Reforma Constitucional

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Por un Nayarit Intercultural y Plurilingüe.

martes, 23 de diciembre de 2014

Liliana Hernández: una bella embajadora de la música

Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez.




Originaria de la costa nayaritana, Santiago Ixcuintla, nos cautiva contándonos algunas anécdotas de su interesante vida… un verdadero y simpático ejemplo de lucha y tesón… Con ustedes y sin más preámbulos: Liliana Hernández.
“Para presentarme, soy Silvia Liana Hernández Rodríguez, -mi nombre real- nacida hace 51 años en esa tierra caliente, esa tierra maravillosa, esa tierra simpática, bullanguera… de grandes mujeres y grandes hombres, que yo creo que están en todos lados, a nivel nacional y a nivel internacional… y estoy orgullosa de ser de Santiago Ixcuintla, Nayarit ¡Sí señor!
         Realice mis primeros estudios en la Escuela Primaria “Juana de Asbaje”, luego proseguí en la Secundaria “Leyes de Reforma” y a partir de ahí, mi madre -por tener dos hermanas profesoras en Mazatlán, Sinaloa- nos brinda la oportunidad de ir (mis hermanas y yo) a proseguir nuestra vida estudiantil en la Preparatoria por cooperación “José Vasconcelos”, allá por el Fraccionamiento “Villa Galaxia” del maravilloso puerto sinaloense, donde recibí una preparación sobresaliente, no solo por tener dos de las mejores profesoras en ese plantel, sino porque esa escuela brindaba la oportunidad de realizar una excelencia académica, y creo que mi madre lo hizo impulsada por la carencia –en ese tiempo- de una preparatoria en Santiago, y había estallado una huelga en la UAN- así es que aprovechando la situación, y como fuimos tres mujeres (las primeras) de diez hijos que procrearon mis progenitores, ella quiso sacrificarse y buscar un amplio horizonte para nosotras, y aunque Mazatlán era un población muy diferente a mi tierra, nos maravilló estar allá, conocer nuevas gentes, disfrutar de ese ambiente tan alegre y jacarandoso que ofrece el puerto y sus fiestas carnavaleras y sus playas… que también tenemos acá en Nayarit… la Boca del Camichín, El Sesteo, La Riviera, Novillero, San Blas… Pero yo estuve muy contenta de estar estudiando en ese bellísimo y acogedor  suelo sinaloense, donde me hice Licenciada en Administración de Empresas Turísticas.
         Fue una época muy divertida porque combinábamos la diversión con el estudio, empezó mi inquietud artística con unos amigos que todavía tocan en un conjunto (nos hemos visto después de 30 años, en una reunión), y me invitaron –por mi voz- a hacerle la segunda a una chica maravillosa de nombre Matilde, que hacía la primera voz, yo hacía la segunda porque en verdad sentía que mi cuadratura no era adecuada como mujer para cantar, y esos fueron “mis pininos” en el canto, y descubrí que podía hacerlo en conjunto… Ahí todavía no descubría que yo sola podía cantar, entonces como grupo musical ganamos el primer lugar en la Prepa.


         Cantamos algunas piezas musicales como la de “·Chiquitita”, “Por fin”… cosas de ésas… Canciones muy de moda, muy de romance, muy adecuadas a la época. A mí me dio muchísimo por el baile, estuve participando en diversos concursos en las mejores discotecas de Mazatlán, en “El Valentinos” en “El Caracol”… siempre obteniendo primeros lugares… Siento que ese es mi fuerte en la vida, yo bailé desde mi Kínder en Santiago y desde que recuerdo siempre bailé y participé (mi madre me apoyó mucho para estar en los grupos de baile), y a partir de ahí yo siento que en la Universidad seguí practicando y lo de la cantada lo dejé para mejor ocasión…
         En cada fiesta o celebración del cumpleaños de mi papá Ignacio Hernández, (de él heredé el canto porque cantaba en cada aniversario de su natalicio), él nos daba a todos, sus hijas y sus hijos, la oportunidad de escucharlo cantar, ya que contrataba indiferentemente la banda o el mariachi, para celebrar su onomástico con todos sus compadres y sus comadres… entonces en la casa (vivimos por Arteaga número 164, en Santiago, con nuestra madre Silvia Yolanda Rodríguez)… siempre me dieron el buen ejemplo que sirvió para poder dedicarme al baile, a la música y a escribir, porque heredé de cada uno eso, tan importante que lo llevo en mi corazón… Tengo 5 años dedicados al periodismo, mi mamá también escribe, lo hace eventualmente, -para ella y para sus hijos-…
         Mi incursión en el canto da principio propiamente cuando hace cuatro años me vi en una situación, de estar ya sola con mis hijos, de separarme del papá de ellos, y empezar una nueva vida. Tengo 4 herederos y el mayor tiene 25, Giovani, toca la guitarra precioso, tiene unos dedos maravillosos; luego sigue 24, Cindy –que es cantante, ella ganó el primer lugar en la Normal Urbana, heredó una voz más femenina que yo, más dulce, y canta hermosísimo; luego sigue mi hija  Yoselyn, de 13 años, que canta y baila precioso también; para terminar con mi hijo de 10 años Josué, que baila padrísimo aunque canta muy poco. Son Romero Hernández.
         Yo tenía que sacar adelante a mis descendientes y de repente una de mis cuñadas me regla un “karaoke” y a partir de ahí ya no dejé de cantar…”  

         (Pero continuaremos con esta simpática e interesante historia el día de mañana… Por lo que Control… Señores… Control… seguiremos con Liliana Hernández, si Dios y ustedes nos lo permiten. ¡FELIZ NAVIDAD!).

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