domingo, 6 de abril de 2014

¿Qué hay detrás de los centenarios?

Líneas

Por: José Ma. Narváez Ramírez.

En estas fechas se festejan los cien años del nacimiento de un ilustre mexicano que peldaño a peldaño escaló la cima hasta llegar al Nobel de Literatura… Nació un 31 de marzo de 1914, se llamó Octavio Paz Lozano y se erige como una de las más grandes figuras de las letras, en la historia de nuestro país; célebre poeta, ensayista y abogado.
         Fue hijo de otro abogado, Octavio Paz Solórzano, cuya historia en el ámbito jurídico del país, merece ser rescatada. Don Octavio Irineo Paz Solórzano, nació en la Ciudad de México el 20 de agosto de 1883, fue el séptimo hijo de Irineo Paz –importante abogado, periodista, escritor y militar- es un personaje que se abrió camino y encontró su propio lugar en la historia de nuestro país. Alguien que merece mucho más que la entrada subordinada a la biografía de su hijo, y solo se puede esperar que los historiadores mexicanos se interesen y enmienden su omisión en los anales de la historia.
         Pero, toda comparación guardada, también en Santiago Ixcuintla, Nayarit, se celebra en el presente año, el natalicio de dos ciudadanos que dejaron honda huella en la historia de su pueblo por su dedicación y entrega a la sociedad que pertenecieron, se trata de don José Ma. Narváez Madrigal y don Epigmenio García Ramos, que un día salieron de su tierra natal rumbo a la capital jalisciense a continuar sus estudios posteriores a la primaria, afrontando los sacrificios inherentes a esa entrega y fructificando la misma a favor de su terruño.
         Cursaban la escuela preparatoria en Guadalajara cuando Narváez Madrigal perdió a sus padres y regresó a Santiago. García Ramos continuó sus estudios hasta graduarse en Medicina General y vino a prestar sus servicios en su lugar de origen.
         Ambos nayaritas vivieron en carne propia las vicisitudes que representaba alejarse de su estado y de su familia, arrostrar los peligros que resultaban de vivir separados de sus padres y abrirse -prácticamente solos- paso en la lucha por la vida. Esto sirvió de acicate para conjuntar esfuerzos con otros que habían pasado por esas tribulaciones, y lograron junto con los representantes del sistema o Ensayo Piloto, que se aprobara la escuela secundaria y posteriormente la preparatoria, de las que formaron parte del cuerpo académico de esas instituciones, logrando de esta manera la preparación de varias generaciones que hasta la fecha siguen saliendo de ellas. Después llegó la inauguración de la Universidad Autónoma de Nayarit, e igualmente contribuyeron con su grano de arena para la edificación de nuestra máxima casa de estudios.
         A esa conjunción de esfuerzos, se unieron otros personajes de Ixcuintla, como lo fueron el Dr. Rodrigo Sánchez, Pillot, el Dr. Juan Francisco Llanos Lerma, el Sr. Cura Demetrio Siordia Cázares, don Rafael Tortajada Rivera, el Dr. Jorge Pernas Clouthier, don Manuel Narváez Ávalos, doña Carmen Fonseca de Aranda, el Prof. Alfredo Delgadillo Arreola, don Oswaldo Flores Oyerbides, don Francisco Estrada Fonseca, el Prof. Trinidad Alcántar Maldonado, el Dr. Francisco Javier Castellón Fonseca,  el Prof. y Licenciado Jorge Efraín Altamirano Rojas y muchos más, que merecen ser recordados para siempre por las generaciones actuales y venideras, ya que ellos integraron las bases sólidas en las que se yergue el aparato precursor de la educación secundaria, preparatoria y profesional de este jirón de nuestra patria.
         Mucho se ha hablado de dedicarles unos bustos que se colocarían en la subida al Cerro Grande de Santiago Ixcuintla, o en su defecto en los terrenos de la Feria, pero solamente en eso han quedado, en buenas intenciones. Nuestro gobierno se ha convertido en una especie de negocio particular y se hace necesario que sea la propia sociedad la que, de alguna manera integre un patronato o una asociación civil que reconozca a los digamos, fundadores de esta maravillosa faceta histórica ixcuintleña. Porque de este reconocimiento se desprenderían los demás en cada uno de las poblaciones que integran el Municipio, ya que en todos existen ciudadanos que han aportado algo digno de admiración y respeto por su tierra.       
         Algunos mexicanos que logran destacar en los altos niveles de cualquier rama importante, son dignos del más grande reconocimiento ciudadano, también la patria chica tiene sus hombres y mujeres de valía… Control…Señores… Control… Hagamos algo porque se haga una realidad. “Honor a quien honor merece”.

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