Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez.
Hay muchísimas frases acuñadas
por nuestro pueblo, que no son tan célebres como las que dejan para la
posteridad los grandes cerebros. Recuerdo una de ellas, que le escuché a un
joven santiagoixcuintlense que era dueño de una mente privilegiada que le permitía
resolver problemas de matemáticas con facilidad, así como también vencer a los
adversarios que se le enfrentaban ante un tablero de ajedrez, y filosofar con
brillantez a la hora del amigo… Se llamaba Tito y era un bebedor consumado,
aguantador y de larga y simpática carrera en la bohemia apacible de aquel
pueblo de banquetas viejas…
Él
decía del “juego de los reyes” –como le llamaba al ajedrez- que era para tipos
dueños de su tiempo, de los atributos esenciales para llevar la vida con orden
y felicidad: la paciencia y la sagacidad.
Tito
era el hermano menor del popular “Pepas” Manuel Ortiz Pulido, un tipo inquieto
y trabajador que lo mismo se encargaba de pintar los cartelones que en aquel
tiempo se utilizaban para anunciar las películas que pasaba el Cinema Ideal, al
aire libre –sin techo- que anunciaba por las calles, las cintas con ayuda de
Raúl Rolón Ávila, (“Rara Ave”) quien –entre otras cualidades- imitaba el grito
del primer Tarzán del celuloide, y con ayuda de un micrófono conectado a un
aparato reproductor –de batería- montado en un triciclo tripulado por el
“Pepas”, trepado al frente, lanzaba al aire su potente, famoso y fuerte sonido
gutural que atraía al numeroso público que abarrotaba las bancas del cine.
Tito
cuando estaba sobrio, que era en muy rara ocasión, a duras penas y reniegos les
ayudaba. De esta manera fueron ellos los primeros en desarrollar la publicidad
a través de aparatos electrónicos, secundando al viejo “El Gorila” que lo venía
haciendo anteriormente por medio de un gran cono de lámina y aprovechaba el
recorrido a pie por las calles de Santiago para vender “ruido, tostado y bien
dorado”, seguido de una cauda de chavalos mitoteros que lo seguíamos a cambio
de un puñado de cacahuates.
Este
anunciante también promocionaba los bailes en la terminal vieja que estaba en
terrenos de “El Rebaje” gritando: Vámonos al balanceoooo”, y las peleas de box
que se hacían en una de las primeras arenas que había en el pueblo, con la jiribilla
de: ¿Quién pelea hoy? Y los chavos le coreábamos mencionando los nombres de los
pugilistas en turno… Con la promesa de que entraríamos gratis al espectáculo…
como se estila ahora en la Feria…
cosa que rara vez sucedía…
Tito,
cuando estaba pasado de copas –que era casi siempre- soltaba frases vacilonas
que muchas de las veces se pasaban de color y llegaban al insulto, por lo que
la gallada de los zapateros del “Escuadró del Sol”, -en la esquina de las
calles Allende y Juárez- comandados por el Capitán “Chanclas” –don Cornelio
Parra Camacho- lo vacilaba al momento en que pasaba frente a ellos, y en este
trance el muchacho les contestaba con su grito sin respuesta: “Hacerle caso a
cabrones es engrandecerlos”…
Al correr del tiempo esta expresión se hizo
tan común, que se utilizaba en doble sentido diciendo: ¡y ya sabes… cómo dice
el Tito!
Ahora,
cuando los hermanos Ortiz han pasado a mejor vida, traemos a comentario aquella
expresión, porque Tito pregonaba una gran verdad que en esa época y hoy dibuja
con certeza, el engrandecimiento que le da la ciudadanía a los individuos
cabrones, (según el amansa burros: gente mala –como los políticos-) que de
alguna u otra manera siempre se la pasan engañando a los demás con falsedades,
mentiras y poses de redentores, ocupando cargos públicos aprovechándose de
ellos para quedarse con el producto de los impuestos.
Y no
solamente en los cargos esos, sino que también en la presidencia de la
república, en la que vienen desfilando politiqueros corruptos que nos vienen
arrastrando a la crisis y a la devaluación del reducido y re-cogido peso, y al
despilfarro de los recursos no renovables de la nación.
Muy
contados políticos han cumplido con su deber, pero no por ello vamos a
engrandecerlos, sino que simple y llanamente se les agradece que cumplan con lo
que tienen que hacer y que lo hagan bien, pues para eso se les puso y se les
paga.
Pero,
lástima Margarito… que estos han sido muy contados y los rateros abundan en
perjuicio del pueblo mexicano que la mera verdad, de esta cama no se levanta ni
yendo a bailar a Chalma…. Así que Control… Señores… Control… hagámonos el favor
de hacerle el honor a la frase –sino era de él cuando menos la aplicaba- del
amigo Tito, y no les hagan caso a cabrones, porque aparte de engrandecerlos,
los van a chingar más… (Se oye y se ve mal la frase, pero es la pura
neta).