Por:
Emeria Navarro Narváez.
Cuando subíamos al cerro en busca de
plantas, el guía no nos llevaba por los senderos, caminábamos a campo traviesa
para localizar los especímenes. Quedó grabada en la cinta magnetofónica el
grito de Luz Jiménez cuando exclamó: ¡Cuidado con la víbora seño Emeria! yo
voltee para atrás y me di cuenta que
inadvertidamente había pasado sobre una víbora de cascabel que se deslizaba
sigilosamente. –Ni chance de asustarme, solamente nos sobrecogió el grito de la
compañera.-.
Nos encantó ver los pinos llenos
de ardillas que volaban de un árbol a otro equilibrándose con sus esponjosas
colas. Nos causó admiración ver gran variedad
de hermosas orquídeas silvestres y frutos desconocidos. ¡Qué
biodiversidad¡ Cuando cada año, al iniciar la primavera, se registran incendios
en la sierra de San Juan, me embarga honda tristeza de pensar en la irreparable
pérdida de este ecosistema.
Con esta sencilla investigación se lograron
varios propósitos:
1.-Involucrar
a estudiantes universitarios del área de la salud en la investigación del uso
tradicional de los recursos vegetales
2.-Aproximarse
al saber local sobre los recursos vegetales, su aprovechamiento y conservación.
3.-Basar
nuestra tesis profesional, en esta investigación.
4.-Incluir
esta área del conocimiento de medicina tradicional en la currícula de la
carrera de enfermería la que se basa principalmente en la medicina alopática.
Fueron 132 las especies reportadas, 94
silvestres y 38 cultivadas, distribuidas en 55 familias, 11 de las cuales sólo
tienen representantes cultivados.
Destaca el hecho de que los habitantes de
esos lugares y en la época de la investigación, tenían un conocimiento más o menos homogéneo sobre
las especies útiles. En encuesta que aplicamos a los alumnos de las escuelas
primarias de esas localidades concluimos que los niños poseían conocimientos
adquiridos por tradición oral, de parte de sus abuelos y padres, lo que
demuestra que aún había un canal de comunicación y prácticas sobre la medicina
tradicional entre las distintas generaciones.
Dentro de las especies reportadas, además de las ya conocidas en los
mercados de México como la
Cecropia Spp para combatir la hiperglucemia y la Magnolia para el corazón,
son interesantes algunas como: Senecio sessilifolius, una planta de las
compuestas cuyos tubérculos macerados en alcohol se utilizan de manera similar
al peyote Lophophora wiliam sii, para los dolores reumáticos y aliviar el
cansancio. Esta planta recibe el nombre de peyote o peyotillo y en el centro
del país se utiliza en combinados para la esterilidad de la mujer.
También conocimos la
Iresine celosioides L. una amarantácea denominada yerba del
arlomo usada para curar lesiones producidas por el aplomo -una pequeña oruga
fosforescente- que vive en el suelo y a la cual se le atribuye la aparición de
lesiones dermatológicas resistentes a los tratamientos de la medicina
alopática. Según la tradición, hay arlomos machos y hembras y de igual manera en
la yerba respectiva. Como la picadura no se siente, sólo se detecta por la
lesión, por lo tanto no es posible saber si picó una hembra o un macho, como
consecuencia el remedio debe ser una cataplasma de un combinado de las dos
yerbas del arlomo, tal vez variedad de la misma especie. No hace mucho tiempo
Acela y yo cenando en un restaurante recordamos que ella sufrió este tipo de
lesión en un pie, cuando subíamos el cerro. Dicha lesión se le complicó y el
dermatólogo no pudo curársela, hasta que el yerbero- nuestro guía- le aplicó
una cataplasma con las dos yerbas y pronto se recuperó.
Recuerdo que tenía yo algunos 10 años de edad cuando mi mamá tuvo una
llaga en una pierna, con nada se le remediaba e iba en aumento cada día. La
lesión dejo de progresar, mediante la aplicación de un trozo de madera ardiendo
para curar la lesión, produciéndole horribles quemaduras. Según contaban se
trataba de un piquete de arlomo.
Gran número de plantas las emplean los lugareños para aliviar afecciones
de las vías digestivas, de las vías respiratorias y de las urinarias, que son
las causas más frecuentes de morbilidad en la región, esto nos permitió valorar
la medicina tradicional, en este caso la herbolaria, como un recurso importante
para la salud pública digna de conservarse y profundizar en sus saberes, parte
del acervo cultural de nuestros antepasados, que es necesario recuperar y
evitar su desaparición junto con las especies vegetales tan amenazadas hoy en
día.
El uso de plantas silvestres en la
alimentación es escaso, los hábitos alimenticios de los pobladores están más en
relación directa con los productos agrícolas que ellos mismos obtienen. Incluso
algunos los consumen solamente como golosinas como es el caso de “los agritos”
una anacardiácia, Rhus schiedeana Shl., y otras como la yerba del venado, que
en el centro del país se le conoce como “Papaloquelite” y se consume
acompañando a los alimentos especialmente las carnes, en cambio en Nayarit no
nos agrada su olor y se usa como yerba medicinal para los dolores de cabeza.
Ocurre lo contrario con el nanchi que en Nayarit nos encanta consumirlo ya sea
silvestre o cultivado sin que nos moleste su aroma.
Especialmente en el poblado de Venustiano
Carranza constatamos que abastecen de hortalizas, parte del mercado de Tepic y
de otros lugares; principalmente surten de jitomate, zanahorias y muy buenos
chayotes. También venden flores que les enseñó a cultivar un extranjero
que vivió en este lugar al que le
llamaron “El gringo” posteriormente.
En los últimos años, estas poblaciones
especialmente en La Yerba,
fueron invadidas por inmigrantes de otras entidades, lo que quizás ha alterado
el estado de cosas que captamos en nuestra investigación, debido a la
transculturación.
Causó gran interés este tema, y motivó el
cambio en diferentes personas de una actitud hasta de desprecio por otra de
interés y respeto hacia este conocimiento. Expusimos esta experiencia en
diferentes foros, especialmente en una de las jornadas médicas que año tras
año, realiza el IMSS.
En el programa de clases de Salud Pública
que yo impartía, promoví que las alumnas de la escuela de Enfermería,
-provenientes de casi todo el Estado de Nayarit y algunas de Sinaloa-
entrevistaran a sus familiares sobre el uso de plantas medicinales o
comestibles, y en una fecha determinada organizábamos una exposición de las
plantas que recolectaban, y así conocí el peyote, la marihuana, el floripondio
y la pavorosamente hermosa flor de toloache.
Antes de jubilarme participé como tantas veces en la reestructuración de
la currícula de nuestra escuela y propusimos un programa sobre el conocimiento
de medicinas alternativas.
En el período que ocupó la dirección de la Escuela de Enfermería María de la Luz Díaz Martínez
(1989-1993) se continuó con el dinamismo que caracteriza a la comunidad de esta
institución con la honestidad y firmeza que son propios de esta docente
enfermera. Se prosiguió con la intensa actividad académica que realizamos los
equipos organizados, continuando con la serie de cursos, conferencias, talleres
y seminarios, por ejemplo el curso taller “Metodología prospectiva para el
análisis de la educación en Enfermería” impartido por La Federación Nacional
de Facultades y Escuelas de Enfermería A. C. (FENAFE) dirigido por la Doctora en Enfermería
María Elena Espino Villafuerte y la
Lic. en Enfermería Rosalinda Díaz Guerrero de la Universidad de
Guanajuato, en el mes de noviembre de 1992. (Continuará).