Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez
Bueno, hace más o menos sesenta
años eran los festejos de los primeros días del año muy alegres, porque dábamos
gracias a Dios por haber pasado de un año al otro con el simple arrancar de las
hojas al calendario y haber festejado en grande el final-inicio de dos épocas,
la del año viejo que se iba para no volver y la del año nuevo que nacía a la
esperanza, a los buenos deseos, los eternos propósitos que se envolvían en el
celofán de las dietas y los sacrificios –como el dejar de fumar, dejar de tomar
cervezas o tragos, dejar de pedir prestado, dejar de comer grasas y alimentos
que engordan y portarse bien en general con los hermanos, parientes, vecinos y
conocidos- así como estudiar mucho y trabajar más…
Esto
era en general, en lo que consistían las promesas –muy serias- del año nuevo… a
la primera o segunda semanas de haberlas hecho bajo el juramento casero de
cumplirlas… se venían abajo por cualquier pretexto y vuelta a las andadas en
cuanto se guardaban en el archivo del olvido… Había espíritus muy flacos que se
conocían muy bien y escondían en algún rincón del hogar o la oficina la
cajetilla de cigarros con sus inseparables cerillos… al re-encontrarla ¡vuelta
a echar humo como chacuaco en operación! con la consigna de molestarse el
pulmón izquierdo o el derecho (según quedara alguno de ellos sin afectación)…
Igual pasaba con las rigurosas dietas -de las recomendadas por el médico- que
se mandaban al carajo por considerar que el estrés provocado por éstas medidas
muy saludables para los ricos, no eran muy recomendables para los pobres…
Máxime si se juntaban con las provocaciones de las noticias que nuevamente
surcaban los espacios de la información trayendo los mensajes de las alzas de
los precios de la gasolina (gasolinazos), el gas, las tortillas, los huevos, el
azúcar, la carne, el pescado y todo lo que se utiliza para matar la hambruna
nuestra de cada día… los que tienen con qué apagarla, ya que los que no
consiguen más que frijoles y gordas duras, se tienen que conformar con eso…
Porque el trabajo está más escaso que la fe en nuestros corazones y nadie
consigue ahorrar ni tan siquiera un devaluado peso…
Así
es que en aquellos años las cosas no crean ustedes que eran mejores o peores,
porque de 80 años para acá los individuos dedicados a la mal llamada política
(que debiera llamarse robo en despoblado) se iban posesionando de los “logros
de la robolución” hasta llegar a lo que hoy se ha transformado en “el
sacrificio de los funcionarios por no cumplirle al pueblo, y éste: a seguir
confiando en ellos como si se tratara de un pariente necesitado o de algún
extranjero con espejitos y pulseras”…
En
fin… Control… Señores… Control… Que ha llegado la hora de que el hartazgo
político nos llegó hasta las narices y ya no nos permite respirar… O una de
dos, “o nos seguimos haciendo patos” y permitiendo que “nos timen como chinos”
de aquellos que hace muchos años, decían que eran engañados y ya ven… ahora
conquistaron el mundo con su capacidad de trabajo, su tesón y su dedicación al
estudio, a la ingeniería técnica y al comercio… o nos hacemos como el Cora
Marismeño que dice: “O nos llueve en el palmar… o nos lleva la chingada”… Usted
decide…
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