“El duendecillo astronauta”
Por J. Ascención Jménez Flores.
Miguel era un niño de apenas cinco años de edad, vivía
en un pueblito de diez casas, alejado de las grandes ciudades. A pocos metros
de su casa pasaba un arroyo donde todo el año corría agua. A la orilla del
arroyo crecían muchos árboles viejos, destacaba una higuera muy alta y
frondosa, su tronco muy grueso parecía que estaba abrazando piedras, porque sus
raíces habían crecido tanto que se confundían con su tronco. En su tronco había
un hueco de buen tamaño, donde a veces se metían las ardillas, y les servía de madriguera.
Miguel ya empezaba a ir solo al arroyo y se sentaba en
una piedra a ver el agua, las ardillas y los pájaros. Le llamaba mucho la
atención el hueco de la higuera y diario se fijaba en él, esperando ver salir alguna
ardilla.
Un día que lo estaba observando, vio salir un muñeco
de apenas unos diez centímetros de alto, y le hacía señas que fuera. El no le
hizo caso. Al siguiente día volvió a ir, se puso a observar el hueco y salió de
nuevo aquel muñeco, que le hacía señas. Miguel le contestó y le dijo con señas
vela tú.
El hombrecito salió de su escondite y fue caminando
hasta donde estaba Miguel, cuando estuvo cerca, Miguel le preguntó ¿Tu cómo te
llamas? Le contestó; yo soy Duende. ¿Y qué haces en esa cueva? Yo cuido el
árbol, de que nadie le haga daño, vigilo éste ojo de agua que nadie le eche basura.
Y tú que estás haciendo allí sentado. Le preguntó el
Duende. Le contestó Miguel.- Yo nomás vengo aquí a descansar, ver el agua, ver
las ardillas y oír el canto de los pajaritos.
Le preguntó el Duende. ¿Te gustaría ser mi amigo? Si,
le contestó Miguel. Diario ven a visitarme, le dijo el Duende. Te estaré
esperando como a mediodía.
Miguel diario visitaba a su amigo y platicaban de
muchas cosas.
Miguel le preguntó.- ¿Por qué estas tan chiquito? Así
somos nosotros.- ¿Tienes hermanos? Sí, muchos. ¿.Dónde están? Viven por el
arroyo pa' arriba, ellos también cuidan árboles. También le preguntó ¿tienes
papá y mamá? Sí, pero viven muy lejos y de vez en cuando vienen a visitarme
para saber si estoy bien.
Miguel le platicó.- Muy pronto no voy a poder seguir
viniendo a visitarte, porque voy a ir a la escuela. El Duende le preguntó. ¿Y
para qué vas a la escuela? Para aprender a leer, escribir y sacar cuentas, dice
mi papá que cuando sea grande me va a mandar a estudiar a la ciudad para que
sea ingeniero. ¿Entonces, ya no vamos a vernos diario?- Preguntó el Duende.-
Sí, si tú quieres. Le dijo Miguel: me gustaría llevarte a mi casa para que
vivas conmigo.
Pasaron algunos meses, Miguel entró a la escuela, y
cuando tenía tiempo visitaba a su amigo. Entonces le preguntó. ¿Qué has
pensado?, ¿Te vas a vivir conmigo? Lo he estado pensando.- Dijo el Duende.-
Creo que te voy a causar problemas con tus papás si me ven. Miguel le comentó.
- Mira, vamos a probar, yo he oído decir que eres invisible para algunas personas.
Te meteré en mi morral y te llevaré conmigo. De acuerdo, dijo el Duende. -
Miguel lo agarró y lo metió en su morral y se fue a casa, ya en su cuarto
arregló un cartoncito, le hizo agujeros para que respirara y lo puso debajo de
su cama.
Por las noches cuando estaba solo, lo sacaba y
platicaba con él. Oyes, le dice el Duende. ¿Por qué no me llevas a la escuela
contigo? De veras, puede ser buena idea, sirve que no te la pasas solo, y
probamos si te ven los demás muchachos y el maestro.
