Líneas
Por:
José Ma. Narváez Ramírez.
Bien dicen que los que se van
primero se ahorran –por así comentarlo- los sufrimientos que se sienten cuando
Dios decide llevarse a su reino a los seres queridos, dejándonos con la pena que
ocasiona la casi inesperada separación, que aminora con el pésame y la compañía
de los parientes y de los amigos.
Nada
más hay que recordar que sufre menos quien disfrutó la vida sin cargos de
conciencia, compartiendo las buenas y las malas como se debe, respondiendo
cabalmente con aquellos que nos tocó convivir al paso de los años y disfrutamos
de su compañía y recibimos de ellos lo que les correspondimos, sin ventajas,
egoísmos, envidias y rencores.
Pudiera
ser que vaya esto por el mal comportamiento que vamos encontrando con desagrado
diariamente en las personas que tienen a su cargo y responsabilidad, el manejar el poder y la justicia, pero no, a
éstos que los juzgue el pueblo, lo decimos por los cuatro fallecimientos que se
sucedieron en el “día de la raza” en Santiago Ixcuintla Nayarit, dejando
sumidos en el dolor a los apreciados deudos y amistades que fueron en vida de
los que “volaron” al cielo, adelantándose en el viaje que todos haremos algún
día, no lejano.
En
contraste con estos tristes sucesos, viene a brotar el tema de los otros
entierros, los de los cuerpos de las personas que en número de setenta y tantos
se han quitado la vida en lo que va del año, en esta entidad, decidiendo por
voluntad propia acabar con su existencia, siendo las causas varias: la
depresión motivada por la precaria situación económica, alguna enfermedad en
fase terminal, locura, ingestión de drogas legales e ilegales, lances amorosos
mal digeridos, malos tratos, celos o cualquier otra “causa de sinrazón”, pero
lo cierto es que son cada día más seres humanos que se cortan la existencia por
cobardía –según los expertos- a continuar en esta tierra que habitamos y le dan
espalda a la dureza de la realidad.
Puede
molestar a algunas personas que pongamos en el tapete de este comentario, a los
seres humanos que por desgracia nos abandonaron y hoy descansan en paz,
esperando –como Dios manda- el juicio final donde seremos puestos en la balanza
divina y se nos premiará o castigará según nuestro comportamiento terrenal. No
así con los suicidas, que por haber tomado la decisión de partir por motu
propio, pierden el derecho a juicio y son condenados –según la ley de Dios- al
fuego eterno.
Tampoco
vamos a entrar en discusión sobre estas creencias, y ofrecemos nuestros
respetos por la diferencia de opiniones que ellas susciten. Solamente podemos
agregar que el que se va, no retorna, y que el que tiene fe, se salvará… sólo
UNO lo logró, pero ese fue y es: EL HIJO DE DIOS…
Control…Señores…
Control… Lo que sí les aseguro es lo que dicen los viejos dichos –que se
convierten a través de los años en verdades- que: “al que obra mal en esta
vida, tenga por seguro que lo pagará tostándose por una eternidad en el averno…
y al que obró bien… allá lo saludaremos en el Paraíso”… Si Dios, quiere…
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