martes, 19 de octubre de 2021

La Pequeña Gran Maratonista

 


 

Por:  Julio César Peralta Aldana

 

El remanente de agua que a su paso dejo el huracán Pamela, golpeo fuertemente los municipios del norte de Nayarit, siendo el más afectado Tuxpan, por su situación geográfica, cientos de familias se vieron severamente afectadas tras la terrible inundación.

Algunos ciudadanos rescataron sus bienes subiéndolos al techo de su casa, otros no tuvieron la misma suerte, pues enfocaron sus esfuerzos en lo principal que en ese momento era cuidar la vida de cada integrante de la familia.

 

Entre miles de historias vividas y compartidas hoy quiero hablar de una pequeña maratonista, que llamó mi atención por su esfuerzo y determinación para conseguir lo más apremiante en esos momentos, un poco de agua para su familia.

 

 

 El día 16 de octubre estando en el municipio de Tuxpan me encontraba por la noche en la plaza principal cuando llegaron varias unidades, que llevaban alimentos, agua y artículos de higiene personal para los damnificados a pesar de la hora decidieron con el apoyo de un tractor, salir a repartir principalmente agua, que por el clima del municipio coquero era de vital importancia acercarla a los hogares Tuxpenses.

 

A pesar de la falta de luz empezaron a recorrer las diferentes calles más afectadas, entregando botellas de agua, yo observaba mientras ellos seguían repartiendo el vital líquido, así fue transcurriendo el tiempo, cuando dé una calle llena de lodo se escucharon a lo lejos los gritos de una vocecita frágil ¡agua, agua!

La vocecita se seguí escuchando sin distinguirse en la oscuridad y de pronto aparece la figura de una pequeña, que desesperada corría mientras continuaba gritando ¡agua, agua! y tras de ella su mama corría desesperada intentando seguirle el paso.  

Muy agobiada por la situación y al ver que sus gritos no eran suficientes, llegó a la esquina donde se abría una calle llena de agua y al ver la unidad y las personas lejos y retirándose más, sin pensar se arrancó sus huaraches de plástico los dejo justo donde se encontraba un poste y, como si se tratara de una carrera olímpica solo gritó: ¡mamá cuídamelos que no se pierdan! Y corrió más veloz, sin desfallecer en una carrera que para mí pareciera de vida o muerte.

Cerca de 150 metros corrió sin dejar de gritar hasta que fue escuchada por uno de los voluntarios que, al observarla, de inmediato tomó entre sus manos dos galones con agua y un rollo de papel sanitario que entregó a la pequeñita como si se tratara de una carrera de relevos; ella inmediatamente regreso corriendo a con su mamá, llegó con aire entrecortado y risita picará de victoria, lagrimitas en sus ojos,  entregó  lo obtenido con su gran esfuerzo,  satisfecha  ya que por lo menos esa noche y posiblemente el siguiente día tendrían agua para mitigar la sed de su familia.

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