miércoles, 12 de febrero de 2014

Don Arturo Vázquez González

Líneas

Por: José Ma. Narváez Ramírez.

*El “Benjamín” de los operadores de autobuses


El hijo de uno de los más populares operadores de autobuses de Santiago Ixcuintla, don Vicente “El Chamuko” Vázquez Barba, integrante de una familia de pioneros  conductores de los carros “tropicales” –como eran conocidos aquellos camiones destapados que sostenían sobre unos tubos en forma de tenedores los techos, para proporcionar mejor ventilación a la clientela de aquellos años en que iniciaron el transporte por vía terrestre por las brechas o caminos que se convertían en lodazales y que transformaban el viaje en toda una aventura, que en aquellos tiempos en que empezaba era una novedad-.


         Don Arturo nos platica que empezó a conducir el camión a la edad de once años, cuando integraron la Cooperativa de Transportes del Pacífico los señores: Fidel Rivera, Ángel Vázquez Sarabia, Jesús Torres Ruiz, Aurelio Ramón Montañez, José María Montaño, Norberto Martínez, José Ascensión Aguirre Torres, Marcos Villalbazo, Vicente Vázquez Barba, Luis Lomelí, Nicolás Morales, Adrián Sánchez, Francisco “El Campesino” Romero Astorga, Juan Modad Romero, Gregorio Hernández Tolosa, Custodio Palacios, Justo Villela Astorga, José León Bass, Fernando García y Tranquilino “El Ratón” Tenorio, que fueron los socios fundadores de aquella cooperativa.

         Y nos dice que empezó “a manejar aquellos camiones en forma accidental porque una persona no supo poner los platinos a un condensador, y de estar mirando que no podía yo me metí y ya no lo dejé agarrar el carro, y yo me fui a hacer el servicio –como quien dice me lo robé- y así realicé mi primer viaje a San Blas, sin saber cómo bajarlos, cuando regresé a Santiago supe que don Chón Aguirre había ido a Tepic a una comisión y al regreso le preguntaron que quién había conducido la unidad, pero al buscarme ¿dónde me hallaban? Y de ahí fue mi inicio de andar en los autobuses, yo me calaba un sombrero y así entraba a Guadalajara, no había uniformes ni nada, íbamos en camiseta. En Santiago los servicios que teníamos con salida desde Tuxpan, empezamos a usar el pantalón azul, de primera, y de segunda el pantalón caqui.

         Yo me daba mis “volantines” para los ranchos de cobrador o “de chango” en los tropicales, con un operador que se llamaba Raúl Pérez. También sufrí en carne propia el tremendo problema del “cranc”, la varilla de acero que era utilizada para echar a andar el motor del camión; me quebró la mano derecha cuando yo le daba vuelta y al mismo tiempo alguien le picó a la marcha y me agarró las manos y me las dejó abiertas hasta que las acomodaron.

         En esto de la “chofereada” fue una ocupación de familia, todos los hermanos de mi padre eran conductores de autobús. Yo seguí adelante hasta que llegué a las “ligas mayores” de acá del Pacífico en el autobús de mi señor padre. Conduje el camión desde 1962 al 2005, -44 años tras el volante- y cinco que me aventé en Santiago, suman 49 años de mi vida que los dediqué a operador. Teníamos un “chicotito” de agente de Tránsito, que era Fernando Vázquez, “El Ratón” que era el que nos traía a raya, era muy especial y desbozalado, prepotente, le gustaba el dinero para seguir sus borracheras. Yo trabajé sin licencia y adonde quiera iba, la saqué cuando vine a Santiago. En la corrida a Los Mochis así anduve trabajando. Ahí fue donde tuve un accidente muy fuerte cuado se me quebró la dirección del autobús y eché maromas, afortunadamente no hubo muertos. En esa ocasión fuimos cinco los que le pegamos a la chamba y logramos dejar el carro como si no le hubiera pasado nada. Aquí está mi compadre Aguirre que fue el que me ayudó a sacar esa tarea.
         Volví a trabajar nuevamente, vine a caer aquí a Tepic y fue cuando tuve la oportunidad de sacar la licencia de conductor de servicio, que era la de primera, después vino la médica, y luego salió la federal.

         Hacíamos el servicio de Santiago a El Pozole –ahora Villa Juárez- a la Boca del Camichín, a Ruiz, Tuxpan, San Blas, Mazatlán, después ya más lejos íbamos a Los Mochis, luego ingresamos a los viajes de Guadalajara a Santiago, y en los años del 61-62 íbamos a Mexicali a traer los braceros a Guadalajara.
         Actualmente vivo en Zaragoza 115 Poniente, de Santiago Ixc., y emparenté con el famoso “Budy” Aréchiga,  que era tío de mi esposa, me tocó acompañarlo en su última hora, como quien dice falleció en mis brazos. Muchas personas iban a la casa a platicar con él sobre recuerdos, porque era memorista. A sus 89 años todo recordaba y conocía a mucha gente de Santiago.

         El haber sido conductor de ómnibus, me dio la oportunidad de conocer muchas ciudades, y de hacer muchos amigos –unos viven y otros ya se nos adelantaron en el viaje- y aquí en este grupo de viejos conductores de camiones, de los cuales soy el mas joven –pudiera decirse- formamos una agrupación de chóferes jubilados que nos damos cita en el Café Cafetto de Tepic, y ya tenemos varios años, y me siento muy orgulloso de contarlos entre mis amigos extrañables, compañeros de muchas aventuras, a los que desde que yo cuando estaba chiquillo los conocí, desde antes de que me enseñara a manejar y ahora yo los quiero mucho y las cosas vividas nadie me las va a quitar. Y me voy a ir y me los voy a llevar aquí dentro de mi corazón.

         De mi padre me acuerdo en forma muy especial. No fumaba, pero sí tomaba y era  muy amiguero, le gustaba la música, se juntaba con todos sus amigos allá en la casa… Eran muchos, a uno le decían “El Tamalero” que vendía mariscos, otro fue Máximo Venegas “El Patriarca”, Juan “Lanas” Lozano, el “Xaxai” –mecánico- y muchos más. El fue una persona que conmigo se portó como un verdadero padre, muy bueno, éramos amigos y me daba consejos, hasta que empecé a trabajar, le quité la obligación. A mi me dijeron que él había abierto la brecha hacia Yago, desde el crucero de El Capomal hasta la estación. Porque las cosechas las sacaban de los ranchos por tren hasta Ruiz y gracias a mi padre se abrió camino para los vehículos de motor.

         Me quedé a radicar en Santiago porque ahí estaba mi familia, nunca se quisieron ir a vivir a Tepic, ya que crecieron mis cuatro hijos y dos viven allá y dos acá. Mi esposa es maestra jubilada, y ahora yo me dedico a cuidar a la señora Fidela Aréchiga Guzmán, tiene 101 años de edad, y el 22 de abril cumple 102 años. No está enferma de nada, nomás tiene quebrada la cadera, pero de enferma ni de tos, ni gripa ni calentura, come bien.

         Solamente me resta agregar que Dios nos conceda más tiempo para ver crecer las segundas y tercera generación, ya tengo gracias Dios mis tres generaciones, tengo siete nietos, catorce biznietos y un tataranieto… y tengo 67 años…”.
         Control… Señores… Control… Nos despedimos de don Arturo felicitándolo por tan feliz acontecimiento, y deseándole larga vida y salud para que vea hecho realidad su “sueño de las tres generaciones”…

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