Líneas
Por:
José Ma. Narváez Ramírez
Siguiendo las breves
semblanzas que hemos publicado anteriormente sobre la historia del transporte
en Nayarit, hoy continuamos haciendo entrevistas a las personas que entregaron
su vida como parte activa de esas organizaciones que iniciaron el transporte en
las unidades que en esa época circularon por los caminos y carreteras. Viene
enseguida don Guillermo Armando Aguirre Delgadillo, originario de Santiago
Ixcuintla, Nayarit a platicarnos parte de su vida:
“En 1935-36, empezaron unos socios a ser transportistas,
llevando los viajes a La Trozada, Sentispac, Campo de los Limones, Ibarra,
Tuxpan, Ruiz, Yago, San Blas… En esos “tropicales” que tenían un cupo de 40
personas sentadas, eran grandes, salían de Santiago a San Blas a las 8 de la
mañana y regresaban a las 5 de la tarde de San Blas a Santiago.
Fueron pocos los socios que estaban en ese entonces, uno
de ellos era Esteban Ramos, de ahí estuvo Norberto Martínez Ferman “El
Penicilino”, después estuvo mi padre José Ascensión “Chonito” Aguirre Torres,
luego Adrián Sánchez, Tranquilino Tenorio “El Ratón”, Fidel Rivera, Ángel
Vázquez Sarabia, Jesús Torres Ruiz, Justo “Kanamuro” Villela Astorga… este fue
el pequeño núcleo que empezó el transporte en Santiago Ixcuintla.
De ahí, en 1938, fundaron la Cooperativa Autotransportes
Santiago S. C. L. (Sociedad Cooperativa Limitada), entonces en ese año
principió José León Bass “El Cubano”, luego Norberto Martínez Ferman, Jesús
Torres Ruiz, Justo Villela, Ascensión Aguirre Torres, Fidel Rivera Ramírez,
Ángel Vázquez Sarabia, Juan Modad Romero… Vicente Vázquez Barba “El Chamuko”, -entró
en 1937 cuando empezaban a organizarse… en el siguiente año fue socio activo de
la Cooperativa. De ahí empezaron con los “tropicales”-.
En 1951, comenzaron a comprar los Forcitos, los Reos, que
les llamaban “huevitos”, fueron los primeros autobuses cerrados. Uno de ellos
era el de mi padre, el 144, el de Vicente Vázquez Barba fue un Reo, -como el
que tenía Francisco Romero Astorga “El Campesino”; el de Jesús Torres Ruiz era
el 153 que era Reo o International, (no recuerdo bien), un K7, el de Ángel
Vázquez Sarabia fue un International que era el 156 que lo traía “El
Pichilingue”, fue el más grande que llegó. Y después el GMC el 152 de Fidel
Rivera, era un GMC 1952, que lo conducía Luis Mariscal “La Puerca”.
“El Tracateras” no se animó nunca a ser socio, porque él
decía que de su tienda (que estaba en uno de los portales de Santiago) vivían
él y su familia, pero fue –por su apodo- “El Tracateras” era… tracalero. Él
sabía a quien le encajaba el diente…
Siguiendo la lista de los propietarios de los
“tropicales” sigue Adrián Sánchez… Todas esas personas que fueron socios con los carros del 140 al 160, que eran
Gregorio Hernández Tolosa y Enrique Hernández Tovar. Integraron una fundación
en la que hubo una comunicación que fue una verdadera unión. Después entró
Custodio Palacios “El Máquinas”, en 1953 se hizo socio. No recuerdo si su carro
era marca Federal o GMC. Pero él estaba
en Yago, tenía un molino de nixtamal y tortillería del cual se mantenía,
combinando sus entradas.
Y de ahí poco a poco se fueron integrando, y a Esteban
Ramos, en una borrachera, José León “El Cubano” Bass, lo hizo que le cediera la
acción de Transportes Santiago a cambio de una desgranadora que él tenía,
entonces desapareció Esteban de la sociedad, porque su hermana “La Chata” le
compró la acción con todo y camión y José León Bass lo fraudeó. De ahí “El
Cubano” Bass se adueñó del autobús 140.
