Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez
Tercera Parte.
“En
efecto, manda construir la barda de la escuela, de 70 por 70, y en esa misma
semana me habla y me dice: Profesor, pase usted a la secretaría a recoger su
cheque… Usted también tiene derecho a gozar de ese premio.
Estos
son los mejores recuerdos que tengo. En esto de la trayectoria de mi vida pues
hemos tenido experiencias muy halagadoras, por ejemplo, una fue que estando el
gobierno construyendo de terracería la carretera, pues estaba muy bonita pero
era de ese material simple, y ya se iban a retirar las máquinas y le dije al
presidente del ejido: (al señor Francisco Torres, que en paz descanse), Oiga
Pancho, ya se van a llevar las máquinas, ¿no van a pavimentar?
-Pos
sabe- me contestó, -a mi me dijeron que sí pero ya se van… En esos momentos le
dije a Pancho: Me puede usted firmar un papel donde pide la pavimentación de la
carretera.
Le
hice varios oficios, entre ellos para la Maestra María Eugenia Jiménez y
a varios diputados del PRI, que no recuerdo quiénes eran. Me fui a México con
los papeles, que entregué en la
Cámara de Diputados, y a los 15 o 20 días vino la respuesta:
Me fueron a visitar a la escuela y me dijeron, el problema de la carretera está
resuelto, dentro de unas cuantas horas van a empezar ya a pavimentar…
También
otra de las experiencias, ahí en el ejido pues nunca hay agua, y por un
pedacito de terreno les pedían hasta un millón de pesos por permitirles sacar agua
de ese terreno, y pues el ejido no está
para eso, la gente no tiene ese dinero… Yo tenía dos alumnos que me habían
platicado que ellos buscaban dónde había agua y les dije que no creía en esas
gentes, que eran charlatanes…
Esas
investigaciones, los señores son empíricos, lo hacen con horqueta de guayabo.
Un día me cayeron a la escuela el padre de uno de ellos, que iban de aquí de
Tepic, a estudiar allá; que por cierto ya habían sido corridos de un colegio,
del Colegio México porque no los podían controlar. El señor estaba muy contento
con la enseñanza que se le estaba dando a su hijo allá en San Andrés, llevó al
señor este, al empírico, a hacer un estudio para ver dónde había agua; la
escuela tiene un terreno, una parcelita, y los llevé a ella (porque esa era la
solución para que el pueblo tuviera agua.) Y me dijo –pulsando las varitas-
mire profe, aquí en este terreno hay agua… Usted puede probarlo, mire pruébelo.
Yo hice el experimento y efectivamente con las horquetas de guayaba se le
doblan a uno las manos y en efecto se van doblando por un efecto magnético, un
efecto eléctrico… y le dije que les iba a regalar el terreno para que les
dieran el líquido vital a los pobladores de San Andrés.
Cuando
íbamos en la carretera le dije a ver párate aquí, aquí también hay agua…
sacamos la horquetas y me dijo en este terreno pasa un río, aquí hay muchísima
agua, pruébalo profe… Y probé con las horquetas, y casi me torcían las manos.
Llegando a Tepic, como a las cuatro de la tarde, le hablé a la esposa del dueño
del terreno y le dije: Oiga doña Gila, encontramos agua en su terreno, ¿nos
regala un pedazo de él para hacer ahí el pozo?
El
que quiera, profe, el que quiera. Oiga ¿y su marido. Déjemelo a mí. Al día
siguiente fui al rancho y le pregunté a doña Gila que si estábamos en lo dicho.
En lo dicho estamos, con tal de que haya agua para el pueblo ahí que se haga…
Ahorita
el pueblo tiene una cantidad de agua enorme, con ese pozo artesiano. Y también
hemos tenido desgracias, como la que le sucedió a los indígenas, cañeros, en
Camichín de Jauja, donde murieron como unos cinco, ya eran casi las ocho de la
noche cuando me entero de esa tragedia… Voy al hospital veo a los indígenas
tirados, algunos heridos y me dijeron que los muertos no estaban ahí están en
otra parte… Los dolientes me pidieron auxilio y me fui a mi casa a traer un
cheque para ayudarlos… En el camino me encuentro a la Lic. Rocío Flores, y me
hizo saber que en esos casos había que hablarle a una tal Lupita, que era
secretaria de Ney… Me identifiqué con aquella señora y le dije que solamente
tenía mi cheque, que no sabía si me alcanzaba para dar el enganche, son como
cinco mil pesos… La señora Lupita habló con Ney y me dijo que las cajas estaban
pagadas…
Hay
niños que no tiene medios para estudiar, y nosotros los ayudamos. Y creo que en
lo personal, estoy contento con mi vocación porque he tratado de ser
congruente, con lo que pienso y hago y estoy seguro de que jamás le voy a pagar
al pueblo y a la
Secretaría de Educación Pública, lo que hicieron por mí, porque
fui un niño consentido de dicha secretaría, estuve becado, nuca me cobraron en
la escuela, estuve en las mejores escuelas del país, tuve buenos maestros y
además tengo hasta trabajo, la misma secretaría me dio para comer. Y CREO QUE LA SATISFACCIÓN VENDRÁ
DESPUÉS DE LA MUERTE. AUNQUE
TENGO MIS 32 AÑOS TRABAJANDO, NO PIENSO RENUNCIAR A MI TRABAJO NI PIENSO
JUBILARME”.
(FOTOS:
PERIODISTA Y FOTÓGRAFO: ÁNGEL CARVAJAL AGUILAR).
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