Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez
Desde los primeros tiempos del
hombre en esta ex maravillosa Tierra; recuerden a Caín y Abel cuando aquel le
sorrajó el quijadazo de burro al hermano bueno, asesinándolo arteramente por
–según cuentan las sagradas escrituras- envidia y celos-…
Ya
empezaban a aflorar los malos sentimientos en esta vida matraca, por eso ahora
a nadie extraña que siga la explotación, el canibalismo humano, el saqueo, la
ambición y todo lo que usted le agregue, a esto de la sociedad que
supuestamente se integra para proteger al hombre en forma organizada, a través
del mando politiquero.
Allá
en la parva mocedad que vivimos en la cabecera de Santiago Ixcuintla, ya
empezábamos a darnos cuenta de que había unos cabrones mal intencionados que
vivían de la explotación del prójimo, disfrazados de “buenas gentes” que se
aprovechaban de La Palabra,
que era lo de más valor del ser humano porque representaba respeto,
responsabilidad, integridad y honestidad (entre otros valores) y el campesino
–principalmente- la empeñaba como responsiva para obtener crédito y poder
sembrar sus tierras o lograr cualquier otro beneficio propio, que era el de su
familia. Había quien la empeñaba con el ser amado, y aún así había también
quien lo defraudaba. Después se encomendaba a Dios para que los sembrados
fructificaran y tuviera buena cosecha, para darle de comer a sus seres queridos
y pagar la deuda contraída. Solamente que muchas de las veces, el cielo no le
correspondía como era lo esperado, y le mandaba lluvias torrenciales o sequías
o inundaciones… y lo hacían quedar mal, teniendo que pedir una ampliación al
crédito, con los intereses consabidos. A esto hay que agregarle otra gran
calamidad: que los “alivianadores” también eran los dueños de las cantinas y
prostíbulos del poblado, y era lógico que le proporcionaran “de fiado” tragos y
diversión, provocando más problemas al dueño de lo único que tenía precio y
valía oro: La Palabra. Esto
era igual en La Presa,
Villa Hidalgo, Patroneño, La
Panocha, y en todos los ranchos aledaños… Y sigue…
A
algunos -muy pocos- campesinos les iba
muy bien y lograban guardar su dinero para capear otros temporales sin
necesidad de endeudarse, pero luego trajeron las ruletas y demás juegos de
azar, amenizados por las meseras y cantadoras… así como los químicos que
habrían que agregarse a la tierra para “mejorar” los productos… y se acabaron
los pudientes trabajadores del campo, destacando los méndigos explotadores de
éste, que convirtieron el agiotismo en las bases firmes de los negocios
llamados Bancos, que despojaron a los clientes de sus bienes por medio del
papeleo llamado “legal” y nacieron igualmente los Banamexes y Banjidales… entre
los usureros prestamistas que hasta la fecha siguen ocupando cargos públicos,
gracias a las raterías de sus progenitores, de padrinos o de los espaldarazos
de las influencias … y nadie les puede hacer nada, porque el gobierno los
protege, ya que él forma parte del negocio. Habiendo que agregar la droga que
ahora se expende en forma controlada (con marca) a la vuelta de la esquina de
cualquier hogar nayarita…
Recordamos
aquellas tiendas de raya, en las que aprovechándose de la ignorancia y “buena
fe” de los campesinos, les apuntaban en cualquier papel las “cosas” que
necesitaban y les cargaban la mano impunemente –como ahora- y, a apuntillarlo…
hasta que después de despojado, lo meten a la cárcel o lo asesinan. Así se
estila hoy en las cantinuchas, bares, teiboldancers, y karaokes del barrio… y
para acabar con el cuadro, ahora les compran al precio que quieren sus tierras
y propiedades pagándoles en efectivo para luego asaltarlos y despojarlos…
Existe un cabrón que les paga con vales y “cheques de hule” con la promesa
eterna de que en “cuanto robe otro poquito” les palmará… Nunca llega la fecha.
Vemos
con tristeza que los ricos llamados “de abolengo” y los que se suman a la lista
bajo su sombra, siguen siendo los mandamases en los comisariados, en las
presidencias, y en los demás puestos de mando, que continúan “agorzomando” –no
nada más a los campesinos- sino a todo aquel ser humano que tiene la desgracia
de ser pobre y de tener que sobrevivir con el producto de su trabajo honrado,
en el que percibe salarios de hambre… Y nadie hace nada por sacarlo de ese torbellino
implacable de explotación… porque él también está atado de manos ante el
monstruo de la ambición y la soberbia humana.
Control…
Señores… Control… A nadie extrañe la situación, y ya no tardan en aparecer las
consecuencias de estos “renglones torcidos de Dios”, empezando con
Gringolandia, a la que se le aparecerá Judas disfrazado de chino a cobrarle los
intereses de los trillones de dólares que le adeudan, llevándonos entre las
patas con todo y los inteligentudos estrategos de la mal llamada política
mexicana –al servicio, de rodillas, de Obama- y se vendrá la ola amarilla chinaca
a pegarnos en todititita la torre… pero tranquilos… a pesar de todo la venganza
no dejará de ser dulce, cuando los veamos caer –con todos sus tesoros- al
abismo del infierno terrenal… Le cuelga pero no está muy lejano el día…