28 de mayo de 2025.- Introducción: Una reforma judicial sin garantías
democráticas El próximo 1 de junio, más de 800 cargos judiciales estarán en
juego en un proceso sin precedentes que definirá el rumbo del Poder Judicial en
México.
Esta elección es histórica por su magnitud y los riesgos que
implica. Lo que debería ser una transformación hacia un Poder Judicial más
fuerte, transparente y profesional, ha derivado en un proceso opaco,
improvisado y manipulado. Hoy estamos ante una elección que no fue planeada
para mejorar la impartición de justicia; fue diseñada para controlar al Poder
Judicial.
El resultado de este ejercicio será un sistema debilitado,
expuesto a intereses partidistas y del crimen organizado. El desarrollo y
preparación de este proceso ha puesto en evidencia múltiples deficiencias que
generan inquietudes sobre su legalidad, imparcialidad y transparencia. La
fragilidad que rodea al nuevo sistema de justicia no es producto del azar sino
resultado de una reforma mal diseñada y apresurada.
La ausencia de criterios técnicos claros, la improvisación
del proceso electivo y la falta de un diagnóstico serio previo, han derivado en
un modelo débil, permeable a intereses políticos y vulnerable a la desconfianza
ciudadana. Lo que está en juego no es solo quién juzgará sino cómo se impartirá
justicia en nuestro país.
La elección judicial,
en lugar de haberse concebido como un mecanismo para fortalecer las
instituciones de justicia, ha sido utilizada como una herramienta política.
Desde su origen advertimos que la reforma no partió de un diagnóstico técnico
de mejora institucional, sino fue configurada bajo la lógica de control.
En lugar de garantizar un sistema más independiente y
profesional, se impulsó una reconfiguración que prioriza la lealtad sobre la
idoneidad, debilitando los contrapesos y comprometiendo la imparcialidad del
Poder Judicial.
Desde hace más de 30 años, en COPARMEX hemos impulsado la
participación ciudadana como un pilar democrático.
Hoy, a pocos días de esta elección, alzamos la voz ante un
proceso que no fue consensuado con las distintas fuerzas políticas, ha
abandonado la imparcialidad, la transparencia y la técnica, y que está siendo
utilizado como herramienta política y no como mecanismo de fortalecimiento
institucional.
Nos encontramos frente a un momento decisivo. Observamos y
señalamos las deficiencias de las diversas etapas que integran el proceso
electoral del Poder Judicial con las herramientas ciudadanas que nos quedan, o
dejamos que la justicia en México quede sujeta a intereses ajenos a la
justicia.
La elección está cerca y tenemos la posibilidad de revertir
esta reforma con la observación ciudadana para registrar irregularidades,
inconsistencias y errores. Irregularidades que comprometen la independencia
judicial El proceso que estamos presenciando no se limita a una elección más.
Las campañas por cargos judiciales han adoptado prácticas propias de la
política partidista, alejándose de la evaluación técnica y de méritos.
Se han registrado estrategias populistas centradas en 1
“legitimidad popular”, dejando de lado la trayectoria, formación y criterios
jurídicos de quienes aspiran a ser juezas, jueces y magistraturas.
Reconocemos excepciones con candidaturas que sí cumplen con
los perfiles deseados para personas juzgadoras, sin embargo, una gran cantidad
de candidaturas no cubren los requisitos.
Estas prácticas no solo erosionan la credibilidad del
proceso, también socavan la confianza ciudadana en la impartición de justicia.
La independencia judicial no puede depender de simpatías
electorales ni de lealtades políticas. La justicia no se elige por aplausos, no
es un concurso de popularidad; se construye con autonomía, formación,
conocimiento y vocación de servicio.
Además se añade la
imposibilidad real de que la ciudadanía conozca adecuadamente a las personas
candidatas. No se ha garantizado un proceso transparente de difusión de
perfiles, trayectorias ni propuestas.
La falta de
información pública, estructurada y confiable impide ejercer un voto razonado.
Sin criterios claros ni evaluaciones técnicas disponibles, los electores
enfrentan una boleta llena de nombres sin rostro ni contexto.
