martes, 28 de octubre de 2014

Recordando a Jorge Efraín Altamirano Rojas.

Líneas

Por: José Ma. Narváez Ramírez.

La evocación que hizo el Lic. Francisco Romero “El Coleman”, hace unos días en el Factbook sobre la calle Degollado de Santiago Ixcuintla, me hizo recordar -no solamente a los que nombramos en cascada al avivar los recuerdos- sino a aquél muchacho moreno regordete que bajaba por esa rúa todos los días y en la esquina con la Allende se despedía de su papá adoptivo “El Rebeco” (que hizo famosa la cantina “La Rueda de la Fortuna” y que cobró más renombre por los “célebres” borrachos que la frecuentábamos…) y de su mamá, doña Victoria, quienes lo formaron desde muy pequeño y lograron hacer de aquél simpático chamaco, todo un profesionista, escritor, poeta, profesor, historiador y destacado conferencista… así como amoroso esposo y padre de familia, y sobre todo, gran amigo.
         Era dueño –desde temprana edad- de una insaciable afición a la lectura, así que acompañó los primeros estudios con ese afán de leer todo lo que caía en sus manos, educándose con los mejores libros que podía pedir prestados y los que estaban en la biblioteca pública “Aztlán”. Los principales proveedores de estas fuentes del saber eran el Señor Cura Dn. Demetrio Siordia Cázares, don Florencio Román Curiel, don Pepe Narváez Madrigal y algunos otros que en aquel tiempo cultivaban el hermoso vicio de disponer un espacio en su hogar para instalar un pequeña biblioteca.
         Como he escrito antes, al hablar de Jorge Efraín, fue un chamaco visionario que se acostumbró a remar contra la corriente y que destacaba de los demás muchachos por su extraordinaria afición a aprender, a cultivarse y a participar en los movimientos literarios de las escuelas en donde estudiaba y dentro de la sociedad a la que pertenecía. Fue parte importante en la integración de los planteles: Secundaria Leyes de Reforma y la Preparatoria de Santiago. Ojala le dediquen su nombre a un salón de clases.
Cuando terminó su ciclo preparatorio se vino a la capital nayarita a estudiar en la Escuela Normal, recibiéndose con honores en el magisterio, incorporándose como maestro en su tierra natal. Posteriormente cursó y aprobó con calificaciones extraordinarias la carrera de Abogado en la Universidad Autónoma de Nayarit. Profesión que no tuvo necesidad de ejercer, y realizó un Curso de Maestría en Historia, que después le sirvió para hilvanar conocimientos sobre la historia de su pueblo, incluyendo los Juegos Florales, en los que participó con la brillantez que le caracterizaba, logrando ser Master de ellos, en los que destacó igualmente como Coordinador y Mantenedor de los mismos. También obtuvo primeros lugares en la Feria de las Rosas, de Villa Hidalgo y otros.
Jorge se destacó en la pintura al óleo y en el dibujo, participando en innumerables trabajos que donó a la iglesia del Señor de la Ascensión. Y precisamente también de ahí viene la remembranza, por haber cumplido el Santo de Santiago un aniversario más de su llegada a este pintoresco rincón provinciano que tanto le han cantado los poetas.
Entre sus obras más destacadas figura la edición de Tres Libros sobre la Historia de Santiago, mismos que donó a la parroquia para que con sus regalía fuera pagada parte de una de las restauraciones de la imagen del Santo Patrono.
Su paso efímero –pero significativo- por este mundo, repetimos, deja un enorme legado poético  de gran trascendencia para su esposa María Trinidad López e hijos, y su ejemplo ahí queda para los santiagoixcuintleños que encuentran en el estudio y la preparación, uno de los mejores alicientes para su progreso y desarrollo.
¡Descansa en Paz, amigo!

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