Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez.
Me había estado insistiendo don
Lupe, el “Pata de Palo” González, para que fuera “a la tierra de Dios y María
Santísima” a hacerle una entrevista para sacar remembranzas de la zona roja o
“bules” del terruño que en sus tiempos (y en los nuestros) hicieron una
verdadera época. Y ha sido don Manuel Narváez Robles el que se aventó un
artículo muy especial y jocoso de aquel barrio de Ixcuintla que albergó grandes
juergas, romances especiales, sucesos trágicos y un sinfín de anécdotas que se
acompañaron con ríos de heladas ambarinas y unos tragos de margallate para
sedientos borrachos.
Es cierto, a muchos –por no decir a todos- los
pisteadores y cubileteros de aquellos tiempos, que empezaban su alegre calvario
por las cantinas del pueblo, al caer la noche se les calentaba la “juerga” y
agarraban un carro cerrado para ir a seguir la parranda a aquellos lugares “non
santos” y proceder a solicitar los servicios de una suripanta que los
acompañara en el pisteo, en el bailongo y en la encerrona, previo acorde pago
de una corta por sus servicios galantes.
Muchas
veces se prolongaban estos y daba la casualidad que cerraban el prostíbulo,
quedándose encerrados los amantes de ocasión metiéndose en un tremendo lío el
cliente que despertaba en medio de la madrugada y no podía salir del nido,
mucho menos despertar a la amiga para que le ayudara a conseguir la llave o
encontrar al velador, teniendo que hacerle al hombre mosca, a media “peda” y
desvelado… cosa nada fácil, porque las murallas estaban altas y eran casi
infranqueables…
Así
y todo, muchos salían airosos de la aventura y alcanzaban a llegar al domicilio
correspondiente “sin novedad en el frente”, salvo que algunas veces con
residuos de pintura de labios en los cachetes, sin un calcetín o sin chónes…
Pero esto se salvaba con las mejores salidas o cuentos dignos de Sherezada, la
de las “Mil y Una Noche”…
Pero
cualquier caso que se traiga a colación de la vida de aquellos y “aquellitas” que
los escenificaron, tengan ustedes que fueron ciertos y que son especiales para
figurar en un libro de aventuras… Como por ejemplo las hazañas de los Maridos
Oprimidos o los Amigos Verdad, que iban exclusivamente a bailar cadenciosamente
con la Orquesta Hermanos
Altamirano (que tocaba en el Carta Blanca) y a danzonear hasta las tres o
cuatro de la madrugada, con “La
Yaca ” o con “La
Burrichis ”, “La
Húngara ” o “La
Puercas ”…
Fue
una temporada inolvidable y llena de aventuras… que todavía se siguen
escribiendo pero ya no con la misma intensidad, porque la
Zona Roja o Bules, ya forma parte de la
propia geografía del pueblo, ha perdido su magia y las damiselas se volvieron
frías y despersonalizadas… ahora es difícil identificarlas… si son hembras o
macho menos… Pero en fin, buen artículo primazo, que despierta los recuerdos
juveniles… y los seniles… Saludos.
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