C O N V O C A T O R I A VI Concurso de Oratoria Juan Escutia

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domingo, 26 de enero de 2014

Don Guillermo Armando Aguirre Delgadillo -Parte III- Otra historia interesante en la vida transportista de Santiago

Líneas

Por: José Ma. Narváez Ramírez

Siguiendo las breves semblanzas que hemos publicado anteriormente sobre la historia del transporte en Nayarit, hoy continuamos haciendo entrevistas a las personas que entregaron su vida como parte activa de esas organizaciones que iniciaron el transporte en las unidades que en esa época circularon por los caminos y carreteras. Viene enseguida don Guillermo Armando Aguirre Delgadillo, originario de Santiago Ixcuintla, Nayarit a platicarnos parte de su vida:
            “En 1935-36, empezaron unos socios a ser transportistas, llevando los viajes a La Trozada, Sentispac, Campo de los Limones, Ibarra, Tuxpan, Ruiz, Yago, San Blas… En esos “tropicales” que tenían un cupo de 40 personas sentadas, eran grandes, salían de Santiago a San Blas a las 8 de la mañana y regresaban a las 5 de la tarde de San Blas a Santiago.
            Fueron pocos los socios que estaban en ese entonces, uno de ellos era Esteban Ramos, de ahí estuvo Norberto Martínez Ferman “El Penicilino”, después estuvo mi padre José Ascensión “Chonito” Aguirre Torres, luego Adrián Sánchez, Tranquilino Tenorio “El Ratón”, Fidel Rivera, Ángel Vázquez Sarabia, Jesús Torres Ruiz, Justo “Kanamuro” Villela Astorga… este fue el pequeño núcleo que empezó el transporte en Santiago Ixcuintla.
            De ahí, en 1938, fundaron la Cooperativa Autotransportes Santiago S. C. L. (Sociedad Cooperativa Limitada), entonces en ese año principió José León Bass “El Cubano”, luego Norberto Martínez Ferman, Jesús Torres Ruiz, Justo Villela, Ascensión Aguirre Torres, Fidel Rivera Ramírez, Ángel Vázquez Sarabia, Juan Modad Romero… Vicente Vázquez Barba “El Chamuko”, -entró en 1937 cuando empezaban a organizarse… en el siguiente año fue socio activo de la Cooperativa. De ahí empezaron con los “tropicales”-.
            En 1951, comenzaron a comprar los Forcitos, los Reos, que les llamaban “huevitos”, fueron los primeros autobuses cerrados. Uno de ellos era el de mi padre, el 144, el de Vicente Vázquez Barba fue un Reo, -como el que tenía Francisco Romero Astorga “El Campesino”; el de Jesús Torres Ruiz era el 153 que era Reo o International, (no recuerdo bien), un K7, el de Ángel Vázquez Sarabia fue un International que era el 156 que lo traía “El Pichilingue”, fue el más grande que llegó. Y después el GMC el 152 de Fidel Rivera, era un GMC 1952, que lo conducía Luis Mariscal “La Puerca”.
            “El Tracateras” no se animó nunca a ser socio, porque él decía que de su tienda (que estaba en uno de los portales de Santiago) vivían él y su familia, pero fue –por su apodo- “El Tracateras” era… tracalero. Él sabía a quien le encajaba el diente…
            Siguiendo la lista de los propietarios de los “tropicales” sigue Adrián Sánchez… Todas esas personas que fueron socios  con los carros del 140 al 160, que eran Gregorio Hernández Tolosa y Enrique Hernández Tovar. Integraron una fundación en la que hubo una comunicación que fue una verdadera unión. Después entró Custodio Palacios “El Máquinas”, en 1953 se hizo socio. No recuerdo si su carro era marca  Federal o GMC. Pero él estaba en Yago, tenía un molino de nixtamal y tortillería del cual se mantenía, combinando sus entradas.
