Líneas
Por: José
Ma. Narváez Ramírez.
¿Se debe aplicar el detector de
mentiras a los candidatos?
Tenemos tal cantidad de autores
que se dedican a inventar superlativos, que bien podríamos ganar un título
mundial –no solamente estatal o nacional- en el Libro de Guinness.
Por
ahí oí un comentario sobre la conveniencia del uso del detector de mentiras
aplicado a los candidatos (o pre) en campaña, a la hora de hacer sus discursos
o entablar pláticas en las visitas domiciliarias. Esto disiparía las dudas y generaría
confianza en aquellos que se deciden por la no participación a causa de tanta
mentira.
Sería
una nueva forma de demostrar quién tiene la razón al afirmar vehementemente que
va a cumplir con las promesas que se desgranan incesantes en los “inocentes
oídos” de los futuros (¿) votantes… -un 30% del cien-… debido a la incredulidad
causada por tanto “labioso” que ha circulado por los puestos públicos.
Y
decimos “inocentes” porque en verdad se hacen los “que no oyen” las
repeticiones de cada trienio o sexenio: lo mismo y con iguales resultados… Nada
más que cada vez estos (los resultados invisibles) son más agobiantes.
En
tiempo de elecciones vemos y oímos a las cuadrillas de jóvenes (en su mayoría)
portando camisetas con mensajes impresos a pleno rayazo del sol, haciendo sonar
los aparatos lanzando cantaletas y ”jingles” con el demás ruido ensordecedor,
porque va a pasar el nuevo sujeto representando a tal o cual partido con el
“ahora sí” se resolverán todos los problemas, sean cuales fueran… TODOS… Empezando
por no resolver los inmediatos, o sea los que les prometen a sus corifeos… los
que “se la parten” resistiendo las inclemencias del tiempo, los aguijones de
las mal pasadas y el enfado de escuchar las mismas mamarrachadas… horas y horas
de tedio fingiendo una alegría que están muy lejos de sentir… recibiendo una
miseria como pago –si no es que promesas-, tan parecida a la que percibirán los
“convencidos” ciudadanos… Menos mal que ahora duran poco tiempo.
Aunque con la aclaración –ineludible- de que “no
trae una varita mágica” para resolver el asunto de las deudas a los
trabajadores, o de la irregular recolección de basura, o de los “policuicos”
embozados e “ininidentificables”, que con el cuento de la inseguridad cometen
muchos delitos … o el de los cinturones del vicio en pleno centro de las
ciudades… o el desabasto de medicinas o la carencia de atención médica para
aquellos que la demandan en las instituciones oficiales… o el de tantas otras
dificultades que causan a la sociedad al ostentar el abuso del poder y no
cumplir lo pactado con la fácil salida del: NO HAY LANA.
Un
detector bastaría para calificar a “los calientes” en la veracidad de sus
palabras, Pero esto debiera hacerse en público, a la hora de “bañarse de
pueblo” y dirigir sus peroratas a la gente acarreada y no… Sin excusas ni
pretextos, abiertos al diálogo y a las preguntas de todos y cada uno de los
ciudadanos, sin un script previamente elaborado, simple y llanamente: ¿va usted
a resolver el problema del agua potable sin palabrería o sin discurso
demagógico y sin quejarse de la falta de dinero? ¿Cuándo podremos constatar el
suministro del líquido vital en determinada colonia? ¿Cuánto se va a bajar de
los sueldos que pretenden cobrar usted y su equipo, en el “supuesto” caso de
arribar al poder?
Y
así sucesivamente, puras preguntas lógicas, nada imaginario, la realidad puesta
en escena y a su muy libre decisión.
¿Cuándo
van a reparar las calles de las 300 y pico de colonias de la capital nayarita? ¿Por
qué nada más unas cuántas del centro de la ciudad? ¿Por qué ese afán
“chingativo” de presumir obras y no hacer los trabajos como se merece la gente?
¿Cuándo vamos a dejar de ser los
primeros… en mentir?
Así
con el detector de mentiras en la mano (comprado por el público, no por los
mismos politiqueros), se tendrían pruebas fehacientes de que el señor candidato
está obrando con legalidad y con el derecho de corresponder a las demandas del
pueblo en forma correcta, inequívoca... Cuando menos tiene ganas de servir.
Aquello que dicen a la hora de tomar el mando de: que “si no lo hiciere, que me
lo demande” quedaría de manera secundaria, porque con el detector no habría
forma de eludir las responsabilidades asumidas, y no valdrían excusas
posteriores porque quienes las escuchen tiene que tener la seguridad de que no
miente el que está asegurando una respuesta. Que no quede un asomo de duda.
Y
tendrían los presuntos, la seguridad de que el pueblo les entregará el voto de
una manera irrestricta, no tendrían porqué robárselo, porque no habrá ninguna
incertidumbre de que viene él o la pretensa, con la verdadera entrega y
propósito de servir y no servirse de su gente.
De
otra manera se volverían candidatos triunfantes al recibir el título de “excesos medidos” en el
mencionado Libro de Guinness, que ya ven como toma con “humorismo británico
terriblemente en serio lo trivial y cuantifica lo inmensurable (que no puede
medirse o de difícil medida)”, y podrían establecer una marca mundial de
mentiras sostenidas a los largo de un trienio –o de un sexenio-.
Ahora
¿aceptarían utilizar el detector de mentiras los especialistas en el engaño?
¿Qué dirán los del Factbook maiceados?
(Sería
como ponérselo a Peña Nieto a la hora de preguntarle: ¿Por qué usted no propone
ayudar a nuestro pueblo exigiendo un salario mínimo de 250 pesos diarios?).
Control… Señores… Control… Que digan misa… No
nos hagamos, aquellos alegarán que no se vale usar estos artefactos “ante la
prístina actitud de estos seres humanos bendecidos por la mano del pastor”… en
donde no cabe la menor duda de que no se ocupa ningún artefacto para probar que
tienen las mejores intenciones… de clavar las garras… como usualmente vienen
haciendo…
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