En 1958 siguieron con los “trompudos” hasta 1960 que
llegaron los carros americanos, el “Fitz Jon”, el “Erocoh”, el Flexible y “El
Tejanito”, que le llamábamos “tejanos” y los “Parlo chsss” aquí en Tepic, el 01
el 03 y el 04, Santiago tuvo el 04, el 139 que lo traía Cuco Medrano y “El
Patalarga” –fueron compañeros inseparables- y hace uno o dos años falleció el
“Patalarga” en Tijuana.
Cuando mi padre tuvo un fuerte accidente en Guadalajara,
en el que participó un cura que iba bien tomado con cuatro damas a bordo de su
carro, y según el parte volteó a besar a la señora que iba viajando junto al
sacerdote, quien siguió la marcha en rojo y se impacto con la unidad que iba
manejando mi tío Salvador Torres Ruiz, haciéndolos maromear, a mi padre se le
salió la vértebra cuarta o quinta de las dorsales y el cuello se le hundió;
durando 8 meses sin poder trabajar, yo cursaba el segundo año de secundaria en
la escuela federal No. 26 de Santiago Ixcuintla y la tuve que dejar a los 13
años de edad, y empezar a manejar, pero tuve un enemigo muy altanero, se llama
Fernando Vázquez alias “El Ratón” –por algo tenía su apodo- porque era rata de
dos patas-…
Me bajaba del autobús con la pistola puesta aquí en el
cuello, -era el Jefe de Tránsito en Santiago-, me quitaba diez pesos, hasta que
un día el Comandante de la Policía de la misma población, don José Tovar, le
llegó y le puso la pistola en la nuca, diciéndole: me lo vas a dejar en paz o
aquí mueres… A Fernando se le cayó la pistola y se puso a temblar… ¿Dónde
estaba lo valiente que él decía que era?
Y yo le dije a Fernando: Voy a crecer, agárrate porque me
voy a enseñar a disparar… -Y me enseñé a disparar matando iguanas en Campo de
los Limones, corriendo, agarré un pulso efectivo. Entonce cuando lo vi. ya
estaba en Tuxpan, lo habían cambiado. Yo contaba con 17 años, todavía no me
daban licencia. En ese tiempo llegó a Peñas un Federal de Caminos llamado Lucio
Puente, que portaba el M1, me lo puso al cuello y la pistola en la sien, me
quitó en ese entonces veinte pesos y me dijo que si seguía manejando sin
licencia me iba a encarcelar y a meter el carro al corralón de Varela ahí en
Peñas.
Una vez iba un judicial a bordo del camión, mandado por
Tovar, -de incógnito- porque se dio
cuenta de que Fernando me bajaba en Peñas amenizándome con la pistola y
cortando cartucho con el M1, el creyó que me iba a meter miedo, pero yo no le
tenía miedo, lo respetaba por lo que representaba; entonces me paró y cuando me
iba a “morder” se presentó el federal y en ese rato llegó Tovar y junto con el
judicial rodearon al federal apuntándole con el rifle diciéndole: lo dejas ir o
aquí te mueres y súbete a la patrulla o te subimos. Se lo trajo a Tepic a la
Delegación y ahí lo pusieron como palo de las gallinas.
José Tovar me trajo a Tránsito cuando estaban las
oficinas enfrente del Hospital San Vicente, y le dijo a Julio Casillas: dale la
licencia inmediatamente no quiero trabas. Julio nomás se me quedó viendo y me
dijo: vente… Y me dieron el documento con fecha del año corriente. Esto fue en
el 58.
Cuando
llegué a Peñas estaba Lucio y me gritó: ¿ya te dieron la licencia, verdad? Así
es: aquí está –le dije-. Ya me fregaste –contestó-.
Me fui a Tuxpan, y empecé a ir a San Blas, a Yago, porque
ya tenía con qué defenderme. De ahí hice el primer viaje de Santiago a
Mazatlán, y fui agarrando experiencia en el 144 de mi papá, que era el Ford 50,
al que le pusimos “La Burrita”.
