Por: José Ma.
Narváez Ramírez
Aunque se diga lo contrario casi todo el tiempo en los
boletines informativos que leemos en los medios, la verdad, es relativamente
ocultada (y aunque se sepa en las redacciones correspondientes y dentro de la
misma ciudadanía) algún día no muy lejano tendrá que aflorar a la superficie
consciente en forma normal, diferente a la que hoy navega la realidad palpable
y cruda en que se ahoga nuestra gente, que al parecer no quiere entender lo que
esta sucediendo en su entorno, manejado impunemente por un “bonche” de
improvisados defensores de la sociedad, no siendo otra cosa que grupúsculos de
depredadores de la misma.
En otras
palabras, si nos esta cargando la desgracia en el renglón económico, si están educando
a nuestros hijos en forma inapropiada, si nos están administrando a cuenta
gotas la salud y nos están dando -entre otras cosas graves- servicios públicos
deficientes, aduciendo que están siendo impulsadas grandes obras de
construcción para un enorme beneficio social, canalizando los impuestos en
inclinaciones a la grandeza cuando nuestra pobreza los tiene que obligar a
despertar en un mundo de necesidades inmersas en lo primordial, y no en el
globo suntuario en el que se desenvuelven transformándolo en botín politiquero.
Deben
pensar en el mundo en que viven y desarrollar programas adecuados a este y no
al “totum revolutum” Platónico, que sus elucubraciones maquinan, porque –no nos
hagamos- necesitamos escuelas, educadores en verdad eficientes, medicinas y
médicos que sirvan a la sociedad y no se sirvan de ella; administradores de los
dineros del pueblo que hagan todo lo posible por igualmente servirle a quien le
paga NO EXPRIMIRLO; llevarle cultura y entretenimiento no con el sello estupido
de “gratuito” sino con el simple deber de ofrecerle conocimientos y
espectáculos que eleven su espíritu; que se especifiquen las ganancias que se
llevan los dueños de los autobuses y autos que proporcionan un servicio publico
y no sea un raterismo rodante que tanto daño causa a los usuarios; que la
basura se recoja puntualmente y se tire en lugares que no cause problemas de
contaminación; que las plazas publicas y los centros de diversión no sufran del
abandono de aquellos que están obligados a cuidarlos; que algún día se controle
el vicios y el contrabando de drogas en los antros; en fin que ya no estén
saqueando a un pueblo que se caracteriza por su apego al trabajo (mal pagado) y
a al consumo de alcohol inducido al través de los execrables programas de radio
y televisión en lugar de alimentar el deseo de superación personal y elevación
de los buenos sentimientos.
Control… Señores… Control… Un pueblo que les
grite YA BASTA de que no les paguen un salario adecuado a sus desempeños y le
brinden servicios de protección –quienes les paga- y no de sujeción
esclavizante y destructiva a las leyes… y todavía le cobran… y lo peor: Juan
Pueblo le paga…
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