sábado, 2 de agosto de 2014

Un excelente artículo el de “Los bules” Santiagoixcuintleños

Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez.


Me había estado insistiendo don Lupe, el “Pata de Palo” González, para que fuera “a la tierra de Dios y María Santísima” a hacerle una entrevista para sacar remembranzas de la zona roja o “bules” del terruño que en sus tiempos (y en los nuestros) hicieron una verdadera época. Y ha sido don Manuel Narváez Robles el que se aventó un artículo muy especial y jocoso de aquel barrio de Ixcuintla que albergó grandes juergas, romances especiales, sucesos trágicos y un sinfín de anécdotas que se acompañaron con ríos de heladas ambarinas y unos tragos de margallate para sedientos borrachos.
          Es cierto, a muchos –por no decir a todos- los pisteadores y cubileteros de aquellos tiempos, que empezaban su alegre calvario por las cantinas del pueblo, al caer la noche se les calentaba la “juerga” y agarraban un carro cerrado para ir a seguir la parranda a aquellos lugares “non santos” y proceder a solicitar los servicios de una suripanta que los acompañara en el pisteo, en el bailongo y en la encerrona, previo acorde pago de una corta por sus servicios galantes.
         Muchas veces se prolongaban estos y daba la casualidad que cerraban el prostíbulo, quedándose encerrados los amantes de ocasión metiéndose en un tremendo lío el cliente que despertaba en medio de la madrugada y no podía salir del nido, mucho menos despertar a la amiga para que le ayudara a conseguir la llave o encontrar al velador, teniendo que hacerle al hombre mosca, a media “peda” y desvelado… cosa nada fácil, porque las murallas estaban altas y eran casi infranqueables…
         Así y todo, muchos salían airosos de la aventura y alcanzaban a llegar al domicilio correspondiente “sin novedad en el frente”, salvo que algunas veces con residuos de pintura de labios en los cachetes, sin un calcetín o sin chónes… Pero esto se salvaba con las mejores salidas o cuentos dignos de Sherezada, la de las “Mil y Una Noche”…
         Pero cualquier caso que se traiga a colación de la vida de aquellos y “aquellitas” que los escenificaron, tengan ustedes que fueron ciertos y que son especiales para figurar en un libro de aventuras… Como por ejemplo las hazañas de los Maridos Oprimidos o los Amigos Verdad, que iban exclusivamente a bailar cadenciosamente con la Orquesta Hermanos Altamirano (que tocaba en el Carta Blanca) y a danzonear hasta las tres o cuatro de la madrugada, con “La Yaca” o con “La Burrichis”, “La Húngara” o “La Puercas”…
         Fue una temporada inolvidable y llena de aventuras… que todavía se siguen escribiendo pero ya no con la misma intensidad, porque la Zona Roja o Bules, ya forma parte de la propia geografía del pueblo, ha perdido su magia y las damiselas se volvieron frías y despersonalizadas… ahora es difícil identificarlas… si son hembras o macho menos… Pero en fin, buen artículo primazo, que despierta los recuerdos juveniles… y los seniles… Saludos.

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