Después
se alivió mi padre y le dijeron que iba a caminar con bastones. En Guadalajara,
subió de chofer a Lucio Lamas, y en ese trayecto quedó el carro estacionado
entre dos, y un muchacho de los pasajeros subió a la unidad y le bajó la
palanca, en ese mismo rato mi padre le estaba dando “cranc” y lo echó a andar -quedando
prensado al chocar carro con carro- a la altura de las rodillas y le quebró los
meniscos, y ya no pudo caminar porque una de las piernas se le zafaba y se
caía. Usaba opresores para fijarle las dos rodillas, duró siete meses sin caminar.
Ahí tuve que dejar definitivamente mis
estudios. Mi meta era ser ingeniero mecánico diesel, en 1961 me llevó a México,
pero la escuela en que me querían inscribir cobraba mensualmente mil quinientos
pesos, así que tuve que olvidarme de mi preparación y olvidarme de todo porque
había que sacar adelante a los hermanos que me seguían.
De ahí seguí hasta 1999. Anduve manejando de 1957 a 1968,
hay un lapso del 68 al 78, que trabajé de agente especial en el ferrocarril del
Pacífico, donde trabajó Valentín “El Tepiqueño” Gómez Ruiz, Andrés Alcocer,
Pedro Aguilar Parra –que era el Jefe del Departamento de Servicios Especiales-.
En 1978, me hablaron de las oficinas del jefe, que era
Benito Serna Padilla, que era de Hermosillo, luego Alfredo Suárez Rábago que
era sub gerente del Ferrocarril del Pacífico -lo hizo Jefe a nivel Pacífico de
la seguridad del ferrocarril- me empezaron a mandar velices con mariguana (27
paquetes cada uno) exigiéndome que los llevara al otro lado, querían que yo los
llevara a Tucson, Arizona, a un agente de South Pacific que era Steve Abeitia,
y yo todos los velices se los entregué a la policía judicial. De un de repente
me llamó Morgan o Morán, creo que así se apellidaba el Ministerio Público –que
me tuvo mucho aprecio-. Me dijo: Güero, agarra tus maletas y tu familia y
lárgate porque te van a matar. Le hablé a mi suegro (el Prof. Pedro Jiménez
Alcocer) y le dije: Véngase porque no nos va a volver a ver, nos van a matar.
Se vino en el tren y amaneció en Nogales, y en la tarde ya veníamos con todas
las cosas a Santiago. Abandoné todo. No quise acercarme ya a las oficinas del
ferrocarril porque no sabía si me iban a matar ahí.
Me desaparecí, perdí antigüedad, perdí todo, pero la
vida, fue lo que más gané. Por eso mismo me retiré y volví en 1979 al
transporte. Primero anduve en Norte de Sonora, en el “yip” 738, anduve seis
meses de”pirata”, fui a hacer la prueba, la pasé y estaba de jefe de personal
de Norte de Sonora –que daba el visto bueno- un señor que era de Mazatlán, que
se apellidaba Burciaga, y ese señor me dijo: Tu eres de Nayarit, y mira, te
tengo una mala noticia, aquí no queremos a los operadores de Nayarit, porque
son bien pendejos para manejar. Me picó la cresta y yo le contesté: Mire,
quienes han tenido más accidentes son los chilangos, pero hay uno que de un reversazo
en Ómnibus de México mató a su compañero, ¿Quiénes son los más pendejos?
Empezó “a llorar” el amigo y solamente me dijo: Lárguese
por favor. Lárguese, usted no va a trabajar aquí en Norte de Sonora. Yo nomás
le dije: No sé porque vine aquí a perder el tiempo en Ómnibus de México, si
tengo la vara alta en el Pacífico...
Me vine a Guadalajara y
llegué al corralón y vi a Porfirio Díaz “El Abuelo”, y me dijo que qué andaba
haciendo por aquí. -Vengo de México, fui a hacer la prueba en Norte de Sonora. -Y
qué andas haciendo en esos lugares, vente, -me dijo. Y me llevó con “El Betín”
–uno de Rosario- y ahí le dijo: ¿te acuerdas de él? –Se me hace cara conocida-.
