ninfa, enfermera que entonces trabajaba en el turno nocturno en el
Hospital Juárez. Finalmente nuestros familiares en Sonora nos comunicaron que a
través de un telex se enteraron que todos estaban bien. En los escombros
del Hotel Regis quedaron sepultados el Sr. Roberto Mondragón e hijo, de la
familia de empresarios de radio y televisión en Nayarit; el conocido profesor
Miguel González Lomelí estuvo a punto de morir bajo los escombros del edificio
“Nuevo León” de Tlatelolco. Hubo ayuda de muchos países del mundo, entre ésta
un millón de dólares que regaló la primera dama de los Estados Unidos de
Norteamérica Nancy Reagan. Muchos médicos cambiaron su residencia de la ciudad
de México a diferentes estados de la república. En el centro de salud “Juan
Escutia” recibimos tres. (Continuará).