Por Aurelio
Morán Cáceres.
Parte
1
Hablar
de Jumatán es hablar de la
Planta hidroeléctrica construida por la Comisión Federal
de Electricidad (CFE), de 1938
a 1941, porque antes de que se iniciara su construcción,
no existía, en la época contemporanea, el poblado de Jumatán; es hablar también
de una parte importante de la historia de la industria eléctrica en México.
Deteniéndonos
un poco para observar este rincón de Nayarit, que estando ahí tan cerca, a
menos de 20 kms. de la ciudad de Tepic, no nos percatamos cabalmente de su
existencia. Viajando hacia el noroeste por la autopista Tepic-crucero de San
Blas, aproximadamente en el kilometro 17.5, encontramos la desviación de menos
de un kilometro, hacia el poblado de Jumatán. Por su singularidad geográfica,
única en el Estado, creemos que podría
ser ubicada en un futuro, por las autoridades competentes, en coordinación con la CFE , para la
planeación en materia de factibilidad turística. Si lo que aquí se escribe
sirve para llamar de atención a este respecto, habrá cumplido su cometido.
Es
preciso hacer un pequeño repaso histórico. En el Estado de Nayarit, de la misma
manera como sucede a nivel nacional, la Industria Eléctrica
surge asociada con la industria textil y azucarera. En 1906, la llamada Casa de
Aguirre, crea la
Compañía Eléctrica de Tepic al poner en operación la Planta Hidroeléctrica
de Tepic, mejor conocida como El Punto; instalación necesaria para mover su
maquinaria en la
Fábrica de Hilados y Tejidos de Bellavista y Jauja, hasta
avanzada la década de los treintas del siglo XX. Era La Casa de
Aguirre, beneficiaria y continuadora de los negocios iniciados en la época del
auge del Puerto de San Blas en el siglo XIX, por la Barrón Forbes
Co., la Compañía
Castaños y otras, todas de capital europeo, Era propietaria
también de los ingenios azucareros de La Escondida y
Puga, así como de plantíos de tabaco, minas, etc., esta Casa monopolizaba gran
parte de la economía nayarita, de 1900 a
1933, se decía que era la dueña de Nayarit.
En
el ámbito nacional, hasta las primeras cuatro décadas del siglo XX, la
industria eléctrica estaba dominada totalmente por empresas de capital
extranjero, que en un principio fueron creadas para el abastecimiento de sus
propias factorías textiles, azucareras y mineras; introduciéndose pronto en la
venta de la energía, como un negocio aparte, para el servicio domestico y para
otros particulares. Lo que movía a estos industriales era obviamente el lucro,
instalando sus generadoras cerca de las concentraciones demográficas ya
establecidas; el desarrollo regional e industrial del país en el largo plazo,
no era problema suyo. En la aplicación de tarifas no existía ningún reglamento
y las exenciones de impuestos eran excesivas.
Para
finales del Porfiriato, las compañías extranjeras controlaban indefinidamente,
las concesiones más redituables para la generación hidroeléctrica, utilizando
las principales corrientes de aguas. Pronto estas empresas entraron en
conflicto con los Estados de la República y municipios involucrados; estos
reclamaban el derecho de control de sus
corrientes hidrológicas, según la constitución de 1857.
Ya
en el período posrevolucionario, lo estratégico de la energía eléctrica en el
desarrollo industrial en general y la creciente demanda, imponía implementar
políticas tendientes a que el Estado tuviera participación, que buscara crear
un Sector Eléctrico Nacional. Con este objetivo se adquiere, por compra, la Hidroeléctrica
de Chapala en 1925; se revisa la aplicación de tarifas y concesiones otorgadas
en 1929 y se crea en 1937, la CFE durante el Gobierno Cardenista, para que se
encargara de controlar las adquisiciones hechas y administrar las inversiones federales en este
sector.
Es
con el Cardenismo cuando la Industria Eléctrica Nacional cobra su real
importancia. Aprovechando la coyuntura de la Segunda Guerra
Mundial, Cárdenas intenta poner a México en marcha, hacía la industrialización,
en vista de que las principales potencias del mundo ocupaban la mayor parte de
sus esfuerzos en la confrontación bélica. Junto con la creación de la CFE , como
punta de lanza, se intenta mejorar y crear la infraestructura necesaria
(carreteras, vías de ferrocarril, teléfono, telégrafo, etc.), se da gran
importancia a la construcción de presas para el riego y para la generación
hidroeléctrica.
Es,
en este contexto de la estrategia industrializadora cardenista (que sentó las
bases para la nacionalización en 1960), que se concibe y se aprueba el Proyecto
Hidroeléctrico de Jumatán, en 1938, solo unos meses después de que se creara la CFE , siendo una de sus
primeras decisiones de construcción para la generación eléctrica, para
realizarse aprovechando las aguas del Río Ingenio, principal corriente
localizada en la cuenca del Río San Blas, y la gran caída que la naturaleza
ofrece, configurando una espectacular cascada.
De
1938 a
1940 se realiza la obra hidráulica de toma conducción y almacenamiento de
aguas. Inicia desde la construcción del canal “La Escondida ”,
con una longitud de 7 km .,
que lleva aguas del Rio Mololoa a descargar en el Río Ingenio. Sobre este Río
se construye la Presa
derivadora de Jumatán, que toma el agua que se utilizará para la generación
eléctrica, conducida a través de otro canal de 1324 metros , hasta un
tanque de almacenamiento; se instala la primer tubería, 368 metros de longitud,
de 40 centímetros
de diámetro, que conducirá el agua precipitada por la gravedad de la caída
mencionada, hasta la “Casa de maquinas” en el fondo, que albergará las unidades
generadoras, a donde se llega cuesta
abajo con un carro movido sobre rieles, por medio de un malacate mecánico, y
tirado por un cable de acero. (Continuará)
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