Por Florentino Cordero
Al principio parecía una ocurrencia, ir
a visitar desde Tepic la zona de desastre propiciada por el
huracán Willa. Nos habíamos reunido alumnos de la carrera, futuros
abogados de la Escuela Comercial las Américas; algunos elementos de
Asociación Mexicana de Periodistas Leona Vicario y el director
de la fundación RAADEN. Algunos de nosotros no nos conocíamos entre
sí pero nos unía el destino ,llegar a la zona siniestrada Y tratar
de aportar un granito de arena.
La mañana del sábado cuando nos
trepamos todos al camión, unas palas, un recogedor, algunas
despensas hechas por los alumnos. Aunque en el ambiente había cierto
optimismo, en el fondo sabíamos que era una ardua tarea la que nos
esperaba. Intentaríamos algunos de los que íbamos, de llevar un
poco de esperanza a las personas que lo habían perdido todo en la
zona baja de Tuxpan, pero regresamos a Tepic con el corazón henchido
de buenos propósitos y alegría. El ver esa gente, nos enseñó la
solidaridad y conocí grandes seres humanos, sin titulo, ni puesto.
Alimentos para todos donde todos éramos desconocidos. Unidos por una
sola meta. Nosotros íbamos ayudarlos pero ellos no lo saben, ellos
nos ayudaron a nosotros.
Era el momento de decidir si acudimos
como futuros abogados, reporteros, médicos o alguna profesión que
trajéramos empapelada por ahí; eso ya no importaba porque lo único
que se necesitaba eran las manos para sacar el lodo, la pestilencia y
la podredumbre de las casas. Era el momento de decidir si vamos a
hacer reporteros, hoy vamos a meter las manos, en esta ocasión
traemos pocas gráficas, pocos videos pero muchas historias, como la
de Señora jazmín quién me dijo que un vecino abrazo a sus hijos en
un poste del interior de la casa pero la corriente y la anegación
fue tal que ellos murieron abrazados en el interior de su hogar. Aquí
se acaba el mito del saldo blanco.
Me llevo en la memoria gráfica de mi
corazón y no la de mi Micro SD las botas negras recien boleadas del
Soldado que supuestamente atendía el lugar del comedor, mientras
nosotros nos adentramos en una de las colonias que había sido
devastada por el huracán, metro y medio de agua, 60 cm de lodo,
contrastando con una señora que se me acercó y me dijo el
“Gobernador nadamás reparte agua", y siguió, nosotros
no hemos podido contar con el apoyo del presidente municipal.
Denunció que el kilo de huevo está a 80 y el kilo de pollo a 140
pesos. Los vecinos se enojaron con el dueño de la tienda y mejor se
la clausuraron. De la PROFECO nadie sabe.
“¿Quieren camarones a la diabla?"
la pregunta más extraña como citadino que pudiera pasar por mi
mente pues toda la mañana nos habían ofrecido tortas, sándwiches,
pero entonces me di cuenta que estamos en una zona costera y que el
producto de camarón, tal vez sea uno de los ingredientes mas a la
mano. Lo curioso de todo esto es que no te preguntaban a que habías
ido, ni qué estabas haciendo, solamente te entregaban el vaso de
agua, las botellas con agua, para que pudieras hacer tu trabajo, para
que pudieras continuar. Un mensaje entró de de pronto en mi teléfono
y me avisaron que el Gobernador había despedido a alguien porque
había ido hacerse pendejo. Muy bien señor gobernador, pero ese tipo
no es el único.
Todas estas historias que les estoy
contando, sobre todo las de asistencia son de personas que están
fuera del país y mandaron dinero para que las familias que no habían
padecido este problema hicieran tortas, tamales y los entregarán. Me
enteré que en la ciudad de Acaponeta unos jóvenes, jóvenes que
viven en Estados Unidos, mandaron para comprar dos grandes puercos y
hacerlos al estilo de puerquito echado. Ahí donde estábamos en la
zona de Tuxpan en lo que ellos llaman Barrio La Fortuna, los
parientes que vivían en alguna zona de Illinois habían mandado
dinero para que los padres hicieran tortas y tacos, la señora que
reparte los tacos me dijo “de aquí nos vamos a Pericos, allá
nadie está apoyando todo lo quiere repartir aquí en el centro".
Las historias se iban sumando. Otra Doña
se me acercó con un joven con síndrome de down y nos pidió una
despensa, el que capitaneaba este encuentro Alejandro Márquez, un
periodista muy prestigiado que tiene un periódico que se llama El
Orión, le entregó eso y además agua. Otra lección, la
señora se fue a su casa, pero el chavo se quedó y se trepó a
una de las camionetas y acompañó a los que estaban entregando
comida porque él también quería ayudar.
No sé si todo el estado pero en la zona
donde estuvimos, la autoridad solamente estaba en la entrada del
pueblo, ojo, tratando de impedir la entrega a las personas. Un hombre
que llevaba despensas me contó que una autoridad Federal le había
pedido dinero para poder pasar si no, no lo iba a dejar pasar con el
producto. Al convoy que íbamos nosotros encabezando intentaron
pararlo, pero nos bajamos a decirle que traíamos despensas, traíamos
palas y que nos íbamos a alejar de donde ellos estaban entregando de
esta manera podríamos llevar algo de ayuda en una zona donde ellos
no estaban atendiendo. Mientras escribo estas notas me informan
que un regidor de la zona de Tecuala del PRI estuvo acaparando las
despensas.
Cuántas cosas eh aprendido hoy, la más
importante es que solamente el pueblo le tiende la mano al pueblo,
sin importar los nombres, los rangos, ni a que te dediques. La zona
siniestrada necesita nuestro apoyo no solamente ahora porque
probablemente no podrán levantarse en algunos meses, el gobierno del
Estado les está entregando colchonetas lo que ellos necesitan son
colchones, el Gobierno Federal dicen ha declarado la zona como
desastre pero hay que estar muy atentos porque podrían terminar con
una cubetita, una escoba y un cuartito de arroz como el apoyo,
mientras ellos dicen que mandan miles de millones de pesos para
levantar a Nayarit.
Por mientras el pueblo no les cree nada. Hay
muchísima desconfianza en esa zona siniestrada. Como le dije a una
señora, ustedes se van a levantar porque son un pueblo grande
no tienen por qué estar esperando que el gobierno venga. A todos lo
que pudieran leer lo escrito, esto apenas comienza, la zona
siniestrada tal vez se levante en tres o cuatro años. Así que
¿quién se apunta?