Por: Emeria Navarro Narváez
Otro de los viajes inolvidables lo realizamos a Mérida
la Ciudad Blanca ,
en la que disfrutamos de bellas y románticas serenatas con música de Ricardo
Palmerín, Guty Cárdenas y Armando Manzanero, entre otros. Nos impresionaron gratamente
las jaranas con sus divertidas “bombas”.
Saboreamos exquisitos platillos como
la sopa de lima y el faisán en mole negro, en una casona del siglo XVIII ¡Otro
mundo! En el río Lagartos me pareció de maravilla el desplante de más de 200
flamingos de color rosado que levantaron simultáneamente el vuelo.
Conocimos
Chichen Itzá la majestuosa capital del antiguo imperio Maya. En ese tiempo todavía se permitía subir
hasta las cimas de las pirámides. Mi esposo, audaz como siempre subió por la
angosta y peligrosa escalinata interior de la pirámide “El Castillo” hasta
encontrarse con un jaguar de piedra y ojos de jade. Francamente yo me devolví
de la mitad por la oscuridad y por los resbaladizos y húmedos de los escalones.
En la pirámide más alta en Uxmal, nos tocó ver la precipitada caída de una
turista quien rodaba cuesta abajo peligrosamente… un valiente lugareño –moderno
Chanoc- salió a su encuentro amortiguando la caída evitando consecuencias
fatales.
Desde
luego, mi desarrollo profesional y mis andanzas en muchas partes de la
república no hubieran sido posible sin el apoyo de mi esposo, mis padres, de mí
cuñada María Pérez Vargas y mi sobrina Alma Bella Vite que convivieron con mis
hijos. Hasta le debo gratitud a dos o tres asistentes en las actividades
domésticas como María, una jovencita de El Trapichillo Nayarit y la
incomparable Lina parlante bilingüe del Náhuatl y Castilla, quien desde los
catorce años se integró a mi hogar proveniente de la huasteca hidalguense,
hasta sus 19 años en que nos la pidieron en matrimonio; actualmente nos visita
frecuentemente y a sus hijos los veo como a mis nietos adoptivos.
En 1974 el
Dr. David Trejo González estaba ocupadísimo en fundar la Escuela de Medicina Humana
de la Universidad
Autónoma de Nayarit –UAN- por lo que renunció a ser director
de la Escuela
de Enfermería “Dr. J. Joaquín HERRERA” haciéndose cargo provisional de
esta institución, la distinguida líder
de enfermería Esperanza Ontiveros Mojica por el lapso de tiempo comprendido de
septiembre de 1974 a
enero de 1975. El ingeniero Ricardo Vidal Manzo, en esa época rector de la UAN nombró director de la Escuela de Enfermería al
Dr. Roberto Mora Rizo. Aunque no teníamos nada en contra de Mora Rizo, este
acontecimiento provocó indignación en nosotras, las docentes enfermeras porque
creímos que ya era hora de que la escuela fuese dirigida por una enfermera y no
por médicos que ni tiempo tenían de atender las necesidades de nuestro plantel.
Como
consecuencia de lo referido surgió un movimiento de protesta de nuestra parte,
con apego a lo establecido en la ley
orgánica de la UAN. El
caso es que tomamos la dirección y no permitimos que asumiera esa función el
Dr. Mora Rizo quien no se opuso, porque la razón estaba de nuestra parte. Las
enfermeras docentes nos presentamos en grupo ante el rector, llevándole una
terna para ser directora integrada por las enfermeras Ignacia García Serrano,
Emeria Navarro Narváez y Margarita González Parra. En esta misma entrevista, el
rector Vidal Manzo entregó el nombramiento como directora de la escuela a la Enfermera Margarita
González Parra, lo que dio lugar a que nos abrazáramos de gusto.
Margarita
González Parra inició su periodo administrativo en Febrero de 1975.
Lamentablemente el horario del que disponía la seño Mago para dedicarle a la
escuela no era el suficiente por la
razón de que simultáneamente ocupaba el cargo desde muchos años atrás, de jefe
Estatal de Enfermería en los Servicios Coordinados de Salubridad, por lo que
tuvo que renunciar a su función de directora de la Escuela de Enfermería en
enero de 1976.
A
continuación es nombrada directora de la Escuela de Enfermería “Dr. J. J. Herrera” mi
amiga y ex alumna la enfermera Silvia Margarita Gómez Domínguez, a partir de
febrero de 1976. Silvia Margarita poseía el liderazgo y responsabilidad
profesional para llevar adelante la marcha de la escuela, pero la ostensible
inestabilidad política de la UAN
y por ende de nuestra escuela, trajo como consecuencia un movimiento
estudiantil en octubre de 1976 que provocó la renuncia de Silvia Margarita como
directora y Olivia Flores Rosales como subdirectora.
Ante este status quo, el Consejo Técnico
de la Escuela ,
máxima autoridad, se vio en la necesidad de ofrecer la dirección interina a
varias docentes enfermeras, quienes no pudieron aceptar por estar
trabajando en las diferentes
instituciones del sector salud y por la complicada situación política que
prevalecía en la UAN.
Finalmente acepta el compromiso la enfermera Andrea Cibrián
Pérez a partir de Febrero de 1977.
Nuestra
entonces joven Universidad, padecía el vértigo de su reciente autonomía para
contrarrestar intereses de grupos políticos intra y extra universitarios sin
embargo cada vez que ésta estaba a punto de extinguirse, resurgía entre las
cenizas como el Ave Fénix.
Mis últimos
años en que presté mis servicios de enfermería al pueblo a través de la Secretaría de Salud del
Estado de Nayarit en mi carácter de Jefe Jurisdiccional de Enfermería y Jefe de
Enfermeras en el Centro de Salud “Juan Escutia” dediqué tres días de la semana
a supervisar el funcionamiento de los centros de salud ubicados en los municipios de Tepic, Xalisco
y Santa María del Oro. Al Nayar acudía rara vez, pues se enviaban brigadas
especiales. No hubo un día igual a otro y aunque regresaba al Centro de Salud
con los zapatos llenos de polvo o de lodo según el tiempo, siempre me sentí
satisfecha de trabajar sintiendo que todo el personal eran mis compañeros y
amigos, emocionándome con las miradas de
gratitud de las personas que pude atender.
En uno de esos viajes
lamentablemente no pude ir a una comisión especial, por lo que encomendé a la
supervisora Dora Luz Gutiérrez Camacho fuera en mi lugar. El caso es que el
vehículo chocó contra una góndola (camión de volteo) al salir de Tepic,
muriendo al día siguiente Mariano Álvarez Romero, nuestro compañero conductor
de la unidad de transporte de Salubridad, y Dora Luz pasó varios meses en la Clínica Hospital del ISSSTE de
Tepic. Casi me desmayé de la impresión.
(Continuará)
Maestra Emeria, me encantan sus relatos, sobre todo por que en ellos incluye a muchas personas que conocí, como la Mtra. Martha Elodia, entre otras que recuerdo con aprecio, que conoci a mi paso por la Escuela de Enfermeria en Tepic, en fin, me evoca recuerdos divinos...Un abrazo
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