lunes, 22 de diciembre de 2014

Los estirones de fin de año

Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez


A estas alturas, con la llegada del aguinaldo y con la esperanza del pago del sueldo del día último del año, y de los centavillos que tenemos por ahí guardados en el cochinito familiar, pues estamos estirando la lana hasta el máximo con el firme propósito de que nos ajusten los dineros, procurando no salirnos del presupuesto y, si Dios no dispone otra cosa, saldremos adelante para capotear la cuesta de enero y esperar como cada vuelta de año, el retorno a la dura brega de todos los días. (Esto es pensando con optimismo… la realidad es otra cosa).
         En esto del estiramiento del dinero, puede darse el caso de que en el primer jalón se nos vaya gran parte de nuestro capital, y de repente nos encontramos con un serio déficit que nos obliga a bajar los gastos en las compras de comestibles, vinos y regalos, ya que en el primer entre se nos fue la lana y nos quedamos como “la patita” de CRI-CRI, que se puso a comprar todas las cosas del mandado y cuando llegó a su casa los patitos se pusieron descontentos porque no les llevó lo que esperaban, y la mamá pato les contestó “coman mosquitos, cuaracuácuá…”
         Esta va a ser la cantinela de la temporada porque por más estiramientos que le hagamos a los centavos, no nos van a ajustar para adquirir lo que hubiéramos deseado, porque el poder adquisitivo del devaluado peso anda por el orden del centavo –comparativamente- del dólar o de los euros. Lo malo es que los trabajadores mexicanos seguimos cobrando en puros pesos, y a pesar de que se viene un aumento en el salario mínimo, este no va acorde con la subida de la gasolina, el gas y todos los productos de consumo alimenticio. Ya ven a cómo se fue el jitomate… a 30 pesos el kilo…
         A tiempo estamos de bajarle a la buchaca y restringir los gastos de dispendio navideño, aunque ahora no nos sea posible mercar –por ejemplo- un guajolote adobado en las tiendas de descuento, que vale unos 800 pesos el que ocupamos para una cena de 7 componentes familiares, 250 de la botella de tequila para brindar por la Navidad y dejar un restillo para la velada de año nuevo… solamente que estamos acostumbrados a empacar de a botella por cabeza y no hay dinero que ajuste, en este caso de pobreza lo mejor es ponerse a dieta de todo: de alcohol y de comida… -Esto es en caso de que usted no quiera pasar de méndigo los días de enero-.
         Solamente que a estas alturas del partido… la neta es que ya nos gastamos casi toda la mayor parte del aguinaldo y le andamos mordiendo los asientos al sueldo… así es que como estamos acostumbrados a la gastadera, y somos muy valientes (por no decir otra cosa más fea) nos obligamos a festejar sin andar de pichicatos y a decir ¡salud! Aunque el día de mañana no nos quede otra cosa que ir a empeñar lo que no tenemos…

         Así que Control… Señores… Control… Hay que chupar hasta que el cuerpo aguante y ya después a amarrarnos la tripa hasta decir: “Al cabo va a renunciar Peña Nieto y van a bajar las imposiciones de las reformas hasta la altura de un pozo”…

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