Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez
Recordando los juegos de azar,
en el póker cerrado se dan cinco cartas y después de la obligada apuesta de
entrada, tocaba al que hacía la repartición decir que se podían solicitar las
cartas que se desecharan, siempre y cuando tuviera el abridor par de jotos o
más de su valor (como par de reinas o reyes, o ases o cualquier tercia) así
hacía su apuesta y pedía el mismo número de naipes tirados al centro de la
mesa. Los jugadores simplemente pagaban el derecho a continuar o lanzaban las
barajas a un costado perdiendo ese juego, y proseguían los apostadores
siguiendo al que abría, o decía “paso” para dar oportunidad a otro o para
cazarlo en caso de revire. Había lances en que se formaba un buen monte (o “bonche”)
de dinero y se lo llevaba el triunfador.
Las
variantes han sido innumerables, y se han extendido al juego del cubilete, -que
se practica con cinco dados que se introducen en un vaso de cuero o de
plástico, y se lanzan después de batirlos, al tapete o a la mesa destapando el
tiro y jugando con las caras superiores de los “huesos” o dados. Hay:
“legalita”, “tiro mayor”, “chingona”, “todo cuenta, todo vale”, béisbol,
“legalita contando”, “veracruzana”, “chingando al vecino”, “par montero”,
“montero al as”, y un montón de maneras de perder el tiempo y el dinero.
En
todos estos entretenimientos muy comunes en las cantinas y ferias de pueblo,
así como en los hogares de algunos ciudadanos afectos a esta forma de pasar el
tiempo, por lo regular se combinan con la ingestión de bebidas embriagantes y
teniendo lógicamente como resultado, las “alegatos” y pleitos causados por las
chapucerías que los malandrines cometen con el afán de despelucar a los
“ingenuos” que creen en la suerte… Como en el jueguito de las tres cáscaras de
nuez y la bolita que gracias a la destreza del jugador para vertiginosamente de
una a otra hasta que al final pregunta: ¿dónde quedó la bolita? (Y la bolita
está entre los dedos del mañoso burlador que hace creer que está debajo de determinada
cáscara, así que al señalarla con seguridad de haber visto la bolita, pierde
cuando aquel le demuestra que estaba en la que él la deposita (la mano es más
rápida que la vista).
Nosotros
aprendimos al “burro castigado”, al “chinazo”, a “los pares” y a otros juegos
más decentillos y caseros ciento por ciento…
En
Santiago Ixcuintla, cuando las fiestas del Señor de la Ascensión se celebraban
en la Plaza Hidalgo,
frente a la Presidencia,
se instalaban estos desplumaderos por el lado de la calle 20 de Noviembre y
había mesas de póker, de ruleta de mesa y de rifle de copitas, y ahí fue donde
conocimos a los grandes tahúres, talladores profesionales de baraja, galleros y
demás timadores “de peso completo”, que dejaban en la calle a muchos ricos
comerciantes, ganaderos, agricultores y pescadores que gustaban de asistir a
estos eventos con el ánimo de divertirse, echarse unas cervezas o unas copas, y
lógicamente perder sus centavitos (que muchas de las veces eran grandes
fortunas).
Después
pasaron a la playa del río, luego a la Casa
Maus, después por el rumbo de “La Cabaña”, donde fuimos
testigos del despelucadero de muchos paisanos, en su loco afán de “ganarle a la
casa”.
Y
entre brindis y apuestas, meseras y cantadoras, de repente éstos veían que se
esfumaba el capital que llevaban y tenían que retirarse o pedir prestado a los
que –también mañosamente- salían de por ahí alrededor y “a la palabra” los
refaccionaban, como se estilaba en aquellos tiempos de caballeros y que era lo
más sagrado para los hombres de la época.
Ahí
vimos jugar al rentoy, conquián, brisca, paco y muchos juegos que se realizaban
junto con el de los dados que era “el hueso”, teniendo bastante clientela y muy
variada, no se diga las mesas de ruleta y las de los albures, sin descartar las
de los puestos de bebidas de contenido alcohólico, las pistas de baile y
cantada… Aquello eran amanecidas, para después de una buena descansada, vuelta
al barullo… aunque había apostadores que se pasaban las horas detrás de la
baraja sin pegar los ojos… Y no había excusados portátiles…
Hoy
los tiempos han cambiado, ya se han suprimido en algunos lugares, hasta los
palenques y las carreras de caballos, ahora ya no hay juegos de “abre par de
jotos”, hoy se abre en persona con par de lilos que hasta se matrimonian y se
confunden con parejas de manfloras que también ya están permitidas por la ley…
Control… Señores… Control… Nada más falta que permitan que nos gobiernen… o ¿ya
se puede?