Por: Lorena Meza Reyes
Muchas veces he coqueteado con la
idea de escribir un libro. De hacerlo, lo haría con las muchas anécdotas que en
poco más de dos décadas de cubrir el Poder Legislativo de Nayarit he podido
presenciar. Y es que, estar presente durante las discusiones de los diputados,
legislatura tras legislatura, me ha permitido, en buena medida, ser testigo de
la historia de Nayarit. Al menos, como dije líneas atrás, durante los últimos
veinte años.
No solo he visto los mismos
rostros regresar una y otra vez al legislativo, constantemente, atacando con
vehemencia lo que antes defendían como si en ello se les fuese la vida, negar a
los padrinos políticos que los encumbraron y que antes eran motivo de orgullo,
también los he visto decir auténticos disparates que no tienen otro propósito
que el de enaltecer su propia imagen. No los culpo, si no lo hacen ellos, nadie
más lo hará.
Tal es el caso de la diputada Belén. La legisladora, hay que decirlo, representa un parteaguas en la historia del congreso local, pero tal vez no por las razones que usted, que me hace el favor de leerme, se imagina. No es por su origen étnico, que le permitió acceder a las acciones afirmativas que la hicieron diputada no una, sino dos veces seguidas; tampoco es, precisamente, por su condición de legisladora reelecta y por haber tenido la oportunidad de legislar durante seis años; mucho menos por su trabajo legislativo, que es más bien gris, opaco y ni qué decir de su trabajo en favor de los suyos, quienes se han quejado públicamente del olvido y hasta de los supuestos fraudes en que la legisladora ha incurrido con artesanos. No me crean a mí, eso dicen integrantes de los pueblos originarios y sus testimonios han quedado consignados en videos y en sendas declaraciones.
Les cuento: una de sus últimas
ocurrencias, fue afirmar que solo con la llegada de la cuarta transformación a
Nayarit, los integrantes de los pueblos originarios comenzaron a tener
representación en los espacios de poder. Y yo no discuto que ha sido una de las
directrices del movimiento de López Obrador la reivindicación de los pueblos
indígenas, eso nadie lo puede cuestionar. Lo que me llama la atención es la
ignorancia de la legisladora.
Por ser Nayarit una entidad con
fuerte presencia de los cuatro grupos étnicos que aquí habitan es muy posible
que los pueblos originarios estén presentes en la integración de las
legislaturas estatales desde la primera mitad del siglo XX, sin embargo, consignamos
la primera de la que se tiene registro en el año 87. Con la llegada del
gobernador Celso Delgado y su intención por destacar la importancia de Nayarit
como cuna de la mexicanidad, incorporó -sin acciones afirmativas que lo
obligaran a ello- a la XXII Legislatura a los primeros diputados pertenecientes
a pueblos indígenas. Desde entonces, varios diputados con ascendencia indígena
han transitado por los pasillos del congreso del estado. Unos, han visto por su
gente, la mayoría, solo portan los hermosos atuendos que los identifican como
parte de una comunidad indígena, pero poco o nada han hecho por los suyos. No,
la diputada Belén no está en lo correcto cuando afirma que la representación de
los pueblos originarios es reciente en el congreso de Nayarit, lo que sucede,
es que esta no se ha reflejado en mejores condiciones de vida ni en el respeto
a quienes pertenecen a esos pueblos de los que tan orgullosa dice sentirse.
Últimamente desde tribuna reparte para compañeros de la oposición e incluso de su misma bancada a grito abierto señalamientos carentes de argumentos que dan muestra de “seguridad” no así de razón.

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