Por: Lorena Meza Reyes.
Mira sobrina, hoy no hay protocolo de saludo, solo siéntate y escúchame atenta por favor.
El equinoccio de primavera se registro el jueves 20 de Marzo justo a las
10.57 horas, así que desde temprana hora llegue a Teotihuacan, vestido de blanco y con mi paño rojo alrededor
del cuello.
Disfrute de
rituales, danzas, ceremonias en especial la del encendido del fuego nuevo, conviví con indígenas
matlatzincas, otomíes, mazahuas, nàhuas y tlahicas. Mucha buena
vibra, todo el mundo recargando la batería y dejando aparte el stress mundano
que nos aleja de la realidad vital, del agradecimiento al viento, a la madre
tierra, al sol, a nuestra hermana agua,
el valorar lo sustentable, lo real y palpable.
Fue una
buena experiencia, tenían un operativo que para que te cuente, no me dejaron
meter mis envoltorios para mi ceremonia particular, Así que me fui con unos
matlatzincas y con ellos seguí entre
ceremonia y celebración, un tequila, una fumadita de hiervas que te hacen ver
el futuro, en fin fue un éxtasis, pero … dentro de este éxtasis me llegaron
visiones, esas que luego se me hacen realidad tan frecuentemente; en ellas
estaba un caballo blanco, percherón, bonito el canijo, que corría entre el campo, libre galopando
feliz,
pero donde sale un hombre mal encarado, queriendo domar a esta bestia
tan hermosa, le tiraba cuartazos por doquier, lo jalaba de su melena intentando
someterlo, pronto se vio llegar un León, que desde una roca grande y alta veía la
lucha entre el hombre y aquel hermoso caballo. Parecía que esperaba al perdedor para devorarlo,
vigilante, acechante, pero en ese momento justamente apareció, un gran
rinoceronte que corría veloz a envestir al caballo y al fracasado domador, el
que al verse en peligro por el trió de animales no pudo más que correr,
mientras que el caballo cansado por la lucha, tomaba aire y esperaba la envestida
de aquel que venía sobre él, al parecer
ya fatigado, esperaba el fin, justo entonces
el León se abalanzó.
En mi
pensamiento agradecía que ese enorme animal hubiera corrido al hombre, pero
ahora era seguro que entre el león y el rinoceronte matarían aquel hermoso
ejemplar equino, sin embargo mi asombro fue tal al ver que el león se abalanzo
sobre el rinoceronte, y lo devoro evitando que tocara al caballo.
Desde el equinoccio busqué el significado de la visión preguntando a los matlatzincas,
un anciano me dijo, es la contienda por
la vida, por la libertad, por sobreponerse, el más débil sobre el más fuerte, y
cuando el más feroz, demuestra que el espíritu del uno, es mucho más grande y
pesado que el cuerpo del otro.
Ahora amigo
huichol te toca llevarlo a tu vivir. Sigo pensando en la aplicación de esta visión,
pero pronto la tendré y te contaré.
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