domingo, 13 de octubre de 2013

El “ingenio” de los presidentes

Por: José Ma. Narváez Ramírez


Allá en los tiempos de “mamá canica” cuando llegaba el nuevo presidente a ocupar el puesto, tenía que echar mano de su ingenio para lograr la entrada de billetes a las arcas –que habían quedado vacías por el edil saliente que las volteaba totalmente- así que era necesario implementar un programa especial para generar el famoso “fondo revolvente” que viniera a nutrir las talegas de los nuevos funcionarios en el poder.
         Para esto se comisionaba a uno de lo componentes del equipo entrante (por regla general al más astuto) y de inmediato se giraba un oficio de comisión para que tuviera “manga ancha” en el desarrollo de su cometido. De esta manera el susodicho integraba unas cuadrillas de empedradores que sacaba de la lista de aspirantes a cuicos y, aunque no supieran un ápice del acomodo de piedras en las calles, inmediatamente pasaban a formar parte del gobierno municipal en calidad de “por mientras”.
         El trabajo era encontrar a los verdaderos trabajadores que se ganaban la vida empedrando calles, pero era una tarea difícil porque no tenían plaza de obreros en el ayuntamiento, solamente eran contratados eventualmente, así que era trabajoso encontrarlos o andaban haciendo labor de albañiles y no estaban disponibles para realizar la obra requerida porque andaban briagos.
         Por ello se relegaba la comisión en un abusadillo cofrade que se las sabía de todas, muchas… Y este sujeto rápidamente se concretaba a pagarles por adelantado a los cuatro o cinco maestros una quincena, mientras se reunían los fondos que constituirían las primeras remesas de billetes contantes y sonantes en el ayuntamiento. Mismas que eran recabadas por los fiscales, que se encargaban de reunir los dineros que pagaban los propietarios de cantinas y burdeles que funcionaban por medio de disimulos y no se había ideado una manera práctica para meterlos a las arcas “raspando muebles” o sea dejando una buena suma para repartirla entre “la tropa”…
         Las mordidas eran superiores a lo que se habían imaginado los nuevos funcionarios, y dejaban tan buenos billetes que el alcalde, de inmediato empezaba a construir su casa por medio de “la justicia de la revolución” y le alcanzaba para darles una corta a sus subalternos.
         Por eso más tardaban en empedrar los supuestos empedradores, que en quedar las calles –a los tres meses- en el mismo estado que al principio. Además, las cuadrillas eran integradas por seis efectivos y seis “fantasmas”… Tal y como se usó y se sigue usando en el asunto de los votos…
         En aquel tiempo era muy buen negocio cobrar mordidas a los “giros negros” y no se dejaba ninguna huella de las tranzas que se hacían por los disimulos –por ejemplo- en las chamacas menores de edad que ejercían el trabajo de meseras y prostitutas, la ampliación de los horarios, los hechos de sangre cometidos dentro del negocio que hasta con la misma ayuda de los genízaros se lograba hacer aparecer que habían sucedido a diez o más metros de distancia –según el parte-  sin faltar la inclusión de “suripantos” en el “róster” normal, y todos contentos.

         Control… Señores… Control… Cualquier semejanza con algún suceso actual, tengan ustedes conciencia de que no es más que pura coincidencia… En la actualidad se sigue haciendo lo mismo…

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