Al siguiente día decidió llevarlo a la escuela, y lo
metió en su morral. Mientras estaba en clases, el Duende se salió del morral y
empezó haciendo travesuras, tumbaba los cuadernos de los mesa bancos, cambiaba
los lápices de lugar, al maestro le escondía el gis y el borrador, y notaron ambos
que era invisible a los demás.
De regreso a su casa dijo Miguel: mira hoy te portaste
muy mal, hiciste muchas travesuras y ya no te voy a llevar a la escuela. Dice
el Duende.- Si no me llevas me voy a aburrir, mira llévame diario y te prometo
que me portaré bien, yo te voy a ayudar para que te saques buenas
calificaciones. ¿Y cómo lo vas hacer? Le preguntó Miguel.- Muy bien dice el
Duende.- Como el maestro no me ve, me subo a su escritorio, me aprendo las
respuestas de los cuestionarios y yo te las digo. Eso me parece bien, le
contestó Miguel.
Durante la
Primaria, Secundaria y Preparatoria, fue su amigo inseparable,
siempre fue alumno brillante, sacaba buenas calificaciones en todas las
materias, gracias a su amigo.
Miguel se fue a la Universidad a estudiar
la carrera de Ingeniero en Electrónica, y Sistemas de Comunicación, siguió
obteniendo altas calificaciones en todas las materias, gracias a su compañero inseparable.
El Duende también se convirtió en buen estudiante,
mejor que Miguel, y siempre estaba a su lado para aconsejarle, ayudarle hasta
en situaciones personales fuera de las aulas.
Miguel se enamoró de una compañera de clases muy
bonita, tenía el pelo largo y negro. Era un poco blanquita, ojos verdes, alta,
esbelta y también muy inteligente, cursaba la misma carrera que él.
Su novia no se daba cuenta de la existencia de su
amigo inseparable, lo que notaba ella que seguido le sacaban las cosas de su
bolsa de mano, que las pinturas de uñas, pinturas de labios y el
maquillaje.
Cuando Miguel se enojó con su novia se consiguió otra,
pero esta no fue del agrado de su amigo que le hacia la vida pesada, cuando la
invitaba a tomar una nieve el Duende le tumbaba la copa, si la invitaba a
tomarse un refresco también se lo tumbaba y la hacía pasar, muchas vergüenzas;
Miguel ya lo sabía, pero no se lo dijo a su novia,
nomás le decía no te preocupes pido otro refresco y despistadamente le jalaba
la oreja a su amigo.
Así pasó el tiempo, terminó su carrera y se fue a
Estados Unidos de América, a cursar su Maestría y Doctorado; seguía siendo un
estudiante maravilloso y fue elegido en un concurso que promovió la NASA entre alumnos destacados
con el fin de preparar un grupo de astronautas que en poco tiempo harían un
viaje a Marte e intentarían un aterrizaje en su superficie con fines de
estudios científicos.
Con el tiempo logró formar parte del grupo de tres
elegidos para hacer ese viaje que duraría tres meses de ida y tres de regreso a
una velocidad varias veces superior a la del sonido.
Llegó el día esperado, y desde Cabo Cañaveral fue
lanzado el Transbordador interplanetario que trataría de llegar y aterrizar en
la superficie de Marte, desde luego que el amigo inseparable de Miguel, también
fue el pasajero invisible en esa misión, quien estuvo siempre atento a todos
los movimientos que dentro de la nave se hacían.
Tuvieron un exitoso aterrizaje, y ya estando en
superficie firme, tornaron muestras de rocas, piedras, arena, fotografías,
etc., y se regresaron, llegando felizmente a la Tierra.
Todos los astronautas hicieron declaraciones a la
prensa mundial y cuando le tocó el turno a Miguel, tuvo que declarar a la
prensa su relación con el duendecillo amigo inseparable, y dijo, gracias a él siempre
fui un estudiante destacado, mientras enseñaba orgulloso a su amigo sentado en
la mano, pero nadie lo vio y siguió hablando, también quiero decirles que es el
primer Duende Astronauta, porque aunque ustedes no lo crean, también viajó con
nosotros a Marte.
Los periodistas incrédulos se miraron unos a otros.
J. ASCENCIÓN JIMÉNEZ F.
TIO CHON