domingo, 26 de octubre de 2014

“Grandes Presas, grandes males” (*)

Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez



Por ahí, hurgando entre viejas revistas, me encontré este artículo escrito por Claire Sterling, en el que cito algunos trozos para que nos enteremos de las desventajas de aceptar lo inaceptable…
         “Hasta ahora se dio por supuesto que los inmensos lagos artificiales significan progreso instantáneo para las naciones en desarrollo; sin embargo, cuando ya es tarde para remediarlos, advertimos que esas obras traen grandes males ecológicos”.
         Empieza con una pregunta cuya respuesta es obvia: “¿Qué ocurre cuando detenemos la corriente de un río (en este caso el San Pedro) y formamos un inmenso lago artificial que antes no existía? Sin pensar mucho en las consecuencias… En los dos últimos decenios se procedió a construir docenas de grandes presas en todo el mundo, desde Pakistán a Ghana, desde Egipto al Brasil… Todos creíamos que los enormes embalses significan progreso instantáneo, y no fue difícil persuadir a los países en desarrollo de que nada es tan eficaz como uno de ellos para el rápido “despegue” económico. Pocos se preocupan por los efectos posteriores de esas obras en el equilibrio ecológico.
Sin embargo, los países que han hecho grandes presas empezaron, en los últimos años, a comparar sus experiencias y a descubrir que, cuando un dique represa las aguas, todo cambia: la composición química del agua, la variedad y el número de especies de la flora y la fauna indígenas, la vida y las costumbres de toda la población que antes habitaba la tierra convertida en lago, la fertilidad y salinidad del suelo aguas abajo (caso la Presa Aguamilpa en Nayarit), las presiones sobre la corteza terrestre y, por tanto, el peligro de movimientos sísmicos y deslizamientos de tierras. Y aparte de que estas alteraciones plantean problemas tangibles y múltiples, no les dan el progreso que prometen.
         Se suponía que los mayores logros de la construcción de una presa eran agua para el riego y energía hidroeléctrica en cantidades ilimitadas. ¿Qué maravillas no derivarían de ello –preguntaban los planificadores del desarrollo— para las naciones mal alimentadas que luchan con el problema de una población excesiva e insuficientes tierras de cultivo? ¿Cuántos “despegues” económicos serían posibles con la energía eléctrica que se iba a generar? Menos de los esperados, según parece.
…Pero no solo es cuestión de tierras. Las familias que han vivido durante siglos donde se forman los lagos y los ríos, pueden languidecer y morir por el insoportable trauma que les produce verse obligados a abandonar sus casas solariegas y las tumbas de sus antepasados. Siempre que se ha construido una presa en África, el lago artificial y los canales de riego han traído también una epidemia de enfermedades trasmitidas por las aguas. Esto ocurre en parte porque los naturales, acostumbrado a hacer sus necesidades en el monte, las hacen en el agua.
EL CARACOL VECTOR DEL ESQUISTOSOMA
Hay un caracol que no ataca al hombre, simplemente es portador de un trematodo parásito de la sangre que puede multiplicarse 50,000 veces en cuatro meses. Cualquier persona sana que meta el pie en aguas infestadas puede ser invadida por la lombriz, sin que una picadura o un rasguño se lo prevengan. Una vez alojada en el torrente circulatorio, esta lombriz vive muy a gusto, reproduciéndose a perpetuidad. Por la continua reinfección, ningún tratamiento conocido tiene efecto duradero. La víctima puede morir de esquistosomiasis, pero lo más frecuente es que se vea condenada a sufrir grandes dolores y agotamiento. Casi nunca puede trabajar más de tres horas al día. De los 30 millones de habitantes que tiene Egipto, 14 millones sufren hoy de esquistosomiasis, y ha subido de un modo alarmante el índice de infección en zonas que antes no tenían riego artificial y que están hoy cruzadas por nuevos canales. (¿No estamos ahora hablando del Ébola?)
La lista de los peligros que traen las súper-presas sigue creciendo… La construcción de presas ha ocasionado deslizamiento de tierras, lo mismo que terremotos, como el que ocurrió en  la presa Koyna, en la India, en el cual perdieron la vida 200 personas.
… No todos los proyectos de las grandes presas se están desechando, pero los países pobres deberían preguntarse si los posibles beneficios  justifican el tremendo costo. Ahora saben que una vez construida una presa gigantesca, ahí queda, quebrantando eternas leyes naturales y desalojando  a la población.
Y nadie regala las presas. Todo lo que hacen los países ricos es ofrecer moneda fuerte, técnica y equipos… en préstamo y con intereses. Al fin y al cabo, son los países pobres los que tienen que pagar, pagar y pagar…”

*Control… Señores… Control… Este artículo fue escrito en el mes de diciembre de 1972 y publicado en Selecciones del Reader´s Digest… Las notas en paréntesis son de un servidor… ¿Todavía tienen alguna duda de que este tipo de presas causa daño en lugar de beneficio? PRESA DE LAS CRUCES Y CANAL EN RECOSNTRUCCIÓN: ¡NO, NO Y NO!  

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