Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez.
Platicando con el Prof.
Francisco Rivera Morales, oriundo de la bella y culta ciudad de Acaponeta, nos
enteramos que en la Atenas Nayarita
hizo sus estudios básicos, que fueron en la Escuela “Labor y Constancia”, que está en el
Cuartel V –“Aunque todas las ciudades tienen IV Cuarteles, así le pusieron…
como ésta estaba a la orilla, después de la vía, pues a la sociedad rancia de
Acaponeta no le gustó que fuera parte de los cuatro cuarteles, entonces le
pusieron el nombre que menciono-. Y precisamente a mi Primaria le decíamos
la del Cuartel Quinto en lugar de
llamarla propiamente “Labor y Constancia”.
Rivera
Morales nació en 1947, y a los 18 años se vino de aquella población norteña a
continuar sus estudios de Preparatoria –que en aquellos años eran dos- en la Casa Fenelon de esta ciudad de
Tepic, donde terminó en esa institución. Pero dejemos al profesor que nos siga
narrando:
“De
ahí pasé a la Escuela
de Leyes, que entonces estaba frente al monumento de la Madre, en las calles de
Allende y Morelia, en ella cursamos hasta el segundo año y luego pasamos a la Universidad Autónoma
de Nayarit. Nos tocó inaugurar dicha escuela, en ese grupo, porque fue el
primer tercero. Ya posteriormente se conformaron los conjuntos de primero,
segundo y tercero, siendo una de las primeras escuelas pertenecientes a la UAN con tres grupos.
Junto
con la Escuela
de Leyes ya estaba consolidada la Normal Superior de Nayarit, que solamente trabajaba
en los veranos, ahí si me titulé porque me entretuvo el gusto por la docencia,
aunque terminé hasta el quinto año de Leyes, pero no me titulé. Además desde
que estaba en esta institución yo ya me desempeñaba como maestro y este
quehacer me fue impidiendo dedicarme exclusivamente a la carrera de abogado,
tan así que solamente litigué dos años, como pasante, y ya me dediqué de lleno
a la carrera magisterial.
En
ese tiempo la misma Normal programó el post grado, la Maestría en Pedagogía y
luego el Doctorado en esta materia y ahí si terminé, me titulé e hice el
Doctorado en Pedagogía, y nada más
terminé como doctorante porque ahí se cortó el programa y ya así quedó.
Debo
aclarar que inicié mi carrera como Maestro a la edad de 14 años, en una escuela
de El Recodo, municipio de Acaponeta, llamada “Las Cuevas”. Era un grupito de
13 alumnos que hacían el viaje al Recodo para hacer su primaria, pero los
padres de los niños se organizaron para crear una escuela, porque sus hijos
tenían que cruzar el río, así que acordaron pagar una parte ellos, otra por el
municipio y la otra por el gobierno del estado, y así empecé a hacer mis
pininos como maestro de educación primaria. Sin embargo esto se truncó porque a
media semana los progenitores de los alumnos me hicieron saber que no pudieron
conseguir ese financiamiento y me dieron las gracias. Era más el entusiasmo de
contar con su propia escuela para que sus retoños no se mojaran al cruzar el
río… Eso fue parte de mi historia pedagógica.
Luego
se creó la Universidad
del Nayar, y ahí empecé a los 21 años a impartir clases en Educación Media
Superior, en Preparatoria, y en Primero de Leyes daba una clase de
Criminología, de esta manera empecé muy chavo. Y esto no es al mérito
profesional sino al mérito de lo que hace el hambre, realmente. Y de que tus
amigos saben que tienes hambre y que necesitas de comer y si alguien tiene por
ahí una fuente de ingreso pues deciden apoyar a este joven… Pero también yo
inicio dando clases en Secundaria a los 18 años. Cuando me vine a Tepic me
encontré al profesor Pedro Castillo Romero, Director de una recién escuela que
acababa de ser fundada y era la “Julián Gascón Mercado”. Él fue mi maestro en
Acaponeta y en ese tiempo nos impulsaba a que saliéramos de allá para venir a
buscar mejores horizontes.
Ahí me dio un grupo de primero con cuatro horas a la semana, y con eso
empecé a tener “algo” para poderme sostener como estudiante en esta ciudad
capital. Porque me vine como quien dice “a ráis” de Acaponeta, nomás con la
bendición de mi madre y con el dicho de mi padre: “bueno, pues ya está grande,
ya sabe lo que hace”.Y me arranqué para acá.
Llegué a la
Secundaria, afortunadamente ya se creó el segundo año y ya
para ese tiempo se hicieron dos grupos, hice ocho horas –gracias al apoyo del
profesor Castillo Romero-.
Y tengo que ubicarme, ya en aquellos
días… A partir de los 18 años, y solamente con los estudios que hice, tenía que
haber algunas deficiencias didácticas y pedagógicas, pero con el apoyo y la
constancia salimos adelante. Creamos un grupo de Oratoria y de Declamación, ahí
en la Secundaria,
y eso me valió mucho, creo que fue mi fuerte.
(Continuará).