Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez.
No creo que se ocupe citar
a los hombres célebres por sus frases cuando se trata el asunto del hambre y la
miseria –que van agarradas de la mano y se tapan con los mismos pedazos de
trapo-.
El pueblo de Nayarit está inmerso en una constante de hambre
y de miseria provocada por la falta de empleo; un alto número de habitantes
carece de trabajo y la gran mayoría trata de vivir con el producto de su
ingenio que aplica a sus actividades
“comerciales” que van desde pedir limosna o de tratar de vender dulces o chicles
por la calle.
Los que tienen un trabajo de empleados en las tiendas del
centro de la ciudad, apenas ganan lo indispensable para mal comer y tienen que
asistir a las tiendas bien presentados, cuando disponen de dos o tres cambios
de ropa y un par de zapatos o tenis, mal alimentados y con exigencias de
horarios que de siempre sobrepasan las 8 horas reglamentarias que estipula la
ley. Los dueños de los establecimientos aducen que ellos cumplen con lo marcado
y “más” de lo señalado por el salario mínimo, cuando los empleados pagan doce
pesos por cada viaje de ida y vuelta a sus domicilios en destartalados camiones
y aceleradas combis de servicio urbano, en las que sufren de un hacinamiento
rayano en salvajismo.
Además, tienen que comportarse con extrema amabilidad y
atender comedidamente de pie a la clientela –cuando se están cayendo de
hambre-. En algunos casos bajo la supervisión del propietario que los trata
como esclavos sin ninguna consideración o miramiento, ya que alega que “por eso
les paga más de lo que merecen”, y tiene que despedirlos antes de que cumplan
los tres meses de labores para no hacerles contrato o hacerlos firmar un papel
en blanco cuando duran más del tiempo reglamentario. Es muy raro aquel que
cuenta con seguro médico y se dan casos –como en los taxistas- que no tienen
este servicio- amén de las altas cuotas que tienen que rendir a los dueños de
vehículos.
Otros trabajadores son los de gobierno, que si no fuera
porque están sindicalizados, ya los hubieran lanzado a la calle cada tres años
en que se ocupan “de acarreados” para hacer los mitotes de campaña (como
precisan en estos tiempos). Aunque no les cubren los compromisos salariales
como marca la ley, pero ellos se mantienen firmes en sus peticiones y tendrán
que pagarles lo que les deben.
Pero si ellos padecen anomalías con los patrones
provisionales, existen otros trabajadores que hacen sus servicios de pasantes,
y antes de que se reciban son dados de baja porque entonces exigirían las
prestaciones de ley. Por eso vemos profesionistas laborando de taqueros o de
conductores de carros cuando deberían de trabajar como Licenciados en
Administración de Empresas o Licenciadas en Enfermería.
Diariamente vemos en las esquinas de mayor circulación
vehicular, a un grupo de jóvenes que se dedican al comercio ambulante, a
limpiar los carros o a echar maromas o tragar fuego para solicitar una ayuda a
los impacientes conductores que más les urge hablar por sus celulares que hacer
caso a las solicitudes de auxilio que demandan sus congéneres en desgracia.
Claro que hay también viciosos que se aprovechan de esta situación, pero éstos
son fáciles de detectar y más vale no darles nada. Se supone que para eso están
nuestras autoridades para detectar a estas personas y darles ayuda y asistencia
médica.
Conozco a varios “limosneros” que han hecho carrera de su
necesidad, y han consolidado a sus familias, que no se avergüenzan de sus
protectores, por el contrario les corresponden estudiando una carrera para
sostenerse por sí mismos.
Pero… Control… Señores… Control… También conozco a una sarta
de vividores que amparados con la “cruz” de servidores públicos, ostentan
puestos de funcionarios “políticos” que se aprovechan del mismo para medrar a
su favor engañando a la gente diciéndoles y expresándoles por conducto de los
medios, puras mentiras de que les están sirviendo inmejorablemente y que en un
futuro próximo les llegaran carretadas de ayuda, medicinas y de bienes para
beneficio de la comunidad… Estos tipejos no merecen el lugar que la sociedad
les permite ocupar y deben de ser encarcelados de inmediato, obligándolos a
regresar todo lo que se han agandallado, porque no pueden cumplirle al pueblo
ofreciéndoles empleo, porque no le dan fuentes de trabajo, de industrias, solamente
favorecen a la iniciativa privada, a los empresarios, a los explotadores –como
ellos- de la gente que únicamente espera que le consigan un modo de ganarse la
vida, de sacar para la tortilla… de no vivir como arrimado en su propia patria…
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