Líneas
Por:
José Ma. Narváez Ramírez
A estas alturas, con la llegada
del aguinaldo y con la esperanza del pago del sueldo del día último del año, y
de los centavillos que tenemos por ahí guardados en el cochinito familiar, pues
estamos estirando la lana hasta el máximo con el firme propósito de que nos
ajusten los dineros, procurando no salirnos del presupuesto y, si Dios no
dispone otra cosa, saldremos adelante para capotear la cuesta de enero y
esperar como cada vuelta de año, el retorno a la dura brega de todos los días.
(Esto es pensando con optimismo… la realidad es otra cosa).
En
esto del estiramiento del dinero, puede darse el caso de que en el primer jalón
se nos vaya gran parte de nuestro capital, y de repente nos encontramos con un
serio déficit que nos obliga a bajar los gastos en las compras de comestibles,
vinos y regalos, ya que en el primer entre se nos fue la lana y nos quedamos
como “la patita” de CRI-CRI, que se puso a comprar todas las cosas del mandado
y cuando llegó a su casa los patitos se pusieron descontentos porque no les
llevó lo que esperaban, y la mamá pato les contestó “coman mosquitos,
cuaracuácuá…”
Esta
va a ser la cantinela de la temporada porque por más estiramientos que le
hagamos a los centavos, no nos van a ajustar para adquirir lo que hubiéramos
deseado, porque el poder adquisitivo del devaluado peso anda por el orden del
centavo –comparativamente- del dólar o de los euros. Lo malo es que los
trabajadores mexicanos seguimos cobrando en puros pesos, y a pesar de que se
viene un aumento en el salario mínimo, este no va acorde con la subida de la
gasolina, el gas y todos los productos de consumo alimenticio. Ya ven a cómo se
fue el jitomate… a 30 pesos el kilo…
A
tiempo estamos de bajarle a la buchaca y restringir los gastos de dispendio
navideño, aunque ahora no nos sea posible mercar –por ejemplo- un guajolote
adobado en las tiendas de descuento, que vale unos 800 pesos el que ocupamos
para una cena de 7 componentes familiares, 250 de la botella de tequila para
brindar por la Navidad
y dejar un restillo para la velada de año nuevo… solamente que estamos
acostumbrados a empacar de a botella por cabeza y no hay dinero que ajuste, en
este caso de pobreza lo mejor es ponerse a dieta de todo: de alcohol y de
comida… -Esto es en caso de que usted no quiera pasar de méndigo los días de
enero-.
Solamente
que a estas alturas del partido… la neta es que ya nos gastamos casi toda la
mayor parte del aguinaldo y le andamos mordiendo los asientos al sueldo… así es
que como estamos acostumbrados a la gastadera, y somos muy valientes (por no
decir otra cosa más fea) nos obligamos a festejar sin andar de pichicatos y a
decir ¡salud! Aunque el día de mañana no nos quede otra cosa que ir a empeñar
lo que no tenemos…
Así
que Control… Señores… Control… Hay que chupar hasta que el cuerpo aguante y ya
después a amarrarnos la tripa hasta decir: “Al cabo va a renunciar Peña Nieto y
van a bajar las imposiciones de las reformas hasta la altura de un pozo”…
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