jueves, 24 de octubre de 2013

Después del revolcón…



Por: José Ma. Narváez Ramírez


(Abogando por Carlos Hartig Escudero)

Dicen que las perras, como las cocodrilos y las gatas, quedan cansadas y tranquilas después del revolcón que les dan los machos, y no me sorprende saberlo porque así es la dureza del ataque, la duración y la embestida. Pero no viene al caso este comentario precisamente en lo que se refiere al acto sexual de estos animales, ya que el gallo queda listo en pocos minutos para reanudar sus aventuras amorosas y eso que no come camarones o unas docenas de ostiones –como los humanos- esperando que uno le salga bueno… cuando menos… según dicen los consumidores de mariscos…
 El asunto se trata de la acusación que le hacen a mi amigo “El Patas” periodista de los llamados de a pie o de infantería –como la gran mayoría- que va por la vida cargando los periódicos que reparte y el estigma de un retraso mental grave, que puede servirle de atenuante en esa acusación que se le hace por molestar telefónicamente a una dama.
         En su vida privada podrá ser homosexual, bisexual o pansexual, lo que usted prefiera imaginar, pero es de él solamente y no nos atañe juzgar sus preferencias o apetitos –bien dice don Rigoberto Ochoa Zaragoza,  exgobernador nayarita, que cada quien hace de su “ese” un papalote y con la cola los tirantes- ahora que por utilizar un medio de comunicación como lo es el teléfono no precisamente para entablar una plática o dar alguna noticia sino para hacer proposiciones o acusaciones indecorosas, pervertidas o malévolas a la persona que está del otro lado del aparato, pues nada le da derecho a hacerlo sino que esta actitud tiene su castigo y es la ley quien tendrá que aplicarlo… Ya tendrán –o tuvieron- oportunidad de esclarecer los atenuantes de esta conducta que esta fuera de razón en situaciones normales.
         Hemos tenido ocasión de platicar con este amigo, y podemos decir que tiene alcances de inteligencia por encima de lo normal –tal vez se deba a su padecimiento cerebral- pero entre los compañeros que tienen trato con él, sabemos que lo tildan de zafado y de que no esta bien de sus facultades mentales. Conozco varios que hacen cosas peores y ni quien los moleste, tal vez porque no se han topado con una señora o señor que los acuse de inmoralidades (aunque en esto ya lo que antes se catalogaba como sucio o cochino ahora se permite por aquello de la modernidad en el sexo).
         En fin, todo sea por tratar de abogar por un ser humano: Carlos Hartig Escudero, al que le dicen “El Patas”, y que metió las ídem en la vida real, en la que todos podemos caer por angas o mangas, y que merece por su condición, salir bien librado mediante una muy sincera excusa y con la promesa de no repetir la mala acción aunque se le acabe la medicina… o no consiga el dinero para comprarla…
         En lo personal me cae bien este muchacho aprendiz de periodista que con su grabadora y una cámara fotográfica trata de salir adelante, aunque los compañeros maloras se burlan de él o le enseñan las malas artes del chisme. El sigue adelante luchando por la vida y contra la propia existencia. Si tuvieran conciencia humana tratarían de abogar por “El Patas” y no ensañarse de su situación. No sé si ya salió del trance en que se metió, porque andamos fuera de base, pero si no la ha librado ruego al señor Veytia que lo considere y lo perdone por esta vez… O a la señora que molesto, pues que le de oportunidad de enmendar su error…

         No soy abogado y Dios me libre de intentar arremedarlos… Pero Control… Señores… Control… Que la cárcel es para los maleantes y no para los destartalados cerebrales que con una pastilla tienen  para ser normales, y esperamos que después del revolcón –que afortunadamente no fue sexual- recobre su “normalidad” nuestro amigo “El Patas”… y vuelva pronto a los caminos difíciles y azarosos de la información…

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