            Y de ahí poco a poco se fueron integrando, y a Esteban Ramos, en una borrachera, José León “El Cubano” Bass, lo hizo que le cediera la acción de Transportes Santiago a cambio de una desgranadora que él tenía, entonces desapareció Esteban de la sociedad, porque su hermana “La Chata” le compró la acción con todo y camión y José León Bass lo fraudeó. De ahí “El Cubano” Bass se adueñó del autobús 140.
            En 1958 siguieron con los “trompudos” hasta 1960 que llegaron los carros americanos, el “Fitz Jon”, el “Erocoh”, el Flexible y “El Tejanito”, que le llamábamos “tejanos” y los “Parlo chsss” aquí en Tepic, el 01 el 03 y el 04, Santiago tuvo el 04, el 139 que lo traía Cuco Medrano y “El Patalarga” –fueron compañeros inseparables- y hace uno o dos años falleció el “Patalarga” en Tijuana.
            Cuando mi padre tuvo un fuerte accidente en Guadalajara, en el que participó un cura que iba bien tomado con cuatro damas a bordo de su carro, y según el parte volteó a besar a la señora que iba viajando junto al sacerdote, quien siguió la marcha en rojo y se impacto con la unidad que iba manejando mi tío Salvador Torres Ruiz, haciéndolos maromear, a mi padre se le salió la vértebra cuarta o quinta de las dorsales y el cuello se le hundió; durando 8 meses sin poder trabajar, yo cursaba el segundo año de secundaria en la escuela federal No. 26 de Santiago Ixcuintla y la tuve que dejar a los 13 años de edad, y empezar a manejar, pero tuve un enemigo muy altanero, se llama Fernando Vázquez alias “El Ratón” –por algo tenía su apodo- porque era rata de dos patas-…
            Me bajaba del autobús con la pistola puesta aquí en el cuello, -era el Jefe de Tránsito en Santiago-, me quitaba diez pesos, hasta que un día el Comandante de la Policía de la misma población, don José Tovar, le llegó y le puso la pistola en la nuca, diciéndole: me lo vas a dejar en paz o aquí mueres… A Fernando se le cayó la pistola y se puso a temblar… ¿Dónde estaba lo valiente que él decía que era?
            Y yo le dije a Fernando: Voy a crecer, agárrate porque me voy a enseñar a disparar… -Y me enseñé a disparar matando iguanas en Campo de los Limones, corriendo, agarré un pulso efectivo. Entonce cuando lo vi. ya estaba en Tuxpan, lo habían cambiado. Yo contaba con 17 años, todavía no me daban licencia. En ese tiempo llegó a Peñas un Federal de Caminos llamado Lucio Puente, que portaba el M1, me lo puso al cuello y la pistola en la sien, me quitó en ese entonces veinte pesos y me dijo que si seguía manejando sin licencia me iba a encarcelar y a meter el carro al corralón de Varela ahí en Peñas.
            Una vez iba un judicial a bordo del camión, mandado por Tovar,  -de incógnito- porque se dio cuenta de que Fernando me bajaba en Peñas amenizándome con la pistola y cortando cartucho con el M1, el creyó que me iba a meter miedo, pero yo no le tenía miedo, lo respetaba por lo que representaba; entonces me paró y cuando me iba a “morder” se presentó el federal y en ese rato llegó Tovar y junto con el judicial rodearon al federal apuntándole con el rifle diciéndole: lo dejas ir o aquí te mueres y súbete a la patrulla o te subimos. Se lo trajo a Tepic a la Delegación y ahí lo pusieron como palo de las gallinas.
            José Tovar me trajo a Tránsito cuando estaban las oficinas enfrente del Hospital San Vicente, y le dijo a Julio Casillas: dale la licencia inmediatamente no quiero trabas. Julio nomás se me quedó viendo y me dijo: vente… Y me dieron el documento con fecha del año corriente. Esto fue en el 58.
Cuando llegué a Peñas estaba Lucio y me gritó: ¿ya te dieron la licencia, verdad? Así es: aquí está –le dije-. Ya me fregaste –contestó-.
            Me fui a Tuxpan, y empecé a ir a San Blas, a Yago, porque ya tenía con qué defenderme. De ahí hice el primer viaje de Santiago a Mazatlán, y fui agarrando experiencia en el 144 de mi papá, que era el Ford 50, al que le pusimos “La Burrita”.
