Tepic Nayarit a 8 de Mayo de 2013.
Tras lograr el Dip. Jose Santos Rentería de la Cruz la aprobación de la iniciativa de Reforma, te invito a conocer un poco mas de los lugares sagrados protegidos en Nayarit.
Nuestro origen, nuestra cultura, nuestro orgullo.
Nuestro origen, nuestra cultura, nuestro orgullo.
Todo inicia en el pueblo de La Tristeza, Nayarit. El mar-akame es don Francisco, hombre de gran sabiduría y sencillez. Es el guía espiritual de la comunidad. Sólo él puede ver al venado azul, Kauyumari, hermano mayor de los huicholes, y representante de los dioses. Es continuador de la tradición, "el costumbre", que con su fiel compañero Tetehuari, Dios del Fuego, conocen el destino de los huicholes.
Los peyoteros, peregrinos, de su comunidad y del pueblo Salvador Allende. Todos se dirigen a Wirikuta. Caminarán varias horas para llegar al lugar sagrado a recolectar peyotes.
Cubrir el rostro cubierto, requisito indispensable para quienes inician su primer viaje a Wirikuta.
Los peyoteros adornan sus sombreros con colas de ardillas, plumas de colores y, si es posible, plumas de guajolote, animal que heredó el nombre correcto del sol.
Desde el día anterior a la salida se abstienen de cualquier contacto sexual y reducen al máximo su consumo de alimento y bebida.
Para emprender el viaje, los huicholes realizan diversos rituales preparatorios para el encuentro con los dioses. La cacería del venado es el más importante. La cacería es un acto fundamental para protegerse de los peligros, así como para llevar a cabo la ceremonia en la que se ofrecerá la sangre del animal a los dioses en el lago de tateimatinieri.
Durante tres días de trayecto de La Tristeza a Wirikuta, tomaron sólo agua y no cruzaron palabra alguna, suspendidos en un extraño estado de contemplación.
Ya en Wirikuta, el primer ritual de importancia es la confesión de los actos sexuales que los peyoteros han cometido a lo largo de su vida. se realiza cuando los peregrinos han alimentado al fuego. Tatehuari, dios protector de los huicholes.
El mar-akame dirige la ceremonia donde los peyoteros se confiesan uno a uno, y anudan un lazo que, al final, es lanzado al fuego.
Mientras los peyoteros confiesan sus infidelidades, un joven con una vara golpea a los asistentes en las piernas para que no omitan ninguno de sus amoríos, todo en medio de risas y burlas. Los niños se burlan de los viejos y éstos de los niños. Las parejas no muestran celos ni resentimiento por lo escuchado.
Antes de llegar al lugar de los dioses, lo peyoteros tendrán que pasar a través de puertas míticas.
Después de la confesión se atraviesa la puerta donde chocan las nubes. Aquí los peyoteros pueden morir; pasan del estado profano al sagrado. Se paran en línea recta, mirando hacia Wirikuta; el mar-akame pasa sus plumas sagradas por el cuerpo de cada uno de ellos y pide a Kauyumari, "el hermano mayor", que les ayude a cruzar.
Luego de cruzar la puerta nos encontramos en la morada de "las Madres del agua", tateimatinieri, manantial de agua sagrada. Cerca se encuentra otro manantial sagrado, toi-mayau, morada de "las Madres de los niños".
En esta pequeña laguna los peyoteros dejan ofrendas en el agua: niericas -cuadros de estambre-, sangre de venado, plumas; es decir, sus objetos más valiosos y sagrados, traídos del kalihuey -o templo. Después el mar-akame pondrá un poco de agua en la cabeza de los asistentes.
Más tarde, los peyoteros llenarán sus bules con agua y los llevarán a sus comunidades, donde rociarán milpas, animales y a sus familias.
Al día siguiente se cruza otra puerta, Wakirikitema, donde se pide permiso a los dioses para entrar a Wirikuta. El guía realiza una limpia a todo el grupo y, acto seguido, entran en la meseta donde viven los dioses.
Ahí, en el ámbito sagrado, todos los peyoteros se ponen en fila, como verdaderos guerreros, y el mar-akame mira hacia el horizonte; divisa, escudriña, quiere encontrarse con el venado azul. Todos esperan; el momento es tenso. si el mar-akame no descubre al venado azul, la cacería habrá terminado y tendrán que regresar a casa con los costales vacíos.
De pronto el mar-akame empieza a caminar y los peyoteros lo siguen. Todos se dirigen al lugar donde él vio al mítico animal. Instantes después se detiene y hace una pequeña horadación en la tierra que esconde al primer grupo de peyotes, o jícaris. La cacería ha empezado. Cacería, porque el peyote es identificado con el venado sagrado.
El guía parte de los peyotes en pequeños gajos y ofrece uno a cada peregrino. Los huicholes cantan, agradecen y dejan ofrendas donde apareció el venado azul.
Una vez terminado el acto de comunión salen a buscar peyote, escaso por la rapiña urbana que profana el lugar sagrado.
Conforme encuentran jícuris colocan sus flechas a un costado. De regreso los recogerán todos.
Por la noche se reúnen y alimentan al fuego. el mar-akame se sienta en un uweni, equipal sagrado, y canta lo que dicta Kauyumari. en su canto se reviven hazañas de los dioses y la creación del mundo, con ello los huicholes ayudan a su preservación. Danzarán toda la noche hasta el amanecer.
En la mañana, los peyoteros cantan hermosas canciones de despedida a los dioses y les piden que permanezcan ahí; luego partirán de regreso a su comunidad para realizar las ceremonias que completan el ciclo.
Esta vez la cacería ha sido abundante. Hay suficiente peyote para todas las ceremonias. Por ello todos regresan satisfechos con sus familias. Los recibimientos serán calurosos, y las fiestas se sucederán en un ambiente de alegría, optimismo y de buenos presagios.
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