Esta opacidad no es menor: imposibilita el escrutinio público
y convierte el voto en un acto desinformado que, lejos de fortalecer al Poder
Judicial, lo deslegitima desde su origen.
A esto se suma un
entorno marcado por la opacidad y la violación del marco jurídico. La falta de
reglas claras, la improvisación en las etapas del proceso y la intervención de
actores políticos ajenos al Poder Judicial, configuran un escenario
profundamente alarmante.
No se trata de observaciones menores: se trata de una
alteración estructural al funcionamiento del Estado de derecho.
La vigilancia ciudadana: último bastión democrático Ante la
desinstitucionalización progresiva que estamos presenciando, la participación
activa de la sociedad civil es hoy más urgente que nunca.
La observación electoral no es un trámite, es una forma de
resistencia democrática frente al autoritarismo. Documentar, visibilizar y
denunciar las irregularidades del proceso judicial representa el último dique
frente a su captura por intereses ajenos a la legalidad.
La elección judicial no debe convertirse en un teatro
electoral que sirva a propósitos políticos de corto plazo. Lo contrario: lo que
está en juego no es solo la legitimidad de los nuevos ministros, jueces y
magistrados, sino la capacidad del país de garantizar justicia imparcial para
todas las personas.
Observadores ciudadanos: presencia estratégica en el país
Reconociendo la gravedad del contexto, hemos desplegado una estrategia nacional
de observación. Más de 215 personas observadoras, registradas y capacitadas
formalmente ante el Instituto Nacional Electoral, forman parte de nuestro
esfuerzo coordinado para vigilar este proceso. Esta red cubre el 60.6% de los
distritos electorales federales, lo que representa más del 65% del territorio
nacional.
Conscientes de que este proceso electoral judicial incluye
elecciones en 19 estados del país, hemos prestado particular atención a
entidades como Veracruz y Durango, donde coinciden procesos distintos sin
garantías de orden ni claridad.
Esta mezcla institucional atenta contra 2 la calidad
democrática del proceso genera confusión en el electorado y abre la puerta a
múltiples formas de manipulación política. Como antecedente inmediato, en el
proceso electoral de 2018, se registraron poco más de 38 mil personas
observadoras.
Hoy, esa cifra se ha
multiplicado de forma inédita: se han presentado 316 mil 498 solicitudes, un
incremento del 732.89%. Sin embargo, apenas 139 mil 538 han sido acreditadas.
Más aún, 48 mil 360 solicitudes fueron rechazadas por estar vinculadas a
partidos políticos, programas sociales o candidaturas, lo que demuestra el
intento de ciertos actores por infiltrarse en la observación ciudadana,
desvirtuándola.
Estos datos no pueden ser ignorados. Nos alertan sobre la
necesidad de defender la observación electoral como una herramienta legítima,
neutral y profesional.
Postura COPARMEX: Defender al Poder Judicial es defender a
México La ciudadanía debe ser el contrapeso que esta elección no garantiza
Desde COPARMEX afirmamos con claridad: esta elección judicial no cumple con los
requisitos de una verdadera reforma. No garantiza independencia, ni
profesionalización, ni certeza.
Por el contrario, abre
la puerta a la captura del Poder Judicial y genera incertidumbre económica y
jurídica para todo el país. Frente a ello, no vamos a quedarnos cruzados de
brazos.
Continuaremos desplegando observadores, documentando
irregularidades y denunciando todo intento de manipulación. Nuestra exigencia
es puntual: que cada cargo judicial sea ocupado por personas con conocimientos,
méritos y compromiso constitucional.
En este contexto, la observación ciudadana es el último dique
frente al debilitamiento de la justicia. Reafirmamos que la legalidad no se
vota, se defiende. La imparcialidad no se negocia, se protege.
Hoy, más que nunca, hacemos un llamado contundente: la
sociedad debe asumir el papel que el proceso institucional ha dejado vacío.
Defender al Poder Judicial es defender la democracia, la economía y el futuro
de México.
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