Después se alivió mi padre y le dijeron que iba a caminar con bastones. En Guadalajara, subió de chofer a Lucio Lamas, y en ese trayecto quedó el carro estacionado entre dos, y un muchacho de los pasajeros subió a la unidad y le bajó la palanca, en ese mismo rato mi padre le estaba dando “cranc” y lo echó a andar -quedando prensado al chocar carro con carro- a la altura de las rodillas y le quebró los meniscos, y ya no pudo caminar porque una de las piernas se le zafaba y se caía. Usaba opresores para fijarle las dos rodillas, duró siete meses sin caminar.
      Ahí tuve que dejar definitivamente mis estudios. Mi meta era ser ingeniero mecánico diesel, en 1961 me llevó a México, pero la escuela en que me querían inscribir cobraba mensualmente mil quinientos pesos, así que tuve que olvidarme de mi preparación y olvidarme de todo porque había que sacar adelante a los hermanos que me seguían.
            De ahí seguí hasta 1999. Anduve manejando de 1957 a 1968, hay un lapso del 68 al 78, que trabajé de agente especial en el ferrocarril del Pacífico, donde trabajó Valentín “El Tepiqueño” Gómez Ruiz, Andrés Alcocer, Pedro Aguilar Parra –que era el Jefe del Departamento de Servicios Especiales-.
            En 1978, me hablaron de las oficinas del jefe, que era Benito Serna Padilla, que era de Hermosillo, luego Alfredo Suárez Rábago que era sub gerente del Ferrocarril del Pacífico -lo hizo Jefe a nivel Pacífico de la seguridad del ferrocarril- me empezaron a mandar velices con mariguana (27 paquetes cada uno) exigiéndome que los llevara al otro lado, querían que yo los llevara a Tucson, Arizona, a un agente de South Pacific que era Steve Abeitia, y yo todos los velices se los entregué a la policía judicial. De un de repente me llamó Morgan o Morán, creo que así se apellidaba el Ministerio Público –que me tuvo mucho aprecio-. Me dijo: Güero, agarra tus maletas y tu familia y lárgate porque te van a matar. Le hablé a mi suegro (el Prof. Pedro Jiménez Alcocer) y le dije: Véngase porque no nos va a volver a ver, nos van a matar. Se vino en el tren y amaneció en Nogales, y en la tarde ya veníamos con todas las cosas a Santiago. Abandoné todo. No quise acercarme ya a las oficinas del ferrocarril porque no sabía si me iban a matar ahí.
            Me desaparecí, perdí antigüedad, perdí todo, pero la vida, fue lo que más gané. Por eso mismo me retiré y volví en 1979 al transporte. Primero anduve en Norte de Sonora, en el “yip” 738, anduve seis meses de”pirata”, fui a hacer la prueba, la pasé y estaba de jefe de personal de Norte de Sonora –que daba el visto bueno- un señor que era de Mazatlán, que se apellidaba Burciaga, y ese señor me dijo: Tu eres de Nayarit, y mira, te tengo una mala noticia, aquí no queremos a los operadores de Nayarit, porque son bien pendejos para manejar. Me picó la cresta y yo le contesté: Mire, quienes han tenido más accidentes son los chilangos, pero hay uno que de un reversazo en Ómnibus de México mató a su compañero, ¿Quiénes son los más pendejos?
            Empezó “a llorar” el amigo y solamente me dijo: Lárguese por favor. Lárguese, usted no va a trabajar aquí en Norte de Sonora. Yo nomás le dije: No sé porque vine aquí a perder el tiempo en Ómnibus de México, si tengo la vara alta en el Pacífico...
