jueves, 19 de junio de 2014

La inutilidad de las campañas políticas

Líneas

Por: José Ma. Narváez Ramírez.

Cada tres y seis años se viene padeciendo este mal de las campañas politiqueras, a las que se subscriben varios individuos pertenecientes a determinados partidos –llamados políticos- que le cuestan un ojo de la cara al pueblo que se supone de entre ellos sacará a las y los candidatos, que administrarán su dinero, cobrarán grandes sumas por hacerlo y lo dejarán endeudado inclusive para muchos años más.
         Y decimos “se supone” porque tal parece que aquellos que dizque eligió en las elecciones anteriores, eran los que lo iban a sacar adelante en una etapa de desarrollo y progreso nunca antes visto. Pero ¡nanay! Las obras se han enviado al departamento de espera –mientras se aplican los presupuestos en las que les convienen a los “nombrados” administradores- y esto de la ruleta de funcionarios en el poder sigue su marcha sin que se beneficie como debiera, el pueblo, que los mantiene –a fuerzas- en los distintos puestos de mando… Y todavía sin que le paguen a sus trabajadores… del gobierno…
         Mientras esto sucede nadie dice nada –y si lo dice nadie le hace caso-. Vuelven los periodos de elecciones para dejar que los herederos del poder se cambien de partido y sigan ocupando los cargos que les conviene, continúen cobrando grandes sumas de dinero por “hacer el favor de sacrificarse por el pueblo” entre bochinche y alharaca… y desde hace cien años siguen lanzando gritos y arengas repitiendo lo mismo… para tener a la gente a la expectativa, pegada a una ilusión que se revive cada campaña y que poco a poco ha venido mermando su resistencia hasta llegar a mantenerla en un país de zombies. Nadie cuida sus tesoros, permitiendo que sean saqueados. Nadie ve por sus salarios, permitiendo que sean miserables. Nadie ve por su salud, permitiendo que las enfermedades los vayan minando. Solamente aquellos que les sirven y son recompensados por ser sus compinches, tienen derecho de recibir atención médica de primera.
         Al pueblo se le “regala” pan y circo de la más corriente calidad y se le mantiene esclavizado bajo la más estricta vigilancia policiaca, permitiéndosele el consumo abierto de alcohol y el de mariguana y droga, perfectamente controlada y ¡guay! De aquél que pegue de gritos, porque de inmediato se le deja caer el peso de la ley también controlada por los que la manejan a su antojo.
         Ahora se torna más preocupante el control de la presidencia de la república por un grupo –como siempre- controlado por “el sistema” que encabeza un ex presidente tildado de corrupto cuya ambición desmedida ha venido ocasionando un caos desquiciante que no será detenido por nada ni nadie: vamos en picada tras una crisis desesperante.
         Hoy llegan nuevamente las trilladas campañas en las que una minoría pretende arrebatarle los blanquillos al águila… Control… Señores… Control… la lucha le harán y ojala lo consigan… Si los dejan… que mucho se duda… ¡Que Dios proteja al pueblo! El siniestro está ganando la partida.

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