El 25 de noviembre día internacional eliminación de la violencia contra mujeres.
Los nombres de tres
mujeres dominicanas, conocidas como las hermanas Mirabal, son desde 1981, el
símbolo del Día Internacional “No Más Violencia Contra las Mujeres”. María
Teresa, Minerva y Patria Mirabal, fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960
por orden de la dictadura trujillista. He aquí un recuento de su larga lucha
contra una de las dictaduras más sanguinarias del continente.
Cuarenta y tres años
después, la presencia de estas valientes mujeres que desafiaron a una de las
más sanguinarias dictaduras de nuestro continente, se renueva en la obstinada
memoria colectiva más allá de las fronteras dominicanas. Monumentos, un museo,
una película, varios libros y cientos de páginas escritas, dan fe de esta
persistencia.
Patria Mercedes (1924),
María Argentina Minerva (1926) y Antonia María Teresa Mirabal (1935), nacieron
en un lugar llamado Ojo de Agua, pequeña localidad de Salcedo. Su padre,
Enrique Mirabal, era comerciante y hacendado. Su madre, Mercedes Reyes Camilo,
ama de casa.
Al terminar sus estudios
primarios, Patria y Minerva y otra hermana suya, Adela, fueron enviadas a
estudiar al colegio Inmaculada Concepción, en la provincia de La Vega. De las
cuatro hermanas, Minerva fue la que destacó por su gran inteligencia y
personalidad. Algunos biógrafos no pueden dejar de destacar que “la belleza de
Minerva fue legendaria”.
Un inicio trágico
En su novela, En el tiempo
de las mariposas, la escritora dominicana, Julia Alvarez, narra cómo el
dictador Rafael Leonidas Trujillo, al conocer en una fiesta a Minerva Mirabal,
quedó impresionado y decide conquistarla. Asediada por el dictador en varias
oportunidades, Minerva abofetea a Trujillo en una fiesta, por propasarse en sus
atenciones. “Hemos oído historias de jóvenes drogadas, luego violadas por el
Jefe”, dice.
La cadena de desaires de
la familia Mirabal con el régimen alcanza su clímax cuando el padre y sus hijas
deciden retirarse de una fiesta, desatando la cólera del dictador por
considerarlo “una grave ofensa”. A Rafael Leonidas Trujillo no le bastaron las
disculpas de Enrique Mirabal, quien a instancias de sus amigos, se vio obligado
a enviarle un telegrama con sus excusas.
Pocos días después,
Mirabal fue detenido y llevado a una prisión, y posteriormente lo seguirá su
hija Minerva, acusada de complotar contra el régimen. Un riguroso espionaje en
torno a la familia Mirabal llevó a la conclusión que la joven tenía estrechas
relaciones con miembros del Partido Socialista Popular.
Varias semanas duró la
prisión de padre e hija. Finalmente, el cerco se estrechó para Enrique Mirabal,
quien murió en diciembre de 1953, luego de haber sido sometido a torturas y
humillaciones durante su permanencia en varias prisiones.
Mariposas en acción
La fuerza de los
acontecimientos y el paulatino convencimiento, de parte de Minerva, de luchar
para derrocar a Trujillo, consiguieron una transformación en su vida y por
ende, en la de sus hermanas, Patria y María Teresa. Aunque biógrafas y
biógrafos coinciden en destacar que de las tres, fue Minerva la que se puso a
la delantera.
Con el nombre de
“Mariposa”, Minerva entró de lleno al trabajo clandestino. Leandro Guzmán,
esposo de María Teresa, recuerda hoy que Minerva no sólo se enfrentó a
Trujillo, sino que llevó a la práctica su oposición, como principal gestora del
Movimiento de Resistencia Interna, creado a pocos días del triunfo de Fidel
Castro en Cuba.
La primera asamblea de
constitución del nuevo movimiento se realizó el 10 de enero de 1960, en la
Hacienda de Conrado Bogaert. En honor al sacrificio del grupo de rebeldes que
formó parte de una expedición armada procedente de Cuba y que aplastada por la
dictadura, el grupo decidió denominarse Movimiento Clandestino 14 de junio.
En esa asamblea
clandestina, sólo estuvieron presentes dos mujeres, Minerva Mirabal y Dulce
María Tejada Gómez. Y aunque Minerva es señalada como la iniciadora de ese
movimiento, fue su marido, Manolo Tavares y su cuñado Leandro Guzmán, quienes
formaron parte de la directiva. Días después, una delación llevó a los
servicios secretos del régimen, informes sobre el grupo y los nombres de sus
integrantes. Inmediatamente fueron encarcelados, Manolo Tavares, Leandro
Guzmán, luego Minerva y más tarde su hermana María Teresa, entre otros.
Presencias nocturnas
Con los días, nuevas
detenciones alarmaron a un sector de la clase alta dominicana. Los padres de la
mayoría de los y las jóvenes encarcelados, tenían vínculos muy estrechos con
Trujillo. Esta situación fue el caldo de cultivo que aceleró la caída del
régimen. La intervención de la Iglesia Católica a través de una carta pastoral
condenando estos hechos, también fue determinante.
Meses más tarde, el
régimen desencadenó una de las etapas más represivas que llegó a extremos de
locura, como la orden de asesinar a Rómulo Betancourt, presidente de Venezuela.
En ese momento, el destino de las hermanas Mirabal quedó sellado. En alguna
ocasión, Trujillo declararía que sus dos grandes problemas eran la Iglesia y
las hermanas Mirabal.
Cuando Patria, Minerva y
María Teresa regresaban luego de visitar a sus maridos encarcelados, fueron
objeto de una emboscada por los esbirros del régimen. El hecho fue presentado
como un “accidente”. Se supo más tarde que fueron muertas a garrotazos y que
luego, sus cuerpos fueron colocados en el vehículo en que viajaban y
precipitado al abismo.
“Por lo general, de noche,
las oigo cuando me voy quedando dormida. A veces estoy en el borde mismo de la
inconsciencia, esperando, como si su llegada fuera la señal para poder
dormirme. El crujido de los pisos de madera, el rumor del viento en el jazmín,
la profunda fragancia de la tierra, el canto de un gallo insomne. Sus suaves
pasos de espíritu, tan indefinidos que podría confundirlos con mi propia
respiración”.
Adela, Dedé Mirabal, es la
única sobreviviente de las hermanas Mirabal. Julia Álvarez, la escogió como testigo
privilegiada para conocer de cerca las pequeñas historias cotidianas de sus
hermanas. Julia Álvarez escribió En el tiempo de las mariposas en inglés, su
segunda lengua desde los 10 años, cuando su familia, huyendo de la dictadura de
Trujillo, partió al exilio estadounidense. Para Julia, Dedé ha vivido y vive
para preservar el legado de sus hermanas.
Fuente: Diario internacional
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