Después de las grandes
compras que hicieron los nayaritas en los tres días de una parodia de la fiesta
gringa, que aquí llamaron “Buen Fin” y que afortunadamente no les han pagado el
aguinaldo, sino los hubieran dejado más secos que barriga de crudo al día
siguiente de una papalina… Nuestros nuevos héroes que son los niños y jóvenes
que participaron en la parada tradicional del 20 de Noviembre, lo hicieron de
manera ordenada y con ese entusiasmo y orgullo propios de la juventud nayarita,
rindieron homenaje a la gesta revolucionaria cumpliendo con los mandatos que en
este día se rinde a quien lo merece.
Con los uniformes limpios, relucientes y brillantes como los
tambores y las cornetas que portaban los integrantes de las respectivas
escoltas, marcando y anunciando su paso, así iban igualmente los atletas que
levantaron (todos) el aplauso de las gentes, al realizar acompasando sus rápidas
demostraciones en diversas evoluciones que emocionaron a los espectadores,
mientras las columnas despertaban la admiración y el respeto.
No podían faltar algunos alumnos de las escuelas que desfilaron,
sin descomponer la fila, luciendo sus figuras rubicundas –francamente gorditos
y gorditas- pero aunque sudaron la gota gorda, ahí estaban representando los
colores de sus respectivas instituciones con dignidad.
Un desfile que nos muestra a la niñez y a la juventud
pujante que aunque la vida se presente difícil principalmente para sus
progenitores, que son los que tienen que conseguir el dinero para la compra de
alimentos y vestido, utensilios escolares y los extras para proporcionarles
distracción y diversión en los días de descanso, atención médica y tantas otras
cosas que los hijos compensan a la hora de entrar al escaparate de los desfiles
en los que un día ellos también fueron los protagonistas, y al mirarlos y
admirar su porte y su ingenua presunción, comprueban que ahí siguen marcando el
eterno paso.
¡Cómo quisiéramos que el tiempo se detuviera en esos maravillosos
instantes! Pero la función debe de continuar –dice la vieja sentencia- y hoy todos
volvemos al escenario del trajín diario y las imágenes de nuestros hijos
desfilando se quedan en las fotografías que logramos imprimir, y en nuestro
cerebro almacenaremos, para hacer una diferente sucesión en el departamento de
los bellos recuerdos.
Días especiales que nos hacen amontonarnos con orden a la
hora en que nuestros hijos cumplen con la patria, al tiempo de aplaudir su
participación. A la hora en que los maestros demuestran que sí dedican su
tiempo y esfuerzo a inculcar en sus alumnos respeto a aquellos que ofrendaron
sus vidas para darnos libertad.
Control… Señores… Control… A pesar de que los locutores que
“amenizaban” la pasarela, a la hora de desfilar frente a Palacio, únicamente
pronunciaron un nombre diferente a los de nuestros próceres… Eso no se vale,
amigos, porque se trataba de un desfile del 20 de Noviembre, en el que se
rendía homenaje a la Revolución Mexicana ,
no a un gobernante que presenciaba y aplaudía su paso bajo el recinto en que
ondeaba la Enseña Patria ,
no la divisa de su ganado…
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