miércoles, 23 de abril de 2014

El “trenecito” de La Loma

Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez 


Hoy mucho se platica entre quienes conformamos la población nayarita, sobre los trabajos de remodelación que el gobierno de Roberto Sandoval Castañeda, viene aplicando al viejo paseo de La Loma de Tepic; en su mayoría los consideramos una buena obra, necesaria y de amplia visión futurista, por el olvido en que se encontraba. Aunque el Ing. Yanni Rivera presumía –antes de ser destapado como pre candidato- de que laboran diariamente 500  hombres y que pasando esta semana trabajaría el doble de ellos, la realidad arroja menos de una centena de trabajadores semi-encerrados en un gran cerco de madera nueva (que se lleva la gente para “recuerdo”) y que se aprovecha como muro de publicidad para el “gobierno de la gente” y para estorbar el paso peatonal, exponiéndolos peligrosamente a ser atropellados por los carros que pasan como bólidos en estas muy transitadas avenidas. Gracias a Dios no ha sucedido una tragedia, pero se supone que no hay que tentar al “chamúko”… la seguridad también abarca este rubro, obviamente…
         Una muy especial noticia dentro de estas remodelaciones, es que se dotará de un nuevo trenecito (ojala fueran dos) que vendrá a darle esa emoción y atractivo que causa gran alegría y satisfacción a chicos y grandes que se dan cita, por lo regular, cada fin de semana para pasar unos momentos felices disfrutando de los juegos instalados, y bajo la sombra de los árboles saborear el “lonche” que llevan ex profeso para ellos y que hace las delicias de la familia como complemento del rato de diversión tan saludable y provechoso. Deben de instalar baños públicos en lugares estratégicos y no cobrar cinco pesos como cuota de recuperación y mantenimiento –tal y se hace en los mercados de la ciudad- cerrando temporalmente “los oficiales”, dizque por falta de agua… ¡Qué bárbaros! .
         Especialmente evitar el abuso realizado por los voraces comerciantes que les venden sus productos a precios de dulcería de cine y en donde las autoridades sanitarias y las de Profeco, que brillan… pero por su ausencia. Asimismo evadir el libre comercio que ejercen los vendedores ambulantes –sin control- desatendiendo la observancia de las leyes de salud y transformándose en el principal vehículo de proliferante contaminación, ya que expenden tortas, sándwiches, perros calientes, papas fritas, aguas frescas, paletas, nieves, pedazos de pastel y una diversidad de antojos callejeros, caros y entre nidos de ratas y  moscas, que están dentro de los puestos, bien escondidas esperando el momento propicio para echarse encima de los restos de comida…
         Nada más imaginen ustedes lo que sueñan nuestros chiquitines al hacer el viaje en el trenecito, máxime si lo hacen pasar por lagos artificiales y mini-cascadas, observando asombrados las figuras de animales semi-escondidos entre la vegetación, y las interminables despedidas confundidas con las bienvenidas de cada una de las vueltas, en una máquina que es muy difícil que conozcan los niños –funcionando- al llegar a su vida adulta.
         Son los tiempos más hermosos de la infancia que se van tan rápido y que los chicos se hacen jóvenes y la fantasía del viaje en el trenecito de La Loma queda en el libro de los bellos recuerdos… El mundo fabuloso de la imaginación se trastoca en la realidad, y de buenas a primeras ya los padres de familia están comprando los pantalones largos o el traje especial para la quinceañera del hogar… Llegan los rastrillos y los “kotex” y de pronto estamos llevando al paseo a los nietos…
         Volver a La Loma es para muchos chavos vagos, ir a cometer actos vandálicos, por ejemplo con los juegos mecánicos –que son exclusivamente para los menores de edad-, destruir estatuas de animales que fabrica un profesor de Xalisco; asistir a practicar el ligue o el pegue con la novia o la chamacona (tradición ya casi en decadencia porque ahora se usa regularmente ir al hotel de paso). La policía va a vigilar permanentemente este lugar.
         ¿Cómo olvidar aquellos días en que íbamos con la libreta de apuntes a garrapatear algo parecido a un poema, queriendo pergeñar unos versos dedicados a nuestra “Dulcinea”?
         Ahora queda demostrado que el imán principal de este centro de esparcimiento es el trenecito.
Dice la gente que los puestos que funcionan en La Loma venden muy caros sus productos, incluyendo los “algodones” de azúcar.
         Patronatos van y vienen, así como promesas de gobernadores, candidatos y presidentes municipales, pero hasta ahora se ve que va en serio, aunque pretendían colocar una “montaña rusa” y otras cosas imposibles… por ejemplo un estacionamiento, que ocuparía talar muchos árboles y esto, sería criminal… ya con los que talaron para construir “la concha” de La Loma, que sirve más para acarrear dormidos para la onda politiquera que para presentar –como debería ser- obras de teatro y otros actos que en verdad distraen al público asistente…

         Control… Señores… Control… tal vez se venia pensando en cobrar la entrada para reponer lo gastado en la remodelación de marras, pero si no se cobra en la Feria, ¿para qué mal acostumbrarnos? Búsquenle por otro cachete y adelante… 

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