Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez.
Podemos decir sin temor a
equivocarnos, que el señor Lic. Luis Alberto Bravo Mora, se topó de buenas a
primeras con una gran piedra en su camino… o que le tocó –como se dice
coloquialmente- “bailar con la más fea…”.
Porque
empezar prácticamente a hacer arte y cultura donde solamente existe un grupo
enorme de individuos cebados en la “inactividad productiva”, estando muy listos
a cobrar sus quincenas –cuando las hay- a cambio de “hacer que hacen” y no
realizan nada que marque de alguna manera su presencia dentro de sus deberes
como promotores del arte y de la cultura.
También
no olvidemos que -casi- todo aquel que se dedica a estas actividades, acude al
gobierno para que se le apoye, considerando una especie de derecho “ahuevoluntario”
recibir ayuda para promocionar su obra, sea ésta de carácter artístico,
literario, teatral, pictórico o simplemente cultural –si es que así se le pueden
llamar en forma general a estas inquietudes-.
Bravo
Mora ha luchado como los verdaderos guerreros en defensa del amor de su vida:
el teatro. Y ha logrado triunfos significativos a través de luchas a brazo
partido por presentar muchas obras que han dejado huella en los espectadores.
Integrando grupos con personas de origen humilde y con destacados intérpretes “ya
cuajados” y de los llamados “hechos sobre la marcha”. Ha ido formando una
pléyade de “teatreros” bisoños, que se van enseñando bajo su dirección y con la
práctica que les dan los continuos ensayos en busca de la soñada maestría.
Algunos
se han quedado en el camino dejando un hueco muy difícil de llenar y aparte,
causando gran dolor entre los compañeros, que nunca los olvidarán… Otros
simplemente o se casan o surcan otros caminos diferentes.
Pero
como dicen el argot popular: La función siempre debe de continuar… y esto es lo
que hacen los intérpretes… buscar el aplauso y la ansiada perfección.
Ahora
la vida le presenta una de las mejores oportunidades de destacar en su trabajo
como “hacedor de arte y cultura”, y el doctor Leopoldo Domínguez lo nombró atinadamente,
titular de este Instituto –pero aquí entre nos, ni siquiera tiene legalidad
dentro del organigrama oficial, y aparte gasta un buen dinero como pago de
renta por el inmueble-. La cultura y el arte no tienen precio ni se miden en
inversiones porque son inapreciables, pero cuando hay carencias y gastos
superfluos, hay que eliminarlos.
Aparte,
nuestro amigo Bravo, tiene que bregar contra los propios grupos “políticos” que
se han venido incrustando en forma de grupúsculos –chupópteros- dentro del
ayuntamiento, vislumbrando un futuro promisorio al entender que Polo tiene una
gran proyección dentro del futuro de Nayarit, pero lo que no entienden es que
hay que ayudar a obtenerlo con hechos, no con “patadas debajo de la mesa”… De
por sí ya ven como están recibiendo “ganchos al hígado” de parte de los del
otro lado… Hay que conformar equipos de trabajo, de camaradería… con honestidad
y compañerismo, no “el quítate que ahí voy” y el de fomento a la “hueva” y a la
comodidad de obtener los famosos “apoyos oficiales”…
En
primer lugar, se va a lograr desocupar el inmueble, se va a contar con edificio
propio, con equipo –no de lujo – pero cuando menos que permita hacer, promover
y publicitar acciones que trasciendan entre el público, como por ejemplo
tardeadas de baile popular, sesiones de aficionados que reciban la
participación de todos aquellos que tengan una inquietud artística y quieran
ganarse el aplauso del “respetable” o el acíbar del rechazo; el “muestreo” de
las obras de fotografía, pintura, escultura –y toda la gama del arte- a través
de exposiciones que lleven a nuestra gente esas inquietudes. Sin faltar las
obras de teatro, y las literarias, como obras populares y libros de variados
temas.
En
fin, en lugar de criticar de primera intención, y de hacerlo con tono burlón o
sarcástico, hay que aplaudir las participaciones de algunos artistas del
Instituto Cultural, en los primeros “Miércoles Ciudadanos” que se presentan con
mucho éxito, al aire libre, en las afueras de la Presidencia , cantando,
bailando, contando cuentos, declamando y escuchando las propuestas del público
–principalmente-, para ayudar a que este Instituto logre su cometido y sirva de
muestra a otros que contando con fuertes recursos económicos no hacen gran cosa
por promover el arte y la cultura en ninguna parte.
Control…
Señores… Control… Le han dado a Bravo la oportunidad de hacer lo que él sabe,
hay que apoyarlo…
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