Me vine a Guadalajara y llegué al corralón y vi a Porfirio Díaz “El Abuelo”, y me dijo que qué andaba haciendo por aquí. -Vengo de México, fui a hacer la prueba en Norte de Sonora. -Y qué andas haciendo en esos lugares, vente, -me dijo. Y me llevó con “El Betín” –uno de Rosario- y ahí le dijo: ¿te acuerdas de él? –Se me hace cara conocida-. Ay Betín –le dije-, tú estabas ahí en la taquilla cuando estaba Estelita, la güerita de ojos verdes, estabas platicando con ella y yo le llegué y le dije: Buenos días, hola güerita, hoy amaneció más guapa que ayer cuando pasé a Mazatlán… Y tú nomás te me quedaste viendo con ojos de pocos amigos… De ahí te perdí la pista porque no supe adonde te fuiste. Ahí conocí a Cantinflas… Y luego él me dice: ¿Quién es Cantinflas?... Ah, pues Valencia, dizque el licenciado, que te puso el apodo de licenciado para que no te corrieran, aquí en Pacífico…
            Nada más dijo: Abuelo, llévalo con el “Pelo Chino”, que si no le da entrada él se va a quedar en su lugar… Y se me sale, de ahí… Y se va a la calle…
            De ahí fuimos “El Abuelo” y yo a ver al “Pelo Chino” y en cuanto me vio el susodicho dijo: Ya le dije que no tiene cabida aquí… Y lo dejó que se desplazara “El abuelo” y solamente le contestó: Te traigo un recado de “El Betín”, le das entrada, no le vas a cobrar nada porque es de los fundadores de aquí, o levántate y él se queda en tu lugar, orita le voy a hablar a aquél para que se venga… y le tome posesión… -No mi jefe, orita, y aquí está, se va al 3336…
            Este carro era de Isidro Medina Brambila, pero yo le decía Isidro Medina “Carcachas”, porque de todos los carros que tenía no se hacía uno. Ya de ahí ya seguí hasta 1995 que se hizo el aparteih de los socios, y a nosotros nos corrió el licenciado Ramiro Acosta, nos dio la calle sin tener culpa nosotros, que porque trabajamos con socios rebeldes, nos sacó de la oficina 89, nos sacó con Seguridad y estos nos negaron la entrada para entrevistarnos con él. Fuimos con un licenciado que nos mandaron pero ése nomás nos quitó los papeles, no hizo juicio para que nos re instalaran, le entregó nuestros documentos a Ramiro Acosta, éste le dio un cheque por millón y medio de pesos y se desapareció. Estaba por la Madero dos calles antes de llegar a la 16 de Septiembre, en Guadalajara. Y fuimos a buscarlo, y todavía los familiares de los choferes de Michoacán, andan buscando a ese licenciado para llamarlo a cuentas. Entonces lo que pasó fue que el 95 a fuerzas nos hicieron trabajar en Estrellas del Pacífico, somos los fundadores. En el 98 muere el que era mi patrón: Jesús Velasco Sánchez, nos llama Oscar Arturo España y nos dio la calle, ni las gracias nos dieron, nomás nos dieron la patada en las sentaderos…
            De ahí me fui a Guamúchil a trabajar la corrida de Guamúchil-Tijuana, con “El Pituchi”, ahí estuve del 98 al 99… ese año se nos descompuso el carro y me dijo que no tenía dinero para arreglarlo, si lo consigo y lo reparo te llamo… Pasaron cinco meses y en eso me habla mi hijo y me dijo que si quería trabajar en limpieza al otro lado, y me fui… Allá duré seis años… El 96 regresé y me encontré con una licenciada muy estúpida y creída que se llama Blanca León Vera, que me aplicó el artículo 187 para que el Seguro Social jamás me diera pensión.
