Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez.
Cada vez que nos enteran –a
través de las noticias- los encargados de surtirnos de mentiras -como si fueran
voceros de un gobierno ajeno al pueblo- al transmitir los partidos de fútbol
haciéndonos sentir los “ya merito”, que somos muy “sácalepunta” y vamos a ganar
el mundial de Brasil, con esas habladas y echadas –como las que sacan de
promesas campañeras muchos de los candidatos labiosos que abundan, listos a la
depredación y al saqueo- (y algunos hasta se la creen), me traslado a aquellos
lejanos días de la parva mocedad en que nuestros padres eran buenos cazadores
porque abundaban las presas y no se les calificaba de “crueles asesinos” como
ahora, sino de aguzados, avezados y duchos en esta distracción considerada en
ese tiempo, un verdadero deporte.
En
esos días se organizaban las “expediciones punitivas” al monte cercano, a la
marisma, o a la lejana sierra nayarita, que en ésa época si le hacía honor a la
frase empleada por el compositor guanajuatense José Alfredo Jiménez en aquel
corrido del “Caballo Blanco” que dice: “cruzó como rayo tierras nayaditas, entre
cerros verdes y el azul del cielo”… Todo
el paisaje que se contemplaba era muy bello, las regiones agrestes llenas de
hermosura y de verdor tan fabuloso como espantoso por los grandes peligros que
acechaban, pero ricos en majestuoso y variado colorido, además de una colosal y
abundante cantidad de árboles y arbustos varios, así como de aves y animales de
pelo en una diversidad sorprendente (en su mayoría hoy en extinción) que
poblaban la tierra nayarita en sus partes bajas y altas, a la vera de los ríos
y arroyos conformados por aguas puras, cristalinas, hasta llegar a las aguas
marinas donde se daban cita millares de patos, zarcetas, gallinetas, garzas y
de todas esas dueñas y señoras de los espacios que adornaban con sus vistosos
plumajes el límpido aire… y contrastaban con las palomas, zopilotes, gavilanes,
bandadas de pericos y tantas y tantas especies que conformaban la flora y la
fauna de nuestra maravillosa entidad…
Estas
cacerías se organizaban entre grupos de amigos que integraban el Club de
Cazadores “Los Gavilanes” (de caza, tiro y pesca) que tenía su sede donde
terminaba el Estadio Revolución, allá por detrás del cerro grande de Santiago. Duraban
una semana o a veces quince días y eran apuntadas principalmente en busca de
tigre o jaguar, hacia la sierra, buscando chachalacas o llevando la esperanza
de cazar un puma, una onza o en su defecto probar suerte con los venados y
armadillos, de los que había en abundancia.
El
equipo que cargaban los cazadores en turno, cuando iban a la sierra, consistía
en un bien elaborado bastimento, baterías, cuchillo de monte, sombrero, cajas
de cigarrillos, -para espantar a los zancudos, según decían- cerillos, sarape, chamarra, cartuchera
(repleta de tiros de variados calibres, en especial el 0 y el doble 0),
“bufadera” (para llamar al tigre) y unas botellas de tequila –también para el
frío- y otras de aceite de coco para embadurnarse y no dejar arrimarse a los
mosquitos en las partes descubiertas… sin faltar el “carranflón” o escopeta
bien aceitados.
En
una de esas cacerías mi padre regresó (aparte de cargado de carne seca de
venado “oriada”, y de los cueros de los animales capturados, listos para ser
puestos a secar y conservar; con una pequeña jaula de carrizo que traía en su
interior una pequeña cría de algún animal de pluma muy raro, parecía zánate o
zopilote, o algo así, pero que representaba –según el cazador- una presa muy
especial ya que era descendiente de una especie en extinción, que al ir creciendo
se trasformaría en una ave maravillosa que emitiría dulces y hermosos gorjeos,
además su plumaje sería de extraordinario color, por lo que recomendó a mi
madre que ella se encargara de darle de comer granos de alpiste y trocitos de
fruta bien picada…
La
jaula colgó de una de las vigas del pasillo de la vieja casona, frente a la
cocina y en ese lugar permaneció durante varios días. Al principio era una
novedad observar al pajarraco resistir casi inmóvil en su estancia, pero
después de una semana toda la familia se olvidó de él.
El
extraño pájaro fue enflaqueciendo notablemente, hasta que al verlo mi
progenitor, muy molesto lo sacó de la jaula y lo llevó a la mesa del comedor
pidiéndole a mi mamá que le diera la comida que había indicado; llamando a sus
hijos para enseñarles a administrar el alimento al moribundo ejemplar serrano.
Lo
aprisionó entre los dedos de su mano izquierda y con la derecha tomó un palillo
de dientes, picó un pedacito de papayo al tiempo que nos decía muy serio: “se
toma de esta manera al animal y se procede a introducirle la fruta abriéndole
un poco el piquito y se le da su porción para que se mantenga fuerte, sano y
crezca muy bello… ándale ave de las maravillas, come todo lo que quieras”… El
pajarito abría desmesuradamente el pico y como que se negaba a tragar aquella
porción de fruta puesta en la punta del palillo que pretendía darle mi padre,
que hacía grandes esfuerzos por “convencerlo”… así estaban cuando al fin logró
meterle el bocado hacia el interior de la garganta… pero con tan mala fortuna
¡que se le fue con todo y palillo!
El
pajarraco se quedó muy quieto y don Pepe trataba desesperadamente de sacar el
palillo del cogote del ave, ya que se le había ido con el trozo de papayo, ante
la inquietud y nerviosidad de los espectadores que contemplábamos la acción esperando
ver un desenlace menos triste… Pero nuestros rostros cambiaron inmediatamente
del estupor a la sonrisa cuando vimos a nuestra madre a punto de soltar la
carcajada, diciéndonos: “pobre animalito, era un zanatito… tú Pepillo, agárralo
y entiérralo por ahí junto al guanábano… jajajajá… el ave maravilla…”
Mi
padre seguía estupefacto y sin decir una palabra, depositó el cadáver en la
orilla de la mesa y se levantó de la silla dirigiéndose a la salida de la casa…
Control…
Señores… Control… Mis hermanos y yo, como no vimos crecer al ave, nos quedamos
secretamente con la duda de que aquel pajarraco podría haber sido el “ave de
las maravillas” que dijo mi padre… Igual que como nos van a dejar los maletas
futboleros en el mundial y nos siguen dejando en ascuas los presuntos
candidatos a ocupar puestos de gobierno…
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