sábado, 3 de enero de 2015

¿Qué cómo eran los inicios del año, antes?

Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez

Bueno, hace más o menos sesenta años eran los festejos de los primeros días del año muy alegres, porque dábamos gracias a Dios por haber pasado de un año al otro con el simple arrancar de las hojas al calendario y haber festejado en grande el final-inicio de dos épocas, la del año viejo que se iba para no volver y la del año nuevo que nacía a la esperanza, a los buenos deseos, los eternos propósitos que se envolvían en el celofán de las dietas y los sacrificios –como el dejar de fumar, dejar de tomar cervezas o tragos, dejar de pedir prestado, dejar de comer grasas y alimentos que engordan y portarse bien en general con los hermanos, parientes, vecinos y conocidos- así como estudiar mucho y trabajar más…
         Esto era en general, en lo que consistían las promesas –muy serias- del año nuevo… a la primera o segunda semanas de haberlas hecho bajo el juramento casero de cumplirlas… se venían abajo por cualquier pretexto y vuelta a las andadas en cuanto se guardaban en el archivo del olvido… Había espíritus muy flacos que se conocían muy bien y escondían en algún rincón del hogar o la oficina la cajetilla de cigarros con sus inseparables cerillos… al re-encontrarla ¡vuelta a echar humo como chacuaco en operación! con la consigna de molestarse el pulmón izquierdo o el derecho (según quedara alguno de ellos sin afectación)… Igual pasaba con las rigurosas dietas -de las recomendadas por el médico- que se mandaban al carajo por considerar que el estrés provocado por éstas medidas muy saludables para los ricos, no eran muy recomendables para los pobres… Máxime si se juntaban con las provocaciones de las noticias que nuevamente surcaban los espacios de la información trayendo los mensajes de las alzas de los precios de la gasolina (gasolinazos), el gas, las tortillas, los huevos, el azúcar, la carne, el pescado y todo lo que se utiliza para matar la hambruna nuestra de cada día… los que tienen con qué apagarla, ya que los que no consiguen más que frijoles y gordas duras, se tienen que conformar con eso… Porque el trabajo está más escaso que la fe en nuestros corazones y nadie consigue ahorrar ni tan siquiera un devaluado peso…
         Así es que en aquellos años las cosas no crean ustedes que eran mejores o peores, porque de 80 años para acá los individuos dedicados a la mal llamada política (que debiera llamarse robo en despoblado) se iban posesionando de los “logros de la robolución” hasta llegar a lo que hoy se ha transformado en “el sacrificio de los funcionarios por no cumplirle al pueblo, y éste: a seguir confiando en ellos como si se tratara de un pariente necesitado o de algún extranjero con espejitos y pulseras”…

         En fin… Control… Señores… Control… Que ha llegado la hora de que el hartazgo político nos llegó hasta las narices y ya no nos permite respirar… O una de dos, “o nos seguimos haciendo patos” y permitiendo que “nos timen como chinos” de aquellos que hace muchos años, decían que eran engañados y ya ven… ahora conquistaron el mundo con su capacidad de trabajo, su tesón y su dedicación al estudio, a la ingeniería técnica y al comercio… o nos hacemos como el Cora Marismeño que dice: “O nos llueve en el palmar… o nos lleva la chingada”… Usted decide…

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