            Lo que pasó es que seguramente llegué en mal momento, ahí tenía a una señora chaparra, prieta, gorda, fea, que le echaba porras: déle en la madre, licenciada, déle en la madre, córralo a la jodida… qué vienen a hacer… Y que fue y que vino… No se me olvida, y yo le dije a la licenciada: Lástima que no es hombre… sino aquí la iban a sacar con los pies por delante… pero hay instancias superiores a usted, aténgase a las consecuencias…
            Pero no, en ese tiempo estaba el orejas cara de ratón asustado, Salinas de Gortari, le entregó a Fox, entonces le empecé a mandar cartas a Fox, que derogara el artículo 187 del Seguro Social para poder acceder a pensión, porque ya a mi edad nadie me daba trabajo y no tenía medios para subsistir, y hasta la fecha, ninguno, ni el borrachales de Calderón ni contestó ni me tomó en cuenta… y él alardeaba que estaba ayudando a los más necesitados… Pero a los más necesitados de él… porque por ejemplo: ¿con quién se quedaron los millones que le quitó al chino Legón? (Aquel que le dijeron: o te móchas o cuello)… se los quedó él, que dice que los repartió en diferentes instancias… que se lo crea el recién nacido… porque yo no. Peña Nieto no ha tenido ni siquiera la intención de contestar… Nomás me dicen: Le contestaremos en breve, pero ¿cuánto breve va a ser, el sexenio? Por eso esas personas prometen para llegar y ya que llegan nos mandan mucho a… silbar a la loma…
Entonces esa es la triste historia que me pasó a mi, pero la Fundación de Santiago, cuando murió mi padre en 1967, el 29 de noviembre estábamos velando el cuerpo de mi papá, cuando llegaron el licenciado Elías Vásquez Araña, Aranda o Arana, no recuerdo el segundo apellido, violó puertas, violó la caja fuerte, se robó ochenta mil pesos que yo le había ayudado a mi padre a contarlos, porque íbamos a ir a México a comprar dos Mandas, como los que tenía Tuxpan el 195 y el 196, y el 196 lo traía “El Ojos”. Esos 80 mil pesos yo lo acompañé a guardarlos en la caja en un lugar en el que se abría y no se veían… Ahí estaban todos los fundamentos de la Sociedad, estaban todos los permisos, estaba el anuncio de Comunicaciones y Transportes que podían ir a recoger a México el tarjetón donde los autorizaban de Santiago a Puerto Vallarta, se los robó todo ese licenciado y los 80 mil pesos; después llegó con una orden de cateo a mi casa alegando que ahí estaban los 80 mil pesos, pero yo ya no estaba porque ya me encontraba en Guadalajara trabajando en el Ferrocarril, no pedí cuentas sino voy y hago un vil desmadre.
            Después fui a buscar al licenciado y nunca me dio la cara. Lo que demuestra lo cobarde que fue. Luego me fui con don Salvador Hinojosa, y me preguntó que quién era yo; me identifiqué con él y le dije: Qué bonito amigo fue de mi padre, verdad, usted es más rata que las ratas que andan aquí en la tubería. Me contestó: por favor joven, váyase, esta es una sociedad. No, -le digo- ésta es una sociedad plagada de rateros. –Pues aquí tiene las puertas cerradas- me contestó. Si –le dije- y lo que yo trabajé… del 62 al 64 Mochis-Culiacán ¿en qué quedó?
            ¿Con quién anduvo? –Me preguntó- Y le contesté: en el 125, con Arturo Vázquez el hijo de “El Chamuko” Vicente Vázquez Barba, anduvimos Mochis-Culiacán, aquí caíamos con las bolsas llenas de billetes rojos… de a peso, que no nos cabían en las talegas…
            Terminábamos en ese tiempo en el día con más de 400 pesos ¡que era un dineral! … Puro pachuco… Y don Salvador Hinojosa me dio la espalda. Y no me dieron entrada hasta 1980… esta es la parte más triste. Pero esas personas ya están juzgadas de la mano de Dios, nunca les tuve rencor, las cosas se dieron, porque se dieron… Y hasta ahí queda mi relato. Porque si me hago más extenso, llegamos a las cien páginas”…
            Control… Señores… Control… Nos despedimos de don Guillermo Armando Aguirre Delgadillo, un hombre que las circunstancias de la vida, lo obligaron a abandonar su carrera para emprender la profesión de conductor de autobuses en la época que marcó el inicio de una nueva era de la comunicación, con sus altas y sus bajas… Continuaremos las entrevistas con sus compañeros de la mesa de amigos en el Café Cafetto, en la esquina de la calle Lerdo y Presidencia Municipal, aquí en la capital nayarita… 

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