El 11 de febrero del 2016,
apenas unas horas después de que el entonces poderoso fiscal general
de Nayarit, Edgar Veytia, recibiera por parte de la Universidad del
Álica el doctorado Honoris Causa “por su trabajo en favor de la
seguridad de los nayaritas”, don Oscar González Bonilla me hizo el
favor de publicar en su portal de internet “Nayarit Altivo” un
artículo que titulé “El Negro Durazo y Veytia: cortados por la
misma tijera”. Más tarde también se publicaría en el portal
“Balance Informativo”, gracias a mi amigo virtual Francisco
Floranes.
En
dicho texto y ante la coyuntura que me brindaba el reciente
reconocimiento que se le había otorgado a Edgar Veytia y que
coincidía con el que se le había entregado exactamente 34 años
antes a Alfonso Durazo Moreno -el poderoso jefe de la policía del
Distrito Federal en tiempos del presidente López Portillo-, traté
de resaltar las similitudes entre ambos personajes.
Su
ascenso al poder de la mano de un amigo que llegaba a la cúspide del
poder político, el poder ilimitado que gozaron durante casi un
sexenio, sus vínculos con el crimen organizado en sus diferentes
modalidades y los abusos y actos de corrupción que durante el
periodo de su dominio llevaron a cabo.
Lejos
estaba de imaginar hace un par de años, que el final de Edgar Veytia
tendría también un desenlace parecido al del personaje al que emula
consciente o inconscientemente y menos aún, que tardaría tan poco
en llegarle. Veytia fue detenido por las autoridades de Estados
Unidos en marzo del 2017, y la tarde de este viernes 04 de enero,
después de meses de negociaciones y de la prolongación del juicio
en su contra, por fin el ex fiscal de Nayarit se declaró culpable de
los cargos de conspirar para introducir a los Estados Unidos heroína,
cocaína, metanfetaminas y marihuana. Aunque las cantidades que
admitió haber colaborado para traficar fueron más bien irrisorias,
se estima que el juez pueda dictarle una sentencia de cuando menos 10
años, pudiendo llegar hasta a tres décadas.
Y
sí, Veytia era el rostro más visible de la descomposición de un
régimen, pero no era el único. Llegó a ostentar un poder sin
cortapisas, superior incluso al de su jefe jerárquico, el gobernador
Roberto Sandoval, como lo confirma el ex procurador Javier Germán
Rodríguez en la impecable entrevista que le realizara el periodista
Oscar Verdín y que se convirtiera en el libro “Germán Rodríguez:
así lo viví”, de reciente publicación.
-
¿En el gobierno de Roberto [Sandoval] el que resolvía todo era
Veytia?
-
Sí, todo. Se acostumbraron a eso.
-
¿Se convirtió Veytia en el funcionario de mayor peso del gobierno?
-
Totalmente, era el poder ras el trono. Visible acá el gobernador,
pero la verdad era el otro el que decidía. Yo creo que en muchas
cosas ni siquiera le pedía permiso.
Sostiene
el también ex rector de la Universidad Autónoma de Nayarit.
Sin
embargo, lo anterior no significa que el ex gobernador Roberto
Sandoval haya sido una víctima o que haya sido ajeno a los abusos
cometidos por su funcionario más cercano. En marzo del 2017, un par
de días después de que se diera a conocer la detención de Veytia
en Estados Unidos, en una entrevista que me realizó Jorge Armando
Rocha para Radio fórmula, a propósito del tema, me preguntó que si
yo consideraba que el gobernador desconocía las actividades
delictivas de su fiscal, tal como lo había afirmado en una
conferencia de prensa horas antes. Le respondí al periodista que,
por supuesto no creía semejante mentira, por el contrario, sostengo
que todos ellos formaron parte de una red de corrupción que abarcó
desde el crimen organizado hasta el tráfico de influencias y el
desvío de recursos públicos. La mayor parte del equipo de Roberto
Sandoval encaja más bien con la descripción de una mafia que con la
de un grupo político. Personajes como el propio ex gobernador
Roberto Sandoval, Gianni Ramírez, Carlos Saldate, Raymundo García
Chávez, Francisco García Villela y Roy Rubio Salazar, por mencionar
sólo algunos, hoy caminan por las calles de Tepic, de Guadalajara y
de otras ciudades del país con total tranquilidad, sabedores de la
tibieza del gobierno local y de las redes de complicidad que
tendieron con la nueva administración federal, mismas que les
garantizan impunidad.
¿Podremos
los nayaritas confiar en las autoridades y en el estado de derecho
cuando advertimos que pueden cometerse latrocinios de la magnitud de
los que se han llevado a cabo en la entidad durante los últimos dos
sexenios mientras los responsables no tienen mayor sanción que acaso
un leve golpe en las manos y la permanente acusación verbal que no
se traduce en acciones penales?
Personajes
como el Negro Durazo, como Veytia, Sandoval y otros tantos que
sintetizan lo más podrido y corrupto del sistema político mexicano
seguirán surgiendo a medida que la impunidad prevalezca. Y es que,
al final del día, las complicidades son extensas. Veytia ya no está,
pero nosotros estamos lejos de cantar victoria… apenas le hemos
cortado una cabeza a la Hidra, mientras que el resto gozan de cabal
salud.