Un sainete de carpa, malo y barato

Líneas

Por: José Ma. Narváez Ramírez

Eso es lo que vimos en el desfile del 20 de Noviembre en nuestra descascarada capital del estado, porque aquellos que en su mayoría asistieron a representar a las instituciones educativas, a las fuerzas de control de seguridad y de defensa del pueblo, entre charros y algunos remedos de deportistas, que participaron sin ningún respeto hacia a aquellos que presenciamos una parada que debería ser representativa y que iban –más bien- chiroteando que marchando al compás del tambor y acordes desafinados de las cornetas.

         Antes, los chamacos desfilaban ataviados con trajes típicos de la época que se conmemora, y se mostraban alegres, contentos por la estampa que ofrecían ante sus parientes, amigos y público presente, hoy iban desganados, claramente forzados a entrar a un escenario donde todo podría representarse menos el festejo de una revolución triunfal, digna de ser representada (valga la redundancia) por un Monumento a la Revolución, como el que luce la capital mexicana.

         Triste el desfile del 20 de Noviembre en Tepic, Nayarit. Lo único que lució como todos los años, fue la gallarda participación de nuestros hombres y mujeres charros(as) montados en sus corceles, que lograron los aplausos de todas las personas que a lo largo de la calle México, los contemplaron arrobados.

         Es una verdadera lástima que nuestras tradiciones se vayan empañando con el óxido del desdén, de la falta que hace inculcar en nuestros seguidores, el respeto y el cuidado de festejar con donosura las fechas del pueblo.

         Y solamente falta reprobar la carencia absoluta de educación, del funcionario que presume el cargo de este ramo en el gobierno actual, al comportarse como un barbaján, presumiendo de estupidez y de individuo de baja estofa, al expresarse en forma idiota de la fecha que se conmemoraba y de las personas que conformaban la parada en cuestión.

         El gobernador debe tomar cartas en el asunto.

         Control… Señores… Control… Esto es precisamente lo que está acabando con el civismo –que ya no se imparte en las aulas- y que se ha desatendido en forma sistemática. Lo sentimos por la gente.