Ay Betín –le dije-, tú estabas ahí en la taquilla cuando estaba Estelita, la
güerita de ojos verdes, estabas platicando con ella y yo le llegué y le dije:
Buenos días, hola güerita, hoy amaneció más guapa que ayer cuando pasé a
Mazatlán… Y tú nomás te me quedaste viendo con ojos de pocos amigos… De ahí te perdí
la pista porque no supe adonde te fuiste. Ahí conocí a Cantinflas… Y luego él
me dice: ¿Quién es Cantinflas?... Ah, pues Valencia, dizque el licenciado, que
te puso el apodo de licenciado para que no te corrieran, aquí en Pacífico…
Nada más dijo: Abuelo, llévalo con el “Pelo Chino”, que
si no le da entrada él se va a quedar en su lugar… Y se me sale, de ahí… Y se
va a la calle…
De ahí fuimos “El Abuelo” y yo a ver al “Pelo Chino” y en
cuanto me vio el susodicho dijo: Ya le dije que no tiene cabida aquí… Y lo dejó
que se desplazara “El abuelo” y solamente le contestó: Te traigo un recado de
“El Betín”, le das entrada, no le vas a cobrar nada porque es de los fundadores
de aquí, o levántate y él se queda en tu lugar, orita le voy a hablar a aquél
para que se venga… y le tome posesión… -No mi jefe, orita, y aquí está, se va
al 3336…
Este carro era de Isidro Medina Brambila, pero yo le
decía Isidro Medina “Carcachas”, porque de todos los carros que tenía no se
hacía uno. Ya de ahí ya seguí hasta 1995 que se hizo el aparteih de los socios,
y a nosotros nos corrió el licenciado Ramiro Acosta, nos dio la calle sin tener
culpa nosotros, que porque trabajamos con socios rebeldes, nos sacó de la
oficina 89, nos sacó con Seguridad y estos nos negaron la entrada para
entrevistarnos con él. Fuimos con un licenciado que nos mandaron pero ése nomás
nos quitó los papeles, no hizo juicio para que nos re instalaran, le entregó
nuestros documentos a Ramiro Acosta, éste le dio un cheque por millón y medio
de pesos y se desapareció. Estaba por la Madero dos calles antes de llegar a la
16 de Septiembre, en Guadalajara. Y fuimos a buscarlo, y todavía los familiares
de los choferes de Michoacán, andan buscando a ese licenciado para llamarlo a
cuentas. Entonces lo que pasó fue que el 95 a fuerzas nos hicieron trabajar en
Estrellas del Pacífico, somos los fundadores. En el 98 muere el que era mi
patrón: Jesús Velasco Sánchez, nos llama Oscar Arturo España y nos dio la
calle, ni las gracias nos dieron, nomás nos dieron la patada en las sentaderos…
De ahí me fui a Guamúchil a trabajar la corrida de
Guamúchil-Tijuana, con “El Pituchi”, ahí estuve del 98 al 99… ese año se nos
descompuso el carro y me dijo que no tenía dinero para arreglarlo, si lo
consigo y lo reparo te llamo… Pasaron cinco meses y en eso me habla mi hijo y me
dijo que si quería trabajar en limpieza al otro lado, y me fui… Allá duré seis
años… El 96 regresé y me encontré con una licenciada muy estúpida y creída que
se llama Blanca León Vera, que me aplicó el artículo 187 para que el Seguro
Social jamás me diera pensión.
Lo que pasó es que seguramente llegué en mal momento, ahí
tenía a una señora chaparra, prieta, gorda, fea, que le echaba porras: déle en
la madre, licenciada, déle en la madre, córralo a la jodida… qué vienen a
hacer… Y que fue y que vino… No se me olvida, y yo le dije a la licenciada:
Lástima que no es hombre… sino aquí la iban a sacar con los pies por delante…
pero hay instancias superiores a usted, aténgase a las consecuencias…
Pero no, en ese tiempo estaba el orejas cara de ratón
asustado, Salinas de Gortari, le entregó a Fox, entonces le empecé a mandar
cartas a Fox, que derogara el artículo 187 del Seguro Social para poder acceder
a pensión, porque ya a mi edad nadie me daba trabajo y no tenía medios para
subsistir, y hasta la fecha, ninguno, ni el borrachales de Calderón ni contestó
ni me tomó en cuenta… y él alardeaba que estaba ayudando a los más necesitados…
Pero a los más necesitados de él… porque por ejemplo: ¿con quién se quedaron
los millones que le quitó al chino Legón? (Aquel que le dijeron: o te móchas o
cuello)… se los quedó él, que dice que los repartió en diferentes instancias…
que se lo crea el recién nacido… porque yo no. Peña Nieto no ha tenido ni
siquiera la intención de contestar… Nomás me dicen: Le contestaremos en breve,
pero ¿cuánto breve va a ser, el sexenio? Por eso esas personas prometen para
llegar y ya que llegan nos mandan mucho a… silbar a la loma…
Entonces
esa es la triste historia que me pasó a mi, pero la Fundación de Santiago,
cuando murió mi padre en 1967, el 29 de noviembre estábamos velando el cuerpo
de mi papá, cuando llegaron el licenciado Elías Vásquez Araña, Aranda o Arana,
no recuerdo el segundo apellido, violó puertas, violó la caja fuerte, se robó
ochenta mil pesos que yo le había ayudado a mi padre a contarlos, porque íbamos
a ir a México a comprar dos Mandas, como los que tenía Tuxpan el 195 y el 196,
y el 196 lo traía “El Ojos”. Esos 80 mil pesos yo lo acompañé a guardarlos en
la caja en un lugar en el que se abría y no se veían… Ahí estaban todos los
fundamentos de la Sociedad, estaban todos los permisos, estaba el anuncio de
Comunicaciones y Transportes que podían ir a recoger a México el tarjetón donde
los autorizaban de Santiago a Puerto Vallarta, se los robó todo ese licenciado
y los 80 mil pesos; después llegó con una orden de cateo a mi casa alegando que
ahí estaban los 80 mil pesos, pero yo ya no estaba porque ya me encontraba en
Guadalajara trabajando en el Ferrocarril, no pedí cuentas sino voy y hago un
vil desmadre.
Después fui a buscar al licenciado y nunca me dio la
cara. Lo que demuestra lo cobarde que fue. Luego me fui con don Salvador
Hinojosa, y me preguntó que quién era yo; me identifiqué con él y le dije: Qué
bonito amigo fue de mi padre, verdad, usted es más rata que las ratas que andan
aquí en la tubería. Me contestó: por favor joven, váyase, esta es una sociedad.
No, -le digo- ésta es una sociedad plagada de rateros. –Pues aquí tiene las
puertas cerradas- me contestó. Si –le dije- y lo que yo trabajé… del 62 al 64
Mochis-Culiacán ¿en qué quedó?
¿Con quién anduvo? –Me preguntó- Y le contesté: en el
125, con Arturo Vázquez el hijo de “El Chamuko” Vicente Vázquez Barba, anduvimos
Mochis-Culiacán, aquí caíamos con las bolsas llenas de billetes rojos… de a
peso, que no nos cabían en las talegas…
Terminábamos en ese tiempo en el día con más de 400 pesos
¡que era un dineral! … Puro pachuco… Y don Salvador Hinojosa me dio la espalda.
Y no me dieron entrada hasta 1980… esta es la parte más triste. Pero esas
personas ya están juzgadas de la mano de Dios, nunca les tuve rencor, las cosas
se dieron, porque se dieron… Y hasta ahí queda mi relato. Porque si me hago más
extenso, llegamos a las cien páginas”…
Control… Señores… Control… Nos despedimos de don Guillermo
Armando Aguirre Delgadillo, un hombre que las circunstancias de la vida, lo
obligaron a abandonar su carrera para emprender la profesión de conductor de autobuses
en la época que marcó el inicio de una nueva era de la comunicación, con sus
altas y sus bajas… Continuaremos las entrevistas con sus compañeros de la mesa
de amigos en el Café Cafetto, en la esquina de la calle Lerdo y Presidencia
Municipal, aquí en la capital nayarita…
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