30 de junio de 2025 Introducción La discusión
sobre la reducción de la jornada laboral en México ha cobrado fuerza en el
escenario nacional. Desde la Confederación Patronal de la República Mexicana
(COPARMEX), reconocemos que se trata de un tema legítimo, relevante y necesario
para cambiar a un modelo de trabajo más justo y sostenible. Sin embargo,
también subrayamos que su implementación debe realizarse con responsabilidad,
conocimiento técnico y sensibilidad hacia la realidad económica del país,
particularmente de las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs), que
emplean al 65% de las personas ocupadas
La experiencia internacional demuestra que los
cambios profundos en materia laboral requieren planeación, diálogo y
gradualidad. Si México progresa hacia una reducción de jornada sin considerar
estos factores, podría afectar gravemente la formalidad, la productividad y la
estabilidad de millones de trabajadores.
Realidad laboral en México: cifras que deben
ser consideradas De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo
(ENOE) al primer trimestre de 2025, el 58.3% de los trabajadores formales
asalariados en el país, equivalentes a más de 13.4 millones de personas,
laboran más de 40 horas semanales. Esta proporción se incrementa en sectores
estratégicos como los restaurantes y el alojamiento temporal (turismo), el
comercio y la construcción.
La reducción inmediata y uniforme de la
jornada podría afectar la continuidad operativa de estas actividades económicas
clave. El impacto sería particularmente grave en las MiPyMEs, donde trabajan
más de 7.3 millones de personas que laboran más de 40 horas semanales.
Cualquier transición debe partir de estas
realidades estructurales y evitar una implementación que derive en
informalidad, despidos o deterioro de las condiciones laborales. Experiencias
internacionales y aprendizajes relevantes Diversos países han reducido sus
jornadas laborales siguiendo rutas progresivas y negociadas.
En Chile, la reforma aprobada en 2023
establece un esquema gradual de cinco años para pasar de 45 a 40 horas
semanales, permitiendo modelos y fórmulas flexibles en las jornadas de trabajo.
Esta experiencia confirma que los procesos exitosos son aquellos acompañados de
políticas de productividad, capacitación y esquemas de adaptación diferenciada.
La Recomendación 116 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) establece principios fundamentales: reducción
paulatina sin afectar ingresos, acompañamiento a sectores vulnerables, y
equilibrio entre bienestar y sostenibilidad económica.
En ese sentido, proponemos que México
construya su propia ruta, reconociendo su diversidad productiva y diseñando un
modelo flexible que resguarde el empleo formal. Condiciones para una transición
viable y sostenible Una reforma de esta magnitud requiere una estrategia de
implementación basada en evidencia y gradualidad. Proponemos que la reducción
de la jornada se aplique por sectores, priorizando aquellos con condiciones
favorables y realizando evaluaciones periódicas de impacto.
Deben contemplarse mecanismos de
flexibilidad que permitan jornadas semanales, quincenales o esquemas adaptados
a cada industria.
Asimismo, deben establecerse
regímenes especiales para sectores de operación continua, como minería,
manufactura, seguridad privada o logística, donde la prolongación de la jornada
es estructural y necesaria. La jornada extraordinaria y su forma de pago debe
analizarse, evitando distorsiones que perjudiquen a trabajadores y empleadores.
Adicionalmente, una implementación sin estas consideraciones podría traducirse
en un aumento de los costos para las empresas, lo cual tendría un impacto
directo en los precios de los productos y servicios, afectando también a los
consumidores.
Diálogo social y criterios técnicos
vinculantes La implementación de la reducción de jornada debe ser resultado de
un verdadero diálogo social entre trabajadores, empleadores y gobierno, con
base en información técnica acordando los límites ordinarios y extraordinarios
de jornada, y deberán definirse excepciones en sectores específicos.
Además, es indispensable armonizar
esta reforma con la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los
Delitos en Materia de Trata de Personas, para evitar interpretaciones
incorrectas del concepto de explotación laboral. Propuestas adicionales para
fortalecer el empleo formal Para incentivar el cambio hacia una jornada
reducida sin afectar el ingreso neto de las y los trabajadores ni sobrecargar a
las empresas, proponemos dos medidas complementarias: la deducibilidad al 100%
de las prestaciones laborales y una revisión de los esquemas del ISR y el
subsidio al empleo. Estas acciones permitirán fortalecer la formalidad y
proteger la capacidad adquisitiva de los trabajadores, al tiempo que brindan
sostenibilidad financiera a las unidades productivas.
Postura de COPARMEX Desde COPARMEX
impulsamos una visión de futuro centrada en el bienestar laboral y la
competitividad. Estamos convencidos de que progresar hacia mejores condiciones
laborales debe ser un objetivo compartido entre gobierno, trabajadores y
empresarios. Coincidimos en que reducir la jornada laboral puede contribuir al
bienestar y a una mejor calidad de vida.
No obstante, advertimos que para que
esto ocurra sin consecuencias negativas, el cambio debe ser ordenado, gradual y
técnicamente sustentado. El compromiso de COPARMEX con un mercado laboral más
justo y competitivo ha quedado demostrado a través del liderazgo que hemos
ejercido en las reformas más relevantes de los últimos años. Hemos promovido un
Modelo de Desarrollo Inclusivo que pone a las y los trabajadores en el centro
de las decisiones, bajo la convicción de que el bienestar de las personas
impulsa el crecimiento económico.
Respaldamos el aumento al salario mínimo, que
ha crecido más de 100% en términos reales desde su desindexación en 2016;
contribuimos a una reforma pensionaria que garantiza mejores pensiones a futuro
mediante una mayor aportación patronal; apoyamos el incremento en los días de
vacaciones, reconociendo el rezago de México en esta materia; y participamos en
la regulación de la subcontratación, combatiendo los abusos y fortaleciendo el
empleo formal. Todas estas mejoras fueron posibles gracias a un diálogo social
auténtico y efectivo.
Sostenemos que la reducción de la jornada
laboral debe implementarse por etapas, con base en evaluaciones periódicas,
acompañamiento técnico y diálogo tripartito.
Es indispensable que se respeten las
diferencias sectoriales y se definan esquemas de flexibilidad. Proponemos
también que se establezcan mecanismos de apoyo para las MiPyMEs, las cuales
serían las más impactadas por una transición sin planeación. Reiteramos que
México puede dar este paso si se construye sobre evidencia, responsabilidad y
diálogo.
Nuestro objetivo es lograr un modelo
laboral más justo y humano, que al mismo tiempo preserve la viabilidad de las
empresas y fortalezca el empleo formal. Una reforma bien diseñada no debe
dividir, sino unir al país en torno a un horizonte de desarrollo con justicia
social y productividad compartida.