LOS TRABAJADORES QUE
HICIERON POSIBLE EL PROYECTO HIDROELÉCTRICO DE JUMATAN.
Por Aurelio MORÁN CÁZARES
Parte
III
Para iniciar con las obras de construcción del
Proyecto Hidroeléctrico de Jumatán, se
recurrió a la mano de obra disponible en esta región. En el poblado de Las
Chivas (Benito Juárez), que hoy ubicamos en el Km. 10 de la autopista
Tepic-Crucero de San Blas, a 8 kilómetros de Jumatán, vivía la Familia Morán Rubio,
formada por el señor Aurelio Morán Rodríguez y la señora Concepción Rubio
Bustamante, dedicados como casi todo el resto de la población a las actividades
agropecuarias. Trabajando como jornaleros y otras ocasiones como medieros,
tanto en la agricultura como en la
ganadería, logrando hacerse, con el tiempo, y con mucho trabajo, de un pequeño
patrimonio para el sostenimiento de su familia.
Los hijos de la familia Moran Rubio fueron: José Carmen (Carmelo),
Geracimo, Tereso, Mónica (mejor conocida como Margarita), Nicolás y Micaela.
En el año de 1938, en
que inician los trabajos de la Comisión Federal de Electricidad en Jumatán, el
primogénito de la familia, José Carmen, contacta con los contratantes de la
obra, encargándose de una cuadrilla de peones brecheros, que empezaron a
despejar el terreno donde debería ser construida la mencionada obra hidráulica,
desde el lugar donde se calculó la ubicación de la Presa derivadora, los
Canales de conducción, el Tanque de Reposo a donde debería llegar el agua por
fuerza de gravedad, hasta la parte que comprende el acceso y el fondo de la
barranca, donde se instalarán las Turbinas generadoras. De igual manera
despejan el área para instalar el primer campamento de trabajadores (campamento
viejo) en la rivera derecha del Río Ingenio a unos cuantos metros de donde el
agua se precipita formando la cascada o El Salto de Jumatán.
Este campamento es
construido con casas con paredes de troncos de la región forrados con piedra y
lodo y techos de hojas de palapa. Para estos trabajos pronto, José Carmen,
incorporó a su hermano Tereso para estar al frente de otra cuadrilla. Roberto
Rivera Hernández que observó en su primera juventud el campamento, nos explica,
en su libro Reflexiones y algo más,
que eran dos grandes filas que sumaban unos cuarenta jacales de cuatro por cuatro
metros, para la vivienda de los peones, que daban figura a la calle principal
con una curvatura que impedía ver su final, rematando con una ramada más grande
que servía de fonda para la venta de alimentos. Los jacales carecían de
servicios sanitarios, para eso estaba todo el monte y el río. En un área
aparte, como de una hectárea, se construyen otras casas hechas de piedra y
adobe con techos de palma, que servían de oficinas, comedor, bodegas,
dormitorios, contaban con servicios de drenaje, agua potable y una planta de
luz que daba servicio de iluminación hasta las doce de la noche, destinadas
para el personal técnico administrativo que dependía propiamente de la CFE. Al centro de este
conjunto se cultivó un bonito jardín con césped y plantas de flores de
diferentes colores; a los ojos de aquel, en ese tiempo, joven observador,
aquello era lo más cercano al paraíso, formado en su imaginación por la
doctrina religiosa.
El último de los
fundadores que iniciaron con la operación de la hidroeléctrica, el señor
Nicolás Morán Rubio, (que en la actualidad cuenta con más de 90 años), nos
comenta que dada la cantidad de personal que laboraba en el proyecto de obra,
todos los sábados y domingos se instalaba a un lado del campamento un
“tianguis” al que acudían comerciantes de muchas partes del Estado, ofreciendo
todo tipo de mercancías: alimentos preparados, carnes, frutas , legumbres,
cereales, ropa, calzado, artículos de ferretería, etc. Se concentraba en este
mercado una buena cantidad de personas, ya que era visitado también por la
población consumidora de toda la región. Nos sigue contando Nicolás Morán, que
todas las actividades del Proyecto eran dirigidas por un Ingeniero, al que
recuerda solo por el apodo de “el charrito”, apodo que aquí mismo le endilgaron.
Este ingeniero se hacía acompañar por un auxiliar, que resultó ser un hábil
administrador y que llegó a ocupar posteriormente el importante cargo de
Gerente de la recién creada División Occidente de la CFE, con sede en Tepic, él era
el señor Daniel Zavala Ayala.
El señor Juan Lizárraga Dueñas, que ocupó el puesto
de jefe de operadores de la planta, fue un elemento muy importante en esta
historia y un personaje muy singular. Como dedicado autodidacta que era,
estudia por correspondencia, mecánica automotriz y electricidad, afianzando los
conocimientos adquiridos con la práctica por su cuenta con los automóviles que
existían en su natal, Copala, pueblo minero de
importancia, en el municipio de Concordia Sinaloa, en la década de 1920.
Llegando a ser un aceptable conocedor de estos oficios, consigue trabajo de
mecánico en una flotita camaronera propiedad de un cubano, en el Puerto de Mazatlán, donde trabajó un
tiempo. Tenía por influencia paterna conocimientos de música, ejecutando
instrumentos como la tuba, flauta y percusiones, llegando a ser parte de un
grupo musical junto con su hermano Antonio. Aproximadamente en 1930 muere su
primera esposa por una “peste” que azota el Puerto de Mazatlán y busca emigrar.
Siendo un hombre de mucha iniciativa, al ver instalado en Mazatlán el Circo “El
Nacional”, solicita y obtiene empleo; sus variados conocimientos le permiten
ser un elemento importante y desarrollar trabajos de mecánico, electricista,
chofer, músico, llegando inclusive a participar en las evoluciones de los
payasos. Un día estando el Circo ofreciendo función en Santiago Ixcuintla,
conoce a quien fue su segunda esposa la señora Natalia Hernández, oriunda del
pueblo de La Escondida,
municipio de Tepic, a donde se van a vivir un tiempo, dejando el Circo.
Estando en la Escondida entre 1938 y 1939, se da cuenta del
Proyecto Hidroeléctrico de Jumatán y se traslada a ese lugar a probar suerte.
Se enrola en un inicio como peón, de pico, pala y machete y de lo que se fuera
ofreciendo; pronto se distingue del resto por sus conocimientos, para
desarrollar trabajos de mayor responsabilidad. Cuando, pasado el tiempo, se le
asigna el cargo de Jefe de Operadores, al iniciar el funcionamiento de la Planta, como trabajador de
base de la CFE,
adquiere la tranquilidad suficiente para desarrollar otras inquietudes
intelectuales, incursionando en las corrientes filosóficas de la Masonería y de la orden
Rosa Cruz.