Ante la respuesta de la
ciudadanía en el caso de Guerrero, que se ha convertido en un polvorín que
amenaza con romper la estabilidad del gobierno en el país, surge de inmediato
la pregunta obligada: ¿estás dispuesto a secundar el movimiento de rebeldía?
La
contestación pronta y escueta es: ¿y con qué les respondemos? No tenemos
armamento disponible, ni formamos un grupo de choque ni podemos organizar una
fuerza parecida a la del Comandante Marcos, -el de Chiapas- que se convirtió de
la noche a la mañana y por gracia del orejón Salinas, en el General de la Espada de Palo, que sin
disparar un solo tiro mandaba un Ejército de Chiapanecos armados con rifles sin
balas… Y creció y duró su “ejemplar” y “heroica” actitud durante varios años…
“refugiados” y tapados de la cara (como si fueran de la Policía Nayarit …
la del mando único), en la sierra… Interpretando el sainete de la Guerra en México…pues el
Ejército Mexicano no le hizo frente para desbaratarlo en un santiamén…
Pues
no somos tan valientes para empuñar un palo de escoba y lanzarnos contra los
usurpadores del poder, porque no contamos con los pertrechos que aquellos
tienen “de a búte” y con el cuento de la emancipación de la mujer… pues ¿quién nos
echaría las tortillas a la hora de la papa entre la gresca, y quién nos
recargaría los rifles con nuevas municiones luciendo en sus pechos las cananas
repletas de balas? ¿De dónde sacaríamos a las soldaderas? En este caso
tendríamos que escoger entre la tropa a los más duchos en preparar platillos de
cocina “Fast food”, pero… ahora surge la
pregunta más fuerte: ¿quién sostendría a nuestro ejército?
Tal
vez pueda hacerse una guerra de guerrillas lanzándose con esporádicos ataques a
instituciones y a las vías de comunicación (pica y huye), como el perpetrado el
día lunes al Palacio de Gobierno guerrerense, con los resultados de impacto que
se lograron a nivel nacional (aquí en Nayarit, está abandonado, hay un
secretario de gobierno haciendo atole todos los días, repartiéndolo con el
dedo)… pero hasta ahí… pues no se llegaría más lejos y no se contaría con los
suficientes “héroes” que continuaran la lucha tan desigual…
Pero
de por ahí de un acaponetense apellidado Catón, de oficio Maestro, salió la
respuesta inmediata: “yo le entro y a ver quién se raja”…
Solamente
que no hubo contestación porque la mera verdad “somos mexicanos al grito de
guerra, pero al sonoro rugir del cañón, pelamos gallo…” Así es que Control…
Señores… Control… Podemos hacer las guerras que queramos mientras que los
cocolazos sean de lengua, pero a la hora de la verdad, creo que no somos